Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

21 Agosto, 2023

El congreso, trabajando para la constituyente

Podría abrumarlos con el diagnóstico y las cifras, pero sería solo un llenar de palabras algunos párrafos sobre lo harto conocido. No hay semana que el Congreso del Perú no esté en las noticias por las peores razones. Sin embargo, no hay forma de repartir el poder en una democracia sin parlamento. Necesitamos uno. Pero no éste.

¿Qué hacer? Atacar los problemas de origen. El Congreso Peruano es una selección, a través del voto popular, de la oferta de los partidos políticos. Mejorar la oferta sería, como parece obvio, una primera entrada. ¿Cómo se mejora la oferta? Mejorando a ese primer elector que es el partido. Sin partidos, no es posible tener un congreso medianamente funcional. ¿Cómo se mejoran partidos? Con democracia. También parece evidente, pero la práctica nos dice otra cosa. En el Perú el partido es cúpula, es caudillo o es coalición temporal de independientes. Esos son los que florecen. Los partidos programa no existen, tampoco ya los de cuadros, ni los de masas. Ni siquiera es la ideología la que aglutina porque sus fronteras son cada vez más borrosas.

Los partidos deberían ser asociaciones de personas que se organizan para conquistar el poder (lo cual no es un fin innoble en sí mismo), pero su fin (el poder) está orientado al servicio de otros, no de sí mismos. El problema del Congreso Peruano es que el mercantilismo lo atraviesa de punta a punta. Es tal la metástasis, que los acuerdos, para el mal, son casi unánimes o tienen amplias mayorías. Ni siquiera el mecanismo más simple de control social funciona porque no hay vergüenza alguna en robar sueldos, nombrar parientes, sacar leyes para intereses propios, perseguir a enemigos comunes o a futuros adversarios. Da lo mismo el calibre del delito y no tienen sangre en la cara para apañarse en público.

Las elecciones primarias abiertas, simultaneas y obligatorias hacen del voto popular un mecanismo de selección previa a la gran selección. Nos convierten en un segundo elector para mejorar la oferta. Los partidos odian las PASO y solo por esa razón deberíamos tenerlas. Las detestan porque su pobre selección de candidatos tiene un primer filtro y eso es tiempo. Ese tiempo es oro para los electores que podrán dejar de votar a ciegas. Sin voto preferencial (las listas se construyen por el voto popular en las PASO) se fortalece la oferta y al propio partido. Excluidos los partidos que no pasan la valla en las PASO, mejora la posibilidad de que cada voto final se convierta en escaño. No es la única solución, pero ayuda.

Muchos creen (creímos) que mejorar la relación de cercanía entre elegido y electores mejoraría la conducta de los parlamentarios. Después de verlos comportarse localmente como reyezuelos y distribuidores de lo ajeno, esto no es cierto. La corrupción brutal, la más cara y extendida, está en la intervención parlamentaria en la asignación de obra pública. Un asco, por décadas, que no tiene fin. Una podredumbre institucionalizada por un decadente Tribunal Constitucional que ha otorgado iniciativa de gasto (“en ejercicios presupuestales futuros” dicen) pese a la prohibición expresa de la Constitución.

Por supuesto que la reforma pasa por una mejor organización territorial de la representación. Ahí debe entrar el paquete de reformas que restituye la bicameralidad y la reelección. También es absolutamente necesario asumir la impopular decisión de aumentar el numero de parlamentarios. 130 para 25 millones de electores es un disparate. Solo aumentas el talante autoritario que ya tienen construyendo mayorías con unos cuantos individuos. Un congreso mas grande, mas representativo y mas humilde en el gasto, es posible.

Sin embargo, con mas de dos años en el puesto, este Congreso enfrenta un problema que parece no tener solución: tienen que reformarse a si mismos. Ningún Congreso desde que entramos en la crisis política del 2016 ha podido hacerlo. Algunas reformas parciales y otras para destruir el balance de poderes (como la abolición de la cuestión de confianza constitucional usando una ley) es todo lo que han logrado. Esperar que, en el supuesto negado que no se adelanten elecciones, lleguen al 2026 con reformas, es una ilusión vana. Vean como sostienen el ecosistema en el que habitan. Tapan desde Dina Boluarte hasta Alejandro Soto. Da lo mismo si son “niños” o “mochasueldos”. Si taparon a Merino, ¿qué no taparán?

Si el congreso no quiere cambiar, será cambiado. No es una profecía, ni una maldición. Es leer un poco de historia del occidente. Tarde o temprano los pueblos mas mansos y resignados se hartan y explotan. Es terrible que 130 personas, teniendo la oportunidad de salvarse, trabajen con tanto ahínco en su propia destrucción. Cuando eso ocurra, porque es el curso de los acontecimientos, si se resisten a reformar la única salida será una asamblea constituyente que abrirá una Caja de Pandora, con tantos males, que dejara poco espacio a la esperanza.

Columna publicada el domingo 20 de agosto del año 2023 en el diario La República

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