Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

13 Julio, 2016

¿Por qué Luz Salgado es una buena opción?

Luz Salgado fue compañera de escuela de Susana Higuchi, aunque terminados sus estudios no se se volvieran a ver hasta muchos años después. No fue ésta relación la que la acercó a Alberto Fujimori sino su trabajo sindical en a Universidad Nacional Agraria La Molina donde ella era trabajadora administrativa y él, profesor principal y luego, rector.

Fujimori pensó en ella cuando se creó Foncodes en 1990 ante la situación de emergencia humanitaria desencadenada por las drásticas medidas para parar la hiperinflación. Luego, después del golpe de 1992, Luz Salgado postuló junto con Martha Chavéz y una nueva hornada de fujimoristas invitados por Santiago Fujimori al Congreso Consituyente Democrático. Ganó una curul y nunca más dejo de ser elegida al Congreso. El partido se llamó Nueva Mayoría.

El Congreso, desde 1992 hasta el año 2000, primero de 100 miembros y luego de 120 miembros,  se manejó bajo el control absoluto de la mayoría fujimorista. La Presidencia del Congreso era elegida por Alberto Fujimori. El integro de los miembros de las mesas directivas y todas las presidencias de comisiones fueron ocupadas por el fujimorismo que así podía controlar toda la agenda legislativa. La oposición existió, es cierto, pero no fue eficaz en evitar este copamiento que tuvo momentos muy críticos con la ley de amnistía (1995), la expulsión de los vocales del Tribunal Constitucional (1998) y todo el proceso que permitió montar un esquema de apariencia legal para la doble reelección de Alberto Fujimori (2000).

Aunque parezca mentira, Luz Salgado nunca ha sido militante en los sucesivos partidos fujimoristas, tan es así que hoy es una invitada en Fuerza Popular. Sin embargo, tal vez por su extracción sindical, fue un cuadro disciplinado, sin discusión, ni duda. Cabe destacar sin embargo, que en esos años de poder, ella no lo uso en beneficio propio, ni se enriqueció a costa del erario nacional. Es una persona honesta. Pero su disciplina permitió que cosas de las cuales se arrepintió mucho después, sucedieran. Una de ellas, el poder de Montesinos, al que ella visitó en el SIN, sobre todo el aparato del Estado.

Censurada Martha Hildebrandt como Presidenta del Congreso en el año 2000, habiendo renunciado y huido del Perú Fujimori, fue ella la que tuvo que poner la cara. Lo hizo con tristeza y entereza. Creo que nunca conoció las profundidades de la corrupción que durante tanto tiempo la había rodeado. Pero las aceptó, así cómo aceptó pararse delante de todo el país y ponerle la banda presidencial a Valentín Paniagua en una transición democrática en la que no hubo un sólo acto de violencia.

Las elecciones del 2001 fueron un duro castigo para el fujimorismo. Solo tres candidatas resultaron electas. Una de ellas, Luz Salgado. El Congreso 2001 – 2006 en un acto innoble desaforó a las tres, cuando no eran sino la mínima expresión de un iniciativa política hundida en el descrédito. Nunca se le probó nada y litigó durante años para volver a su curul, que quedó vacía. Regresó electa el 2006, el 2011 y el 2016, sobreviviendo a la última purga de “albertistas” que sacó de la lista a su eterna compañera legislativa, Martha Chávez.

Luz Salgado es una mujer de modales agradables, afable en el trato y por naturaleza, ajena a la confrontación, aunque como todos, sabe enojarse. Es muy simpática, la verdad. La política la ha curtido como para saber que mientras el adversario esta al frente, el enemigo esta en casa. Ha vivido con alegría momentos de triunfo y ha sufrido largas temporadas de aislamiento y desolación política. 26 años en la vida pública no son pocos.

¿Es una buena señal su designación como Presidenta del Congreso? Espero que si. Desconozco porque la escogieron sus compañeros de bancada y porque Keiko Fujimori aprobó su designación. A pesar de la antigua amistad con su madre o la que tuvo posteriormente con su padre, no son cercanas. No hay una relación de tía/sobrina ni nada que se le parezca. Su relación es, esencialmente, política. Por eso, quiero creer que los congresistas electos quieren tener alguien con experiencia en quien confiar y que la cúpula esta mandando tres señales.

La primera, no hay una vuelta a los noventa. La mesa directiva será multipartidaria y las presidencias de las comisiones se repartiran proporcionalmente entre los partidos. Hacerlo “a la antigua” sería un pésimo programa con miras al 2021.  La segunda, una reivindicación del “albertismo” que representa Kenyi, maltratado con la marginación de la campaña. La tercera, la necesidad de abrir un puente, que sólo Luz Salgado, de los 73 congresistas, puede abrir en caso de que esa vía se necesite abierta y despejada para llegar al Ejecutivo.

Esperemos pues una juramentación este 28 de julio sin escándalos, ni sobresaltos, con un buen manejo de la mesa. Si Luz Salgado pudo ponerle la banda a Paniagua en tiempos difíciles, puede hacerlo con Kuczynski, en tiempos mucho mas fáciles.

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