Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

5 Diciembre, 2015

No me gusta y si me gusta: Toledo

Y finalmente le llega el turno al ex Presidente 2001 – 2006, Alejandro Toledo. ¿Qué no me gusta y que me gusta?

No me gusta:

a) No me gusta que mienta. Y en este caso se trata ya de un problema que sólo puede explicar un psiquiatra o un psicoanalista. Es decir, que los políticos mienten, ya lo sabemos. Deforman la realidad, exageran, simplifican, prometen imposibles, hacen populismo, demagogia y ofrecen exactamente lo opuesto a lo que hacen en el poder. Hasta ahí, todos pecadores.

Pero el defecto de Toledo va mucho mas allá. Son mentiras tan descaradas, tan infantiles, tan ridículas, que termina convertido en el hazmerreír público. Pero no escarmienta. Por el contrario, con el paso de los años se ha puesto peor. Por eso ya ésta en la cola de los “punteros” con 3 puntos de intención de voto, próximo a perder la inscripción sino pasa la valla electoral de 5%.

La lista de mentiras se pierde en la memoria del tiempo. Pero hay algunas notables. Mintió con la paternidad de Zaraí diciendo que se haría una prueba de ADN en plena campaña del 2001. Jamás se hizo la prueba y después de negarla en cien idiomas, la tuvo que reconocer. Se enredó en una mentira que era una inmoralidad manifiesta – ahora que lo pienso, muchos de los que hoy acusan de inmoral a Acuña, no tenían problema alguno de trabajar con Toledo, ¿moral laxa? – y sólo cuando su popularidad estaba en un digito y al borde de la vacancia, la reconoció.

El mentiroso más sinvergüenza hubiera escarmentado, pero no, Toledo se inventó que su suegra había gastado mas de 5 millones de dólares en inmuebles en Lima comprados con compensaciones económicas del Holocausto causando la justificada ira de la comunidad judía en el Perú, que no pudo sino acusarlo de mentir de la forma más descarada. ¿Creía que no lo iban a desmentir?

Ya las últimas no dan rabia, dan risa. ¿Va a recibir un premio Nobel en la India? ¿Qué le pasa a éste hombre? Sólo alguien con una infancia donde fue golpeado duramente puede mentir tanto sin que se le mueva un pelo. Es, probablemente, una estrategia de sobrevivencia infantil. Pero ya está bien grandecito.

b) No me gusta Ecoteva, Maiman, su suegra, su esposa, los enredos en Costa Rica y todo esa operación enrevesada, llena de mentiras desde el día uno, que sólo ha probado que Alejandro Toledo utilizó a una anciana para comprarse bienes inmuebles que eran para él y su esposa y que no querían que herede Zarai. Así de fácil. Si la plata se la regaló su amigo Maiman (poco conocido por generosidades de ese calibre, que además pudo haberlas realizado sin una empresa de fachada en Costa Rica), si es lo qué no gastó de la última campaña o si es dinero de favores bien pagados, debe verse en un juicio que aún no se inicia, pero que ya tiene acusación fiscal para algunos implicados. Toledo pasó por mucho tiempo como un mal Presidente, pero al menos no había robado o mandado matar a nadie. Lo del robo, hoy está en juicio.

c) No me gusta que engole la voz, que se invente palabras y expresiones directamente traducidas del inglés y que, castellanizadas sólo producen confusiones que lo que dejan en ridículo. Desde “entretener” preguntas, hasta sus “facultades” cae una y otra vez en lo mismo.

d) No me gusta su carácter de “becario perpetuo” (la genial frase es de Jaime Bedoya) que todo lo espera de otro: la Universidad, el Estado, los amigos o la empresa privada. El, no paga la cuenta. Así de fácil. Cuando llegó a la Presidencia pensó que era una beca “full tuition” y no se pagó pero ni un corte de pelo. No digo que no exista un partida de gastos personales que deba venir con el cargo, pero Toledo exageró y de lejos.

e) No me gustan sus líos familiares, que llenaron páginas de páginas de denuncias, con sus hermanos, sobrinos y demás parientes metiéndose en problemas con el Estado que él no supo o no pudo controlar, incluida una acusación por firmas falsas o su “secuestro” en el Melody.

f) No me gusta que fuera un mal gestor. Tuvo muy buenos ministros y no supo aprovecharlos. No hay ninguna reforma importante de su gobierno salvo el inicio de los TLC, el primero, con Estados Unidos.  Su reforma del Estado consistió en subir sueldos (atrasados, es verdad) pero sin ningún sentido meritocrático. Lo único notable fue cerrar el régimen pensionario de la cédula viva. En los demás, su gobierno estuvo lleno de oportunidades perdidas.

g) No me gusta que use a lo que queda de su partido como un proyecto caudillista y personal. Durante años, no ha hecho otra cosa que perder buenos cuadros políticos, buenos militantes y buenos amigos que le fueron leales en tiempos difíciles. Eso incluye una deslealtad sin nombre como sacar a Daniel Mora de la Presidencia de la Comisión de Educación.

Si me gusta

a) Me gusta su alegría. ¿Qué les puedo decir? Al hombre parece que se le cayera la casa encima y puede seguir cantando y bailando sus huaynos muerto de risa. Que tiene espíritu, vaya que lo tiene. Por eso no creo que sea un hombre malo. Cobarde, al no reconocer a su hija, tal vez, pero no un malvado como he visto a otros en la política.

b) Me gusta que eligiera bien a la mayoría – no todos – de los Ministros de los que se rodeó y que 10 años después, ninguno de ellos este procesado o condenado por haberle robado al Estado.

c) Me gusta que sea un hombre que se ha hecho sólo y desde la pobreza, no dejando pasar ninguna de las oportunidades educativas que recibió. Pero me gustaría más si no los recordará cada 5 minutos, como si ese fuera su único merito.

d) Me gusta su espíritu de lucha. En el 2000, cuando todo parecía consumado para un tercer periodo de Fujimori, no se rindió. La suerte lo ayudó, es verdad. Pero nunca se echo para atrás y eso vale. Y políticamente vale no haberse aliado con el Apra cuando García se lo propuso el 2001. Le costó una feroz y muchas veces, desleal oposición por cinco años, pero fue libre de un tutela que hubiera sido fatal para el país. García, como sabemos sólo entiende la política en polos: con él y contra él. Toledo nunca aceptó nada con él. Tremendo merito,  pero ¿posibilidades de sobrevivencia política como adversario de García? Casi nulas. Sino, pregunten a Ollanta Humala.

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