Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

16 noviembre, 2015

Un asunto extrañamente lejano: la crisis del CNM

«Debemos hacer algo sobre el Consejo Nacional de la Magistratura» – decía yo – y  mi buena productora me bosteza cada vez que menciona esas palabras.  – «¿Qué es eso» – me decía, «me vas a matar a la audiencia de aburrimiento, por favor, ¿para el final del programa, ya? Es un plomazo» – Recuerdo, no las exactas palabras, pero algo así. Han pasado más de diez años desde entonces. Y ella, que hoy está muy lejos de la televisión peruana, sigue teniendo razón.  El tema es un plomazo, pero no tendría porqué serlo.

Probablemente el 99% de un grupo de encuestados no sepa que es el CNM, para que sirve y quien lo conforma. Y eso está mal. Muy mal. ¿Por qué? Porque este órgano, nuevo en la Constitución de 1993, es el responsable directo de la calidad del servicio del  Poder Judicial y Ministerio Público. Así de grave.

La próxima vez que desate su furia contra «la porquería de jueces y fiscales» que sueltan delincuentes avezados y reparten prisiones preventivas a inocentes averigüe el porque. No es porque fiscales y jueces sean intrínsecamente malos, corruptos, ineptos o irresponsables. En otros lugares son las figuras mas respetadas de una comunidad.  Es porque alguien los escogió y ese no supo calificar adecuadamente sus habilidades y rectitud.

¿Quién escoge a los jueces y fiscales en el Perú? El CNM

¿Quién bota a los jueces y fiscales en el Perú? El CNM

¿Quién ratifica a los jueces y fiscales cada 7 años en el Perú? El CNM

¿Y la mayoría de peruanos – esa mayoría que desprecia  a todo el sistema judicial por corrupto, injusto, ineficiente, lento, no sabe nada de este órgano? ¿No lo crítica? ¿No marcha por las calles pidiendo la cabeza de consejeros inadecuados para el cargo? No. A nadie le interesa.

Aprendamos pues, algunas cosas. El Perú ha tenido dos sistemas de elección y sanción de jueces y fiscales. El político – con intervención del Presidente de la República y ratificación del Senado para la Corte Suprema – vigente hasta 1993 y el especializado o profesionalizado, donde un órgano colegiado, e independiente de la política, hace el trabajo.

Con el primer sistema, el político, nos fue pésimo. Si hay hasta hoy una invasión de apristas en el Poder Judicial es por los poderes de designación de Alan García de 1985 a 1990. Dios nos libre de volver a un sistema así con lo que ha costado tener un Tribunal Constitucional por primera vez, sin carnetizados.

Pero el sistema de especialistas o independiente está sufriendo una crisis derivada de su conformación semi gremial. Los 7 consejeros tienen orígenes muy distintos – no necesariamente deben ser abogados – y formas de elección diversa. La conformación que manda hoy la Constitución es la siguiente:

1. Uno elegido por la Corte Suprema, en votación secreta de Sala Plena.

2. Uno elegido, en votación secreta, por la Junta de Fiscales Supremos.

3. Uno elegido por los miembros de todos los Colegios de Abogados del país, en votación secreta.

4. Dos elegidos, en votación secreta, por los miembros de los demás Colegios Profesionales del país conforme a ley.

5.Uno elegido en votación secreta, por los rectores de las universidades nacionales.

6. Uno elegido en votación secreta, por los rectores de las universidades particulares

Nos queda claro que al constituyente le gusta la votación secreta, y un afán de «profesionalizar» a los elegidos. En teoría podría funcionar bien, en una sociedad con una activa participación gremial, pero sabemos que esto no es así,

El resultado es un nuevo desastre. La destitución (luego del escándalo público y la renuncia de Pablo Talavera) del Consejero Pariona que se jactaba de sus inmoralidades no es más que la punta del iceberg. La cosa esta podrida porque el sistema de elección  y designación de Consejeros es pésimo.

Les pongo un ejemplo personal. Yo, como miembro del Colegio de Abogados de Lima, con mas de 60,000 abogados (sino me equivoco, pueden ser ya más) tengo que votar por un insigne desconocido del que no se nada y del cual el Colegio, mi Colegio, no me informa nada, ni por correo electrónico. Eso le pasa a todos los abogados del país. Entonces, en elecciones raleadas (va poca gente) se escoge al más mediático o al que ofrezca a jueces y fiscales garantías de permanencia, porque ellos, si van a votar por ser los más interesados.

Lo de los otros colegios es un desastre. Votan por delegados que a su vez votan por los candidatos. ¿Qué puede salir de ahí? Cualquier cosa. Al final, los que terminan destacando son los elegidos por los Vocales y Fiscales Supremos,

Pariona se fue, pero ahí no acaba esta historia. Aquí debe empezar la reforma. Conozco tres instituciones de alto prestigio que ya tienen propuestas de Reforma Constitucional: La PUCP, Transparencia e Ideele.  Cualquiera de las tres puede convocar a amplios sectores de la academia, jueces, fiscales, litigantes y llevar a un consenso meditado para presentar un Proyecto de Reforma Constitucional a discutir en las primeras dos legislaturas del siguiente Congreso.

El debate está abierto y vale la pena darlo, porque mantener lo que tenemos sólo garantiza un desastre más, una decepción más y el desprestigio de un poder del Estado sin el que la democracia no puede subsistir.

 

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