Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

5 Noviembre, 2023

A las puertas del infierno

“Es sin duda una recesión, no me cabe la menor duda y lo que queremos es salir de esta recesión con el crédito suplementario” declaró este viernes el ministro de Economía y Finanzas, Alex Contreras. En agosto, negaba la recesión. Ya no le queda más espacio que reconocer la verdad y tramitar ante el Congreso una autorización de gasto (eso es un crédito suplementario) de 5000 millones de soles adicionales. Cree que, gastando más, salimos de esta. Los sobrevivientes de los ochenta, sabemos que eso no funciona. “No quiero que cunda el pesimismo” añadió el ministro en la noche. Muy tarde, ¿Qué lugar puede caber para el optimismo sin ser ridículo? Al ministro se le van acabando las ideas y haría bien en irse. Después de todo, él no va a conseguir la única cosa que necesita el Perú para salir del hoyo: inversión privada.

La inversión solo ocurre cuando esta tiene confianza. Esa confianza se basa en un concepto muy sencillo: seguridad jurídica. Si el Perú creció del 2004 al 2019 a un ritmo tan extraordinario que bajo el nivel de pobreza de 60% a 20% fue por la inversión privada. No hay otra forma. ¿Por qué después de la pandemia están desanimados los inversionistas y no invierten? Porque no confían en recuperar su inversión. ¿Por qué no confían? Porque tenemos los gobernantes que tenemos hoy. Si a eso se suman gobernantes anti mineros, anti contratos, anti capítulo económico de la Constitución ¿de dónde va a venir la inversión? ¿De donde va a crecer el empleo? ¿Del gasto público? Imposible. El dinero se va a donde maximiza su rendimiento y el mundo ofrece mejores opciones que un país sin instituciones, con corrupción y sesgos anti empresariales.

¿Por qué no tenemos seguridad jurídica? Por políticos irresponsables que, desde el 2016 nos han dado 7 presidentes. Solo del 2020 a hoy, 5 de ellos. Tres congresos, en el mismo periodo, con vocación de ejército de Atila, porque por donde han pasado, ya no crece ni la hierba. Ahora van por la poca reforma de la justicia que nos quedaba.

En el año 2018, luego de que el país escuchará el escandalo de corrupción donde se vendían puestos de jueces y fiscales mientras se remataban sentencias, hubo, por algunos meses una conciencia nacional que demandaba una reforma profunda de la justicia. Sociedad y política, no sin dificultades, coincidieron. Se destituyó al infame CNM, se aprobó una reforma constitucional y se ratificó en referéndum con 86% de la votación popular. La ley la hizo el Congreso de mayoría fujimorista, aunque ahora lo nieguen. Tuvimos la esperanza de un nuevo comienzo para la administración de justicia. Los verdaderos resultados, si se perseverara, se verían, tal vez, en unos 10 o 15 años, tiempo para limpiar un sistema profundamente corrupto.

Sin embargo, a sólo tres años de la instalación de la primera junta (seleccionada en un largo concurso de méritos) está a punto de ser destituida por el Congreso. Las razones, ya explicadas hasta la saciedad, son todas banales. Una farsa organizada por un pacto mafioso de fraudistas que busca controlar el sistema electoral y el sistema de justicia para influir en sus propios juicios por corrupción. Conseguirán los 87 votos porque, como sabía Pedro Castillo con los “niños”, en este Congreso todo esta a la venta. No les importa las sanciones internacionales, la perdida de inversiones o la recesión que ya esta entre nosotros. Tampoco es un problema de ideologías. Cerrón, Fujimori, Acuña, López Aliaga y el coro de los que sobran, van de la manito en la operación de destrucción de la separación de poderes.

Boluarte y Otárola, la pareja presidencial, van mudos en plan sobrevivencia porque tienen que responder por los 49 muertos por proyectil de arma de fuego causados por su gobierno, que niegan una y otra vez, sin ningún éxito, salvo por el permiso que les da el congreso de quedarse porque se necesitan mutuamente para no morir. Violaron desde el derecho a la vida hasta el derecho de reunión y se los recordó la ONU esta semana mientras paseaban por la OEA intentando infructuosamente un control de daños que no llegó.

Recesión, autoritarismo antidemocrático y graves violaciones a los derechos humanos. Ante el silencio y la mirada pasmada de la sociedad, llegó el hambre que se advirtió muchas veces. Vendrán días oscuros. A las puertas del infierno, que aún podemos impedir, quedan muy pocas esperanzas.

 

Columna publicada el día domingo 22 de octubre del año 2023 en el diario La República

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