Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

8 Febrero, 2021

La línea que divide

En octubre del año 2019 casi el 80% de peruanos encuestados contestó que consideraba correcta la disolución constitucional del Congreso. Un año después casi el 90% de los consultados se oponía a la vacancia del expresidente Martín Vizcarra por considerarla inconveniente y, para la gran mayoría, inconstitucional. El mismo Vizcarra dejo la presidencia con un 70% de popularidad.

Estos tres datos dan una señal clara de por donde va el sentir popular. Equivocado o no, es el mismo pueblo el que va a ser consultado el próximo 11 de abril para elegir a los candidatos presidenciales que irán a segunda vuelta y al nuevo Congreso. Cualquier político con un mínimo de sagacidad no enfrentaría abiertamente el humor del pueblo, en tan corto plazo, si quiere ganar una elección.

Los nueve partidos actualmente en el Congreso se ubicaron en dos bandos claramente diferenciados frente al golpe de Estado. Su urgencia por sacar a Vizcarra, a meses de dejar el cargo, unió a Acción Popular (con Merino como símbolo), APP, UPP, Podemos, Fuerza Popular, Frepap, Frente Amplio y Somos Perú. Derechas e izquierdas, populistas y conservadores, da igual. En el segundo bando se quedó solo el partido Morado y, luego de algunas expulsiones, se le unió lo que queda de Somos Perú que lleva a Vizcarra de candidato al congreso.

Ante los hechos consumados, de poco valen los arrepentimientos como los de Frente Amplio. Todos los vacadores se reafirman en su acto y lo celebran. Algunos, como Lescano, tratan de desmarcarse de esa pesada lampa. Le va a ser muy difícil, pero ahí está su lucha y su ascenso en las encuestas. Para casi todos, salvo Fuerza Popular, el resultado en las encuestas es catastrófico y tal vez no pasen la valla electoral. El error político tiene sus costos.

Lo que es difícil de entender es que partidos fuera del Congreso, ajenos a esta mancha, apoyen la vacancia de Vizcarra. Son los que, como sus pares en el Congreso, niegan que se trate de un golpe de Estado, hablan de una sucesión legal porque el TC “así lo dijo” (falso, por cobardes no resolvieron nada) y creen que el pueblo esta confundido. No son pocos: PPC, Renovación Popular, Perú Patria Segura y el Apra están en esta posición. Su máximo argumento es que no hay un golpe de Estado porque Sagasti es presidente. En total 11 partidos en ese lado de la historia.

¿Por qué le han dejado la cancha abierta en la preferencia popular a los que se opusieron al golpe? A saber, los Morados, Somos Perú, Juntos por el Perú, Partido Nacionalista, Perú Libre, RUNA y Democracia Directa son los siete partidos cuyos voceros han rechazado la vacancia. El caso de Victoria Nacional de Forsyth es dudoso. El puntero en las encuestas ha tenido en esto una posición cambiante como el viento.

Tal vez los once partidos necesitan un fetiche para oponerse a él. Con el enemigo elegido se puede construir una narrativa de antagonismo que es eficaz electoralmente, siempre que el adversario sea poderoso (Vizcarra ya no lo es) e impopular (Vizcarra sigue siendo popular, pese a su pésimo manejo de la pandemia). Sin esas dos características, ¿por qué insistir en ese camino? Porque los partidos dentro y fuera del Congreso no se están cobrando otra cosa que no sea la disolución del Congreso el 2019. Esa disolución popular, bendecida de constitucionalidad por el Tribunal Constitucional, es la marca que no pueden dejar impune. Es la deuda de la que se hicieron cargo, desde que llegaron al Congreso y conspiraron para vacar al expresidente día a día. Ni la pandemia dilató el plan. Pasado el 28 de julio, sin riesgo ya de disolución del Congreso, solo bastó con construir los pretextos para lograrlo. El mensaje político es este: “si nos disuelves, tarde o temprano te vacamos”.

Este ajuste de cuentas, una conducta tan poco democrática y suicida electoralmente, se explica en los hechos de setiembre del 2019, más que en los hechos de noviembre del 2020. Solo así se entiende tanta irracionalidad y desconexión con el electorado. Esa línea divisoria da una ventaja extraordinaria a cuatro personajes muy distantes entre sí:  Julio Guzmán, Daniel Salaverry, Verónica Mendoza y a Ollanta Humala, el malo conocido. Hasta ahora, solo ella parece aprovecharla.

Columna publicada el domingo 7 de febrero del 2021 en el diario La República

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