Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

25 diciembre, 2017

El Presidente que se robó la Navidad

El viernes 22, pasado el mediodía, Pedro Cateriano, Gustavo Gorriti y yo, recibimos cada uno de manera individual una llamada del Presidente del Perú. Apenas horas antes, estuvo a punto de ser vacado. Tanto Cateriano, Gorriti y yo sostuvimos que la vacancia es un acto gravísimo que sólo puede ser admitido con una motivación muy grave. Hacerlo de modo distinto, por mera especulación o capricho, es imponer al país  un golpe de Estado, con ropaje constitucional, pero golpe al fin, por la fuerza de unos pocos votos parlamentarios. Muy pocas personas públicamente – incluyendo a sus Ministros – sostenían esa tesis. Abandonaron al Presidente y lo dejaron huérfano de toda ayuda.

Me pareció un gesto amable que el Presidente llamará a agradecer lo que para mí siempre fue una defensa tenaz de la forma democrática de gobierno, más que de la de una persona que no me quiso escuchar cuando sacrificó a Jaime Saavedra. Esa siempre fue mi linea de conducta. Sin embargo, había rumores de un indulto a Alberto Fujimori y se lo pregunté de manera muy directa. Me dijo que no lo iba a hacer. Le dije que lo haría público, tal como escribí en twitter. Incluso me invito a reunirnos pronto con Borea, Cateriano y Gorriti. Cuando más tarde hable con los dos últimos, ambos, por separado, le habían preguntado lo mismo sobre el rumor del indulto. A los tres nos dijo que no.

Si un Presidente llama a agradecer a tres personas y a las tres les dice exactamente lo mismo. ¿No es acaso una fuente confiable? Es más. Le dije que mi conteo antes de la votación estaba entre 83 y 84 votos por la vacancia. El me dijo que su cuenta iba en 85 votos. No sabía – eso dijo – de los votos de Kenji. Más tarde supe que tampoco lo supo nadie de la bancada de PPK por testimonio de Alberto de Belaúnde. Con todas esas pruebas, ¿Cómo suponer que se estaba negociando un indulto?

El sábado 23 recibí varios mensajes preocupados. Me aseguraron que la presión sobre PPK era grande y me dieron los detalles del certificado médico – con doctor de Fujimori incluido – que lo hacen más falso que billete de cinco soles.  Pero también recibí mensajes tranquilizadores respecto al trámite de este tipo de solicitudes. ¿Hacer algo así en Navidad?  ¿Después de salvar la presidencia? ¿Sin que existiera ningún indicio de negociación? ¿Habiéndolo negado? La verdad, mientras asistía a Chicharrón de Prensa a las 6 pm lo veía imposible.

Ayer 24 en la mañana me cruce temprano con Mirko Lauer que me aseguró que el indulto salía. Yo le repetí lo que yo sabía.  Conforme pasaron las horas se hizo evidente que varios Ministros (los que desaparecieron en la vacancia y algunos “asesores” para la ocasión) hicieron lo suyo. A las 7 pm, cuando salía de misa, me dieron la noticia ya oficial.

Un indulto humanitario no puede ser una farsa. Si lo es, será, tarde o temprano, nulo. En el Perú hay un Decreto Supremo que regula los indultos por esta causa. Las razones son tres. Enfermedad mental, enfermedad terminal y enfermedad degenerativa incurable, siempre que las condiciones carcelarias agraven la enfermedad. Fujimori nunca cumplió con estos supuestos y su certificado de favor tampoco cambia esa realidad.

A estas alturas la evidencia indica que el Presidente si negoció un indulto. Cómo lo negoció y quienes fueron sus emisarios es información que está por descubrirse. Las renuncias de Zevallos y De Belaúnde nos dan una indicación de quienes estaban en la colada y quienes, como yo, creyeron en la palabra de un mentiroso.

No me arrepiento nunca de defender la democracia. Pero si de haber creído en la estupenda actuación de quién apenas el domingo 17 pasado (una semana antes) me dio la impresión de ser un hombre vulnerable que vivía al borde de una tragedia, en total soledad. Para el Oscar, la verdad, hasta pena daba.

Con su negociación escondida ha logrado partir, otra vez, al país en dos. La polarización que ha creado la pagará cara. No solo será perseguido en la CIDH sino también en todas las calles del país y le abrirá paso a opciones políticas cada vez más radicales.  Sé que algunos se lo advirtieron. No entendió o no quiso entender. Desde hoy, su problema. Ya verá si logra sobrevivir más de un año en esta precaria presidencia.

Para las víctimas, sus deudos, los defensores de los derechos humanos y la democracia se abre un nuevo espacio de lucha. Más de una vez vencieron. Entre ellas, las derrotas consecutivas de Keiko Fujimori. No tengo duda que esta vez lo volverán a hacer. Con el indulto, que de humanitario no tiene nada, PPK ha convocado a la unión del antifujimorismo como rechazo a la forma autoritaria del ejercicio del poder que ahora él encarna. Verá las consecuencias. Los mismos que lo llevaron al triunfo, lo llevaran a la derrota.

Lo que no entiende ni entenderá nunca Kuczynski ni sus secuaces, es que la impunidad no puede seguir siendo impuesta a patadas, menos la noche de Navidad por un Presidente que hace de la falsedad su bandera y que negocia indultos en secreto, como moneda de cambio.

 

 

 

 

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