Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

1 Junio, 2017

El hombre que no quería irse

Edgar Alarcón, Contralor General de la República tiene una larga carrera en el sector público que le permitió ascender en el escalafón jerárquico de la Contraloría a través de los años. Su cargo de Vice Contralor le permitió contactar con el nacionalismo, a fines del régimen pasado, y convencerlos que él era el hombre indicado para ocupar el cargo vacante de Contralor. Les aseguró que cuidaría las espaldas del gobierno de Humala frente a los embates de sus adversarios y así, ganó el voto de la bancada de gobierno. La oferta – no lo sabían los nacionalisatas – tenía fecha de expiración.

Es curioso ver ahora las imágenes de la reacción de la bancada fujimorista cuando se eligió a Alarcón. Una eufórica Cecilia Chacón rechazaba a gritos la elección. Las vueltas que da la vida. Hoy la bancada lo protege de una merecida destitución. ¿Qué cambio? Las ofertas del Contralor.

El hombre de los fierros, como el mismo se definió, tiene un negocio particular de importación de autos usados y venta de estos vehículos de lujo. Mas de noventa vehículos a los largo de varios años – todos como funcionario – pasaron por su manos o por las de sus hijos con “su apoyo” como él mismo declaró. Sólo este descubrimiento de Daniel Yovera para Cuarto Poder constituye falta grave. El Vice Contralor no puede desarrollar actividad lucrativa y mucho menos vender el  carrito a un proveedor de la Contraloría. Mas grave aún sus intentos por desaparecer una denuncia que circula en el Congreso desde agosto del año pasado y que nada tiene que ver con venganzas polítcas.

Sin embargo, lo que subleva e indigna es que al Contralor todo esto le parece bien. “Normal no más”. Como si no existiera falta alguna, el hombre que tiene la enorme responsabilidad de fiscalizar la legalidad del gasto de todo el sector público ha perdido el mas elemental sentido de discriminación moral. No distingue el bien del mal. ¿Puede este hombre ser Contralor? ¿Puede violar su propia ley y no notarlo?

Hasta el momento, puede. Y puede quedarse porque su destitución depende del humor de la bancada fujimorista. Apenas instalado el Congreso, el Contralor abandono sus promesas nacionalistas y las convirtió en una alianza con la bancada de la que dependía su cargo. El escándalo de la franela llego al punto de contratar a Juan José Diaz Dios, ex vocero de la bancada fujimorista en el gobierno anterior, como “enlace” entre la Contraloría y el Congreso. El plan abortó pero las intenciones quedaron claras. A partir de ahí Alarcón le ha buscado – en concordancia con la bancada fujimorista – todas las broncas posibles al Poder Ejecutivo,

Esta claro que Alarcón es lo que toque ser. Con tal de no perder el puesto puede cambiar de piel las veces que sea necesario. Si el fujimorismo lo mantiene – eso esta por verse – tendrá que cargar con la indignación popular que ira creciendo cuando se conozcan mas detalles de la conducta del Contralor.

El Congresista Velásquez Quesquen ha propuesto el sencillo camino constitucional de la destitución por falta grave. La Comisión Permanente cita al Contralor, escucha su defensa y luego vota. El procedimiento ya se uso con Carmen Higaona y esta convalidado por el Tribunal Constitucional.

Los delitos que puede haber cometido el Contralor van por cuerda separada. La verdad es que la Fiscalía tiene mucho que indagar. Las cifras que registran las ventas del Contralor – quien es, como hemos visto, un hábil negociante – son tan pequeñas, que no justifican este esfuerzo por promover el lujo por tantos años.  Desde negociación incompatible hasta defraudación tributaria, el rosario de tipos penales puede ser amplio.

¿Cargará el fujimorismo con esta cruz ajena o se librará de ella pronto? Si no lo hace, las calles pueden mostrarles su peor cara,

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