Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

5 Agosto, 2016

Las lenguas largas terminan mordiéndose

Un político debe cuidar lo que dice y que esto guarde coherencia con lo que hace.  Dos casos en las últimas 24 horas, tanto en gobierno como en oposición, dan cuenta de lo complicado que resulta tener que comerse las palabras que uno mismo ha dicho.

Caso 1. El Ministro del Interior, Carlos Basombrio declara el 27 de julio para el Diario Correo que “en seguridad (Ollanta Humala) ha resultado un fracaso total“. Total, ojo. No parcial; no más  o menos; no con algo rescatable. Total. Eso quiere decir que todo lo hecho no ha servido para absolutamente nada. Digamos que coincido plenamente con el Ministro Basombrío. Efectivamente, la seguridad sigue siendo el problema número uno en todas las encuestas y la delincuencia común creció, imparable, en el último quinquenio.

Para ser coherentes entonces, nada de lo hecho por la gestión anterior debe ser replicado. ¿Para que copiar lo que fue un fracaso total? El Ministro debe promover ideas diferentes, nuevas y eficaces para luchar contra la delincuencia.  Digamos, grandes novedades. Desechar lo antiguo, lo que llevo a ese fracaso sin límites que padecemos.

Sin embargo, con sorpresa, ayer el Ministro anuncia que el programa de recompensas (del gobierno del fracaso total) no sólo se va a mantener, si no que se va a masificar. ¿Que? Resulta entonces que la idea no sólo era buena, sino buenísima. Se tiene que radicalizar, llevarla a todos los barrios del país.

¿Alguien entendió? Yo no. Digamos, por mínima coherencia se tendría que explicar porque se están copiando políticas de un gobierno fracasado. ¿O es que en realidad la idea nunca fue mala sólo que no se quería reconocer su eficacia porque provenía del enemigo político?

Caso 2. El Presidente y sus Ministros (algunos) hace un sesión de calistenia pública antes de la sesión de Consejo de Ministros. La Ministra de Salud anuncia que 53% (¡más de la mitad!) de peruanos tiene sobrepeso y que se tiene que hacer ejercicio. La idea de dar el ejemplo (se hará todas las semanas) es buena y se ha hecho en otros países, por otros Presidentes que comprenden el problema. Hay un impacto millonario en cuidar millones de potenciales diabéticos o atender a millones de pacientes con enfermedades coronarias simplemente porque no se hizo un buen programa de prevención de dieta y ejercicio masivo.

La reacción de la congresista Beteta y del congresista Tubino (que esta desarrollando una particular obsesión con la ropa ajena), ambos de la bancada opositora de Fuerza Popular, fue criticar las marcas de la ropa deportiva de los participantes. Marcas que sus propios líderes – los hermanos Keiko y Kenji Fujimori – usan en sus actividades deportivas de proselitismo político. Así de estúpido.

Las imágenes del ejercicio han dado la vuelta al mundo y se esta hablando de ejercicio en un país en cuyas zonas urbanas es urgente  moverse. ¿Y a los congresistas les molesta que las marcas de la ropa sean Nike? ¿Esto es serio? ¿Es coherente? No lo es. Es un mamarracho de discusión.

Horas después el congresista Tubino declaró que sólo se trató de una broma. Pero la congresista Beteta persistió en su pataleta apelando a la Marca Perú. Peor, imposible.

Moraleja: Cuidado con la lengua larga, tarde o temprano te la vas a terminar mordiendo

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