Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

15 Agosto, 2016

Intimidad y buen periodismo

Hace unos días me preguntaban si quería ser funcionaria pública. No, no gracias, contesté. Lo único que quiero ser, es lo que me gusta ser. Y eso es ser periodista.

El problema es que el periodismo que yo quiero hacer esta en vías de extinción. No es un problema sólo peruano, es universal, pero aquí lo sentimos con dureza. El deterioro de la calidad de los contenidos periodísticos, sobre todo en televisión, tiene que ver con un fenómeno mundial. El morbo, vende. La audiencia va a ver con mas interés un contenido morboso que uno que no lo es. El morbo le permite al televidente juzgar, condenar y sepultar en segundos, como si fuera un juego, a seres humanos a los que jamás tendrá cerca. El ejercicio produce un placer inmediato, satisface una curiosidad innata por lo ajeno y alivia a quien puede decirse a si mismo “eso no me ha pasado a mi”. La televisión puede crear un ídolo en minutos y sepultarlo en segundos. El morbo funciona de esa manera y hay una gran maquinaria, dentro del periodismo, lamentablemente, interesada en darle de comer para poder sobrevivir.

El buen periodismo en televisión esta casi escondido en algún buen reportaje, en algunos minutos de interés en algún mal formato. Ya, ni los titulares de los noticieros se salvan. Informan poco o nada, de asuntos de verdadero interés público. Solo en la recta final de las elecciones o en los terremotos funcionan como catalizadores del interés nacional. La radio y la prensa escrita tienen sus espacios valiosos pero ambas apenas sobreviven económicamente. La web se ha convertido en el refugio del periodismo de investigación con ejemplos notables como IDL Reporteros, Ojo Público, Convoca o Poder.  Si me olvido de alguien, mil disculpas, pero se ve que estos esfuerzos heroicos pueden contarse con los dedos de una mano. Pero aún con muchas ganas, con pocos periodistas y pocos recursos, tarde o temprano, el contenido se verá afectado.

Los domingos en la noche, en que debería ver los supuestos programas periodísticos de investigación, me informo más y aprendo más de buen periodismo viendo el programa argentino del periodista Jorge Lanata, “Periodismo para todos”, desde mi computadora. Que envidia. Que sana envidia. Tener ese staff de periodistas levantando toda la información de un régimen corrupto debe ser trabajar en el cielo. Aquí, hace mucho tiempo perdimos eso. Los propietarios simplemente no entienden, no quieren entender, cual es la misión del periodismo dentro de una democracia. Su misión, la razón por la que tiene una protección constitucional extraordinaria, no es para que el dueño haga mas plata. En buena hora que la haga, sin embargo ¡que cumpla su deber!  La libertad de prensa es un derecho político, que permite fiscalizar al poder, a todos los poderes. Si eso hace mucho dinero o un poco menos de dinero, igual se tiene que hacer.  ¿Dónde se perdió eso? ¿Acaso no hay horas y horas de programación de entretenimiento para jugar con el morbo humano? ¿No basta ya con esas?

Recuerdo todo esto a raíz de un hecho que pinta de cuerpo entero la decadencia ética del periodismo peruano. El día viernes murió en un accidente Soledad Piqueras Villarán, hija de la ex alcaldesa de Lima, Susana Villarán. Fin de la noticia, si cabía darla. Pero no, los buitres querían morbo y se apostaron a la puerta de la Morgue de Lima para sacar imágenes de la madre llorando por la hija. ¿Cuál es la noticia? ¿No puede llorar una madre a su hija en completa intimidad? ¿Cuándo perdió ese derecho? ¿Fue acaso cuándo los noticieros comenzaron a hacer microondas en vivo desde el hogar de humildes personas que no saben como largarlos? Entiendo que en algunos casos las familias piden prensa cuando se trata de un crimen que demanda un acto de justicia, pero ¿aquí? ¿Quién los llamó?

La libertad de expresión tiene como limite constitucional el derecho a la intimidad. Eso lo saben todos los periodistas porque llevan deontología en la universidad como curso obligatorio. Y las reglas son bien simples. A mayor rango de personaje público, menor intimidad tiene. Es evidente que la ex Alcaldesa de Lima es un personaje público, pero ¿su hija? ¿acaso lo es?  La segunda regla es mas clara en este caso: el asunto debe ser de interés público. ¿Las lágrimas de una madre perseguida o invadida por una cámara son de interés público? No, no lo son. Si lo hechos se dieran en un espacio público o con el consentimiento de la familia, es otra cosa. Pero aquí hubo hasta un comunicado de la familia que específicamente pedía respeto a la intimidad.

No culpó a los reporteros jóvenes que mandaron a pararse a la puerta de la Morgue. Ellos saben que están haciendo algo incorrecto pero no tienen la experiencia o el coraje para plantarse ante un productor y refrescarle las lecciones de ética básica, porque saben que los echan a la calle en el acto. Culpó al que manda a hacer esto y a quién no sólo lo tolera, sino lo fomenta y lo ordena. Entre gitanos no nos vamos a leer las cartas. Ya sabemos quienes son, donde están y el tremendo rating que hacen, aunque después no puedan dormir.

En nota aparte, permítanme agregar que algunas de las condolencias tuiteras (nueva moda bastante informal) fueron, en algunos casos, repulsivas. Políticos que se han encargado de crucificar a la madre, vienen a hacerse los dolientes por la hija. Fariseos, hipócritas. Quieren verse bonito, pero siguen siendo lo que son. Unos farsantes.

Hasta para estar triste hay que tener cierta dignidad. A Susana Villaran le sobra señorío en esta hora cruel. Dejarla en paz es el mejor servicio que la prensa puede hacerle, si todavía se considera a la prensa un servicio.

Share on FacebookShare on Google+Tweet about this on Twitter

Responder a fernando Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *