Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

4 Noviembre, 2015

Depredadores de la democracia

La democracia representativa se sustenta en la separación de poderes. Sea el sistema presidencial (como en Estados Unidos), o parlamentario (democracias europeas), un delicado sistema de “peso y contrapeso” hace que ningún poder pueda prevalecer sobre el otro, diluyendo toda posibilidad de una autocracia o un sistema absolutista.

Nuestro sistema de gobierno, que no es parlamentario ni presidencial en pureza, si no una mezcla de ambos, puede servir para gobernar siempre cuando no se le perfore de la forma a través de la cual se le ha perforado por décadas, debilitándolo, desprestigiándolo y haciéndolo campo abierto para la corrupción. ¿Qué se ha logrado? Un desafecto por la democracia que hace suspirar a millones de peruanos por gobiernos autoritarios.

Los culpables son muchos, pero cuando son muchos, no hay ningún culpable, así que es mejor señalar una  causa concreta. La culpa de la crisis de la democracia representativa, en particular de todos aquellos órganos colegiados elegidos por el pueblo (Congreso, Gobiernos Regionales y Municipalidades) ésta en las reglas del juego con las que elegimos a nuestros representantes.

Si no cambiamos esas reglas, todos los incentivos perversos están dados para que sólo elijamos a los peores cuyos méritos son, hoy por hoy, los siguientes:

  • Gana el más ladrón, si hace obra
  • Gana el más mentiroso, y no importa su contradicción total
  • Gana el más asesino, sino me importan los muertos que mando matar
  • Gana el que más plata pone en la campaña, no importa con quien asuma compromisos hasta delictivos.

El sistema se ha desprestigiado tanto que ahí están los resultados. Y puedo dar ejemplos para cada afirmación, sin embargo dejo a la imaginación del lector ubicar sus propias experiencias.

¿Podemos resignarnos a tener un  peor Congreso que éste? No podemos.

Pero si no hay reforma eso es lo que tendremos. ¿Hasta qué límite?  Hasta que la capacidad de autogobernarse del pueblo quede destruida por nuestra desidia e indolencia.

Hoy tenemos una “casta parlamentaria” que se  niega a la reforma de sí misma porque es tributaria de las reglas que la originaron. ¿Castiga el pueblo a esta “casta”? Cada 5 años y con dureza. No los reelige. Pero algunos, unos 15 o 20,  los más conocidos, se juegan la lotería de la reelección  manteniendo las mismas reglas de juego que serán su ruina. Eso es lo que con vergüenza y horror vemos en el Congreso estos días.

¿Qué es lo que hay que cambiar?

Elecciones al Congreso:

  1. El sistema parlamentario es un sistema basado en partidos no es personas. El congresista no es propietario de su curul y no es representante de sus votos preferenciales. Es un representante partidario. Ha sido elegido, en primer término por un partido o alianza y al respeto a esa voluntad popular se debe.
  2. El acceso a una lista parlamentaria tiene que provenir de una contienda interna donde votan militantes o militantes y público. El sistema de delegados ha devenido en una aberración porque es manejado por una cúpula que es la misma que se reserva un porcentaje de “invitados”. Asambleas a mano alzada, sin ninguna supervisión externa son una burla, por no decir una vergüenza. Elecciones un militante un voto, con la ONPE encima para que nadie se robe los votos.
  3. El porcentaje de 25% de invitados puesto a dedo por la cúpula se determina no el prestigio local de un ajeno al partido. Hoy se invita por la calidad de la billetera del invitado y ese es el primero que se larga cuando llega al Congreso. Por eso los militantes de un partido quieren voto preferencial, para evitar la competencia desleal de terceros. Pues hagamos a la reforma un doble favor. No hay invitados, no hay voto preferencial. Muerto el perro, muerto la rabia. Si quieres postular, milita pues.
  4. El orden la de lista de se define por el número de votos obtenidos en las internas. ¿No les gusta? Qué pena. Eso es democracia.
  5. Las alianzas son por 5 años y no suman todas las inscripciones para que todos juntitos pasen la valle del 5%. Si la alianza se rompe, se llama a los accesitarios que sí quieran permanecer en alianza. Y por cada partido que se sume a la alianza se requiere 2.5% más de votos para pasar la valla y no perder la inscripción (gran propuesta de Transparencia). Si se prohibieran estas “alianzas bamba” no tendríamos más de 6 a 8 partidos. No el hazmerreír mundial de 21 inscripciones vigentes.

El sucio dinero:

Es curioso como la persecución a Nadine Heredia ha servido para poner luz sobre un asunto que afecta a todos los partidos. Les salió el tiro por la culata pero aquí van los mínimos de reforma:

  1. Responsabilidad penal del Tesorero y sus adjuntos, por fraude en la administración de partidos políticos con penas no menores a los 10 años de cárcel.
  2. Perdida o suspensión de la inscripción partidaria, prohibiéndose la postulación en el siguiente periodo electoral.
  3. Bancarización de todo ingreso y todo gasto, pagado a proveedores formales y con comprobantes de pago formales.
  4. Prohibición de falsas actividades y otras triquiñuelas.
  5. Determinación de fondos de origen prohibido.
  6. Levantar, para sincerar, montos totales de aporte individual.

¿Tenemos tiempo?

Poco. En un máximo de 5 semanas se deben convocar elecciones.

¿Quién quiere organizarse para rescatar a la democracia de sus depredadores?

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