Cerrón, presidente de facto
La confianza otorgada por el Congreso al gabinete Bellido se subordina a un acto de confianza anterior. Castillo entregó su gobierno a Vladimir Cerrón y cuando quiso dar alguna muestra de independencia, el buró de Perú Libre lo aplastó con facilidad. Cerrón le dará a Castillo algunos espacios de poder: su sindicato, su futuro partido de maestros, la desaparición de exámenes en la carrera magisterial. Incluso algunos puestos de trabajo para familiares y amigos en el gabinete. Pero, más allá de eso, Castillo sirve para decorar con su bonito sombrero palacio de gobierno, ceremonias públicas y para realizar giras al extranjero donde podrá impresionar a sus anfitriones con la retorica del locus amenus pastoril que, en Estados Unidos y Europa, no tiene pierde (como bien lo sabe Alejandro Toledo) para obtener simpatías paternalistas.
Vladimir Cerrón, sentenciado e investigado, no tiene ninguna vergüenza en usar las redes sociales para hacer alarde de su poder. Anticipa colisiones e incendios, pecha a ministros, periodistas y opositores, agradece al congreso por darle la confianza a su gabinete. Formado en Cuba, la pureza de su marxismo leninismo le permite despotricar contra las otras izquierdas, a las que acusa de caviares; es decir, blandas. Detesta a las ONGs y al anti extractivismo. Con las juntas con el Movadef no podría terruquear a nadie pero, como su primer ministro, mariconea a quien se le cruce por delante. A pesar de todo eso, la izquierda de Verónica Mendoza, que decía representar todo lo contrario, le canta las alabanzas que él les desprecia.
Vladimir Cerrón, un político taimado, tiene en Bellido al alfil ladino necesario para sus objetivos. Lo único que no pueden perder, no importa a que costo, es el poder. Su juego político se basa en atacar, bajar el tono para consolidar y volver al ataque. Solo le falló con Béjar (las Fuerzas Armadas causan terror en Castillo) pero domina el sube y baja donde el engaño va a primar siempre. ¿Alguien puede creer que el anodino mensaje de Bellido para obtener la investidura refleja en algo la política general de este gobierno? No es más que un mal truco, como el de insultar en otra lengua y luego hacerse el discriminado.
El Congreso, asustado por perder el primer mes, los cincuenta y nueve meses siguientes de sueldos y gollerías que les esperan, vendió por poco su supuesta irreductible lucha contra los que esta misma semana llamaban desde incompetentes supinos hasta filo senderistas. Nada hay más sublime para un congresista que su bolsillo y no hay insulto mayor que cerrárselo. Una tiene la esperanza de ver un cambio, pero está claro que eso no va a suceder. Menos con AP y APP que cerrados por Vizcarra el 2019 no pararon hasta vengarse el 2020. El antecedente ésta claro.
¡Sueldo o muerte! Ese es lema del congreso y Cerrón ya lo comprobó. Ahora viene lo bueno. ¿No sería suicida para la economía peruana, que con un dólar en 4,1 y por pura incertidumbre, se le den facultades legislativas al Ejecutivo? Tengan por seguro que se las darán. ¿El congreso quiere censurar ministros? Ya anunció Bellido que harán de su permanencia cuestión de confianza. ¿Gastarán sus balas? No lo creo. El congreso necesita casi un año para una reforma constitucional de la cuestión de confianza con un destino incierto en el Tribunal Constitucional, donde ya se cayó la reforma anterior. En un año, se puede destruir mucho y el congreso ya decidió, por mayoría de 73 votos, no hacer nada. Puro floro, cero acción.
La única esperanza del Perú es que Cerrón transite del comunismo al oportunismo a un ritmo veloz como suele pasar con los dictadores. Perdido el muro de contención por el peseteo del congreso, solo queda voltear a los otros poderes del Estado. ¿Será el Poder Judicial el que ponga límites a la usurpación del poder? El condenado sabe que no las tiene todas consigo. Por ahora puede celebrar su victoria. Por ahora.
Columna publicada el domingo 29 de agosto del año 2021 en el diario La República
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