Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

14 Noviembre, 2015

Un paréntesis médico: Diabetes

De este plato tan rico,  sólo la ensalada y el pollo sin pellejo.

Hace unos días, mi amiga y periodista Patricia Montero me llevó a conocer al doctor Herald Manrique, Presidente de la Sociedad Peruana de Endocrinología, médico del Hospital Loayza.  Los endocrinólogos son los médicos que se preocupan por todas las hormonas de nuestro cuerpo. Eso hace que los consulten por problemas de crecimiento, hipo o hiper tirodismo y muchas enfermedades más. Sin embargo, estos médicos (que escandalosamente no pasan de 300 en todo el Perú) vienen luchando en sus consultorios con los que se esta convirtiendo en nuestro país en un epidemia: la diabetes.

Hay dos tipos de diabetes. La diabetes 1 es la que ataca en la infancia y hace a los niños insulino dependientes. Su páncreas simplemente no genera insulina, que es un hormona indispensable para vivir. La diabetes 2 es la que ataca (atacaba) a los adultos que por edad, perdían toda o parte de la capacidad del páncreas para generar insulina.

El doctor esta muy preocupado. El problema hoy en día es que se están presentando casos de Diabetes 2 en jóvenes y niños derivados de dos factores, obesidad y  predisposición genética. La obesidad obedece a la vida sedentaria de la ciudad y a pésimos hábitos alimenticios, algunos traídos del campo a la ciudad. Me explicaba el doctor que en su práctica en el Hospital Loayza se enfrentaba a patrones culturales que reproducían la dieta para un agricultor – camina horas, ejercita todo el tiempo su cuerpo – en la vida urbana, porque esa era la costumbre.

La epidemia no es broma. Según el doctor, hay dos millones de diabéticos en el Perú, la mitad sin diagnosticar. No hay un Programa Nacional de Diabetes ni entrenamiento para médicos generales en el nivel primario que puedan diagnosticar y tratar una enfermedad que no tiene cura pero que con medicación, controles  y un poco de disciplina en la dieta y ejercicio, garantiza una optima calidad de vida. Y hay poquísimos endocrinólogos en el Perú.

El tratamiento mal llevado – el caso de la mayoría de pacientes pobres – garantiza insulina barata, pero no dieta adecuada, ni las tres o cuatro mediciones diarias de glucosa para tomar decisiones inteligentes sobre la dieta. El resultado es costosísimo para la salud pública (no sólo en el Perú). Las secuelas, que tienen que atenderse, son muchas y van desde perdida de la visión hasta amputaciones y problemas renales que terminan en diálisis. Todo eso se puede evitar.  La falta de un Programa Nacional de Diabetes, esta costando al Estado peruano mucho mas caro que tenerlo.

En el verano del 2009, baje muy rápidamente de peso. Me sentía realmente, muy mal por razones muy públicas. El endocrinólogo determinó que tenia problemas con la tiroides y con la glucosa. Mis análisis no eran tan malos, pero era necesario controlar una condición que se llama síndrome metabólico. Medicación, dieta y ejercicio, igual las subidas de peso fueron rápidas y las bajadas lentas. Me hablaron de mi “resistencia a la insulina”  pero lo que más le interesó al médico fue que tuve diabetes de embarazo. Una de cada tres mujeres desarrollará, años después, diabetes. A pesar que en los años siguientes mi peso subió, con la medicación preventiva y el control de la tiroides se supone que poco a poco, el cuerpo debe volver, sin cambios violentos, a un peso normal. Al menos, eso esperamos.

Gracias a estos controles semestrales aprendí mucho sobre la diabetes y cómo prevenirla. Y en caso de tenerla (dos episodios de glucosa fuera del límite ya convierten al paciente en diabético) como vivir mejor. Pero no todos tienen la suerte de tener la medicación, los análisis oportunos y la visita al doctor.

Hoy es el Día Mundial de la Diabetes que busca poner la atención pública en la enfermedad e instar a las autoridades de salud a tomar medidas efectivas para la prevención y control. El doctor Manrique me regalo un manual educativo estupendo, hecho para peruanos y lleno de platos peruanos, de lo que podemos y no podemos comer. El libro educa, destruye varios mitos y da pautas sencillas de cumplir. Lamentablemente el Ministerio de Salud no quiere editarlo pero el doctor, con ayuda de una empresa privada, ha hecho un tiraje para regarlo a sus pacientes. Uno de los objetivos del libro es educar a la familia, a quien prepara la comida y por supuestos a las nutricionistas que no están entrenadas en control de diabetes.

Hay mucho por hacer. Pero si no se hace nada llegaremos, como Estados Unidos a tener un 30% de la población en serios problemas de salud que pudieron prevenirse. ¿Ese es el camino? ¿Un país de niños desnutridos y obesos diabéticos?  Eso puede cambiar si el Ministro escucha.

 

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