Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

24 Julio, 2016

¿Son sólo rumores?

Ilustración de Guillermo Figueroa

Una congresista jura por un indulto humanitario a Alberto Fujimori, una marcha en la noche del viernes con el mismo propósito y el rumor de la formalización de un pedido de indulto ante el actual Ministro de Justicia, ha hecho de Lima un sancochado de chismes. A cinco días de irse, ¿es posible que Ollanta Humala termine su presidencia con una dramática decisión favorable al condenado?

Alberto Fujimori Fujimori aterrizó en Santiago de Chile en noviembre del 2005. Desde entonces ésta detenido. Primero en la penitenciaria de Santiago donde pasó 6 meses y  luego en un cómodo arresto domiciliario. Finalmente, desde que fue extraditado en setiembre del 2007 y posteriormente condenado el 2009, cumple su detención en la Base Policial de la Diroes, un espacioso confinamiento individual, el más caro y exclusivo tratamiento penitenciario dado un reo con condena a 25 años por los asesinatos de La Cantuta y Barrios Altos y el secuestro agravado de Gustavo Gorriti y Samuel Dyer. Las condenas por diversos delitos de corrupción – casos en los que se allanó – fueron de siete años y están cumplidas.

La agenda única y verdadera del fujimorismo ha sido, por años, la excarcelación de su líder, aunque en momentos electorales su victimización ha sido útil para obtener votos. Está claro que en los últimos tiempos la familia pudo haberlo sacado legislativamente a un más cómodo arresto domiciliario, pero ese nunca fue el objetivo. Libertad o nada. Mientras tanto, para Keiko Fujimori su padre era, políticamente, más útil, en prisión. Ella negándolo como heredera de su legado de corrupción, él dando lástima en la cárcel, fue la combinación que casi la lleva a la presidencia.

En el 2021 Alberto Fujimori tendrá 83 años. No podrá ser un candidato potable para la Presidencia del Perú. Su hija, Keiko, hoy fuera del Perú, continúa negando en la intimidad que ha perdido la elección. Cree que se la robaron y con eso la mal alimentan los que la rodean. Sus posibilidades el 2021, con su padre en libertad, disminuyen, pero ya lo ha intentado dos veces y su padre sigue preso. En ese dilema, ¿Por qué no intentar un indulto presionando a un Presidente saliente que se va destruido?

Ollanta Humala puede considerar el pedido por razones políticas. Lo primero, el indulto es un toma y daca. Fujimori queda en libertad y el Congreso no los persigue más. Los Humala resuelven sus procesos en el Ministerio Público pero sin la presión mediática ni política del Congreso y sin abrirse proceso alguno. No hacerlo, les asegura un infierno de Mega Comisiones.  Ese es el precio de la transacción. Lo segundo, con protección fujimorista, o mejor dicho con sus líderes alineados fuera del juego de la confrontación, puede allanarse un camino duro de reconstrucción de imagen de Nadine Heredia con miras al 2021 o al 2026. El indulto podría darle a los Humala Heredia un futuro político, para bien o para mal, que hoy no tienen. Se retiran como un cadáver, demolidos, sin partido, ni aliados. ¿Puede el indulto ganarle la simpatía eterna de los votantes del fujimorismo?

Sin embargo, el país tendría mucho que perder. Una condena no puede negociarse políticamente porque nunca fue  una sentencia, nula ni una persecución política. Alberto Fujimori es el responsable, según un proceso libre con todas las garantías procesales, de los asesinatos y salvajadas del Grupo Colina. Las víctimas, sus familias, no están de adorno. Son parte de un proceso que garantizó impunidad para sus reclamos de justicia, por muchos años, y que hemos condenado con nuestros votos. ¿Traicionaría Humala su propio legado?

Por supuesto, el regalo del indulto puede presentarse envuelto en mil excusas. Desde la salud precaria del reo, su edad, su falta de peligrosidad social, la “reconciliación nacional” y la aceptación popular de la medida. Pero, también puede partir al país en dos. Es muy peligroso que Humala tome una decisión inapelable y definitiva contra el reloj, la que es, en esencia, una inmoralidad por sus verdaderos propósitos.

Kuczynski no indultará a Fujimori. Sólo firmará una ley de arresto domiciliario para reos mayores o enfermos y eso, todavía no ha se ha debatido en el Congreso. Pero puede serle útil que el problema lo arregle Humala y él enfrentar un Congreso menos belicoso, que el que ya se anuncia. Humala se juega la vida en los últimos días de mandato soportando esta presión y Fujimori, desde su prisión de a uno, espera ganar esta partida, para demostrarle a su hija que pudo obtener lo que han buscado por una década, sin tener que negarse a sí mismo tres veces.

Columna publicada el Domingo 24 de Julio del 2016 en el diario La República

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