Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

23 Noviembre, 2015

Armonía y discordia: PPC

¿Qué Mauricio Mulder y Jorge del Castillo son compañeros pero no amigos? Que novedad. ¿Qué el PPC está partido entre “castristas” e “institucionales”? Tampoco lo es. Vamos. Las colectividades están hechas de seres humanos. La paz absoluta sólo se encuentra en el cementerio. Podría dar ejemplos en cada asociación de personas que, para cualquier fin y para cualquier causa, se constituya. La armonía es el ideal y para que la permanencia de la colectividad de sostenga, debe mantenerse por el mayor tiempo posible. Pero la discordia es no sólo inevitable sino que muchas veces, sana. Limpia, purifica. No hay que temerle tanto.

Hoy son tiempos de discordia política interna. No puede ser de otro modo y lo es, en mayor medida, en los partidos mas antiguos y mas estructurados del país: el Apra y el PPC. ¿Por qué la discordia? Porque la primera semana de enero se inscriben las planchas presidenciales y la primera semana de febrero las listas parlamentarias. Con 70 congresistas que anuncian su postulación a la reelección y otros miles que pugnan por entrar, el control interno de las cúpulas partidarias es clave. Manejan el 25% de la lista de invitados.

Sin embargo el caso del PPC puede escalar a un nivel más grave que el de la discordia esperada. Las elecciones internas de ayer domingo fueron un desastre. Lourdes Flores ha denunciado a Raúl Castro ante el JNE por faltas que van mas allá de la mera ineptitud o negligencia. Acusar a alguien de tener comités electorales “paralelos” implica dolo. El problema es que estatutariamente Flores no es más que una militante y Castro es el Presidente del partido y ha salido a minimizar las críticas y alzarse con el triunfo de delegados que le son claves.

Para ser precisa, Castro era el Presidente del partido. Su mandato de 4 años venció el 20 de noviembre y según el Estatuto el único cargo que queda vigente es el de Luis Bedoya Reyes, Presidente Fundador. Pero esos detalles hoy nadie los recuerda.

A estas alturas el pacto con el Apra parece el sueño particular de Flores, mientras que el pacto con el fujimorismo el sueño particular de Castro. Dos visiones muy diferentes para un partido que ha hecho todos los méritos para no pasar por si sólo la valla del 5% en las elecciones del 2016. Ese, aunque parezca increíble, es el  mayor desafió de un partido de 50 años. Y es una verdadera vergüenza.

¿Qué hizo Castro para merecer acusaciones tan graves?

Tratemos de explicarlo en sencillo. Reconociendo las diferencias internas se llegó a un acuerdo en el último Congreso. Se convocó a un grupo de “notables” del PPC y  éste, por encargo del Congreso,  nombró al Tribunal Electoral Nacional. Todos satisfechos. Sin embargo, uno a uno los miembros fueron renunciando – mi informante señala que ofendidos por el maltrato de Castro que desconoció hasta a su propio Presidente – y, a pocos días de las elecciones de delegados del domingo, Castro  – por sí y ante sí – nombró a los miembros del Tribunal que faltaban por una resolución que él sabe, está prohibido de emitir, según se lo recordó el propio JNE. Es decir, nombró un Tribunal a su medida, que dicen sus adversarios, a 48 horas de las elecciones del domingo comenzó a impugnar listas (todas de los seguidores de Lourdes Flores) y cambiar Comités Electorales en todo el país. En Lima, no fue tan fácil, pero la situación en provincias es crítica. Hay listas ganadoras dependiendo de que Comité Electoral las proclame.

Así las cosas, la próxima Convención de Delegados, que aprueba candidaturas y alianzas, puede terminar en la Comisaría.

Esto es Guerra

Hace algunos meses Raúl Castro anunció a sus correligionarios que aspiraba a ser candidato presidencial con el apoyo de grupos evangélicos y católicos con una agenda anti derechos de homosexuales y anti aborto. Su candidatura no fue rechazada. Por el contrario. Luego surgió en él la idea de acercarse al fujimorismo para no perder la inscripción, dado que Castro sabe que un segundo fracaso cómo el de su candidato Zea a Lima, es su fin.

Su objetivo hoy es mantener la Presidencia del partido, manejar las alianzas y desconocer (algunos dicen “amenazar”) a cualquiera que se interponga en su camino. Sea la Junta de Notables, que logró reconstituir un Tribunal que Castro desconoce, sea Lourdes Flores o sus aliados, Marisol Peréz Tello o Alberto Beingolea (cuya cabeza ya está pedida para no integrar la lista parlamentaria).  Sea quién sea, Castro no soltará el cargo ni aunque se lo pida el mismísimo Luis Bedoya Reyes.

Los partidarios de Lourdes Flores (que no la apoyaron en el pacto con el Apra) quieren recuperar el partido y refundarlo hoy. Pero saben que será difícil. Uno de ellos me dijo “en dos años recogeremos las ruinas y volveremos a juntar las firmas para la inscripción, pero primero expulsaremos a Raúl Castro”.

Ese es el lío. Digamos, que mas allá de alianzas, el verdadero lío. Y ya no tiene vuelta atrás. Mas allá de la discordia, puede venir una escisión.

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