Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

10 abril, 2016

¡A votar!

 

Pongan la etiqueta que pongan, esta primera vuelta electoral ha sido tan rara (¿atípica? ¿en curso de ser semidemocrática? ¿extremadamente procesalista?) que obliga a todos a pensar en que las reglas de juego sí importan. Todos los jugadores deben tener el piso parejo y, ese, no ha sido el caso en las elecciones 2016.

Recordemos los últimos meses.  Llego fines de diciembre del 2015 con 23 partidos habilitados para participar en las elecciones generales. 19 inscripciones presidenciales se registraron en enero. De ellas, dos alianzas agrupaban a tres partidos cada una. Hoy, 7 inscripciones presidenciales se han retirado y dos han sido expulsadas por el JNE – por primera vez en nuestra historia de elecciones nacionales – dejando una cedula de votación con 14 candidatos presidenciales, de los cuales solo habrá que escoger entre 10. Sin embargo, corren 11 listas parlamentarias (al menos en Lima, en otras circunscripciones son menos) y 9 listas al Parlamento Andino.

El resultado de la expulsión de Acuña y Guzman no se acaba en esta primera vuelta y por mucho tiempo será parte de la ya impostergable reforma electoral que, como ciudadanos,  debemos exigir se discuta apenas ingrese el nuevo Parlamento. Las contradictorias resoluciones del JNE han dejado en claro que a la hora de resolver casos similares, han primado criterios extra legales. Esto no puede volver a pasar nunca más.

Lo segundo es que las reformas de financiamiento partidario, evadidas por este Congreso, aunque usadas políticamente para atacar a varias organizaciones, pero, sobre todo a la oficialista,  no pueden soportar ya más hipocresía. Si un cambio político fundamental debemos esperar, es ese. Los partidos darán batalla en contra, eso es seguro; sin embargo, el Congreso que emerja de la votación del día de hoy, si de verdad quiere romper con un pasado corrupto, tiene que apoyar esta reforma institucional.

Lo tercero es que no existirán verdaderos partidos mientras éstos tengan propietario. El dueño de la marca hace, literalmente, lo que le da la gana. Esta elección los ha expuesto de peor forma que ninguna anterior. Ahí tenemos a los candidatos frustrados al Congreso, cuyos dueño de partido los retiraron sin si quiera preguntarles. Salvaron la costosa inscripción del partido, sólo porque se lo permite la ley. ¿No sería bueno revisar una ley que le da oportunidades extraordinarias a quien en realidad no tiene representación popular?

Lo cuarto es que esta elección, impredecible como todas en sus resultados, es impredecible también en sus reglas. Este JNE, atacado de un excesivo protagonismo, nos ha tenido discutiendo dos meses quién se queda y quién se va de la contienda.  Ahora, a sabiendas de su grave responsabilidad, no quiere decir, sino hasta después de conocer los resultados, si aplicará la nueva ley a los dos partidos que han formado alianzas. Alianza Popular y Alianza para el Progreso necesitan tener al menos 7% del voto nacional parlamentario (o 6 congresistas con las más altas votaciones en más de una circunscripción electoral), para mantener su inscripción y colocar parlamentarios, si se aplica la nueva ley. Si se aplica la antigua ley, solo 5%. ¿No puede decir de antemano el JNE cuál ley aplicará? Ha dicho que no, contribuyendo a su desprestigio. Es una pena. Costó 16 años recuperar la confianza de la ciudadanía en un sistema destruido por el fujimontesinismo en las elecciones fraudulentas del 2000. La ONPE y Reniec,  no han quedado tan mal paradas, pero el JNE está muy por debajo de lo mínimo que se esperaba.

Sin embargo y pese a todo, millones van a votar hoy. Hacerlo 4 veces seguidas, cada cinco años, por un nuevo Presidente, es un record para una sociedad fragmentada y desinstitucionalizada como la nuestra, tan próxima a cumplir 200 años de independencia. Ojalá lleguemos al 2021 votando por un nuevo Presidente, otra vez más.

Columna publicada el domingo 10 de abril del 2016 en el diario La República, día de las elecciones generales en el Perú.

PS. Ayer en la tarde, después de ser enviada esta columna para su impresión al diario, el JNE anunció que aplicaría la norma antigua para la valla electoral. Un día antes de las elecciones y teniendo ya a mano los resultados de los simulacros de días anteriores (esos que no pueden ser difundidos) y los de ayer, con sus respectivos márgenes de error, tomó una decisión que debió estar clara desde enero, cuando se emitió la ley. Una vergüenza mas, de cualquier modo y con nombre propio. Porque más sencillo es pasar con 5% que con 7%. Gracias al JNE de tener 4 partidos seguros en el parlamento pasaremos a tener 10.

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