Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

19 Octubre, 2015

Ministro censurado. En este gobierno, ¿cuál es la novedad?

Por si no lo conocían, les presento al Ministro de Justicia

El Congreso tiene largamente los votos para censurar al Ministro de Justicia, Gustavo Adrianzen. Si ya censuró a un gabinete entero – después de casi 50 años en la historia del Perú – ¿por qué se agitan tanto en el gobierno?.

Lo único que puede hacer el Presidente es pedirle su renuncia antes – como en otros casos – y evitar el mal rato. Si Daniel Figallo, una mente jurídica brillante, tuvo que renunciar por el dicho de una Procuradora – la doctora Vilcatoma – que no me podía decir ni siquiera que delito había cometido el Ministro, ¿por qué se quedaría éste Ministro?  ¿Se acuerdan de la “conspiración” para favorecer a Martín Belaúnde Lossio (el “cajero de Palacio” según una de las tantas inspiradas muletillas de Alan García durante este gobierno)?  Con esos antecedentes, mejor que se vaya Adrianzen de una vez. En este deteriorado escenario político para el gobierno, es una causa perdida.

Ahora bien, ¿qué ha hecho de espantoso el Ministro que justifique su censura? Poco, la verdad. Como con Ana Jara – ya nadie recuerda porque censuraron un gabinete entero, pero fue por los reglajes de la DINI –  no es necesario hacer o dejar de hacer para ser censurado. Basta con la decisión política de reventarle la vida al gobierno o al Ministro, como lo fue el caso del Ministro Fernando Rospigliosi, el único Ministro censurado de la década pasada. No es necesaria una justificación porque la decisión política consiste en demostrar quién tiene más poder. Y hoy tiene ese poder el Congreso. El “poder de joder” dirán algunos. Efectivamente.

La Procuradora Julia Príncipe defiende los intereses del Estado en los casos de lavado de activos.  Al igual que la Procuradora Sonia Medina Calvo, que ve narcotráfico, les toca bailar con la más fea. Ni siquiera el Procurador Anticorrupción, Joel Segura, hoy ésta expuesto a tanto riesgo. Mucho menos los cientos de procuradores de cada institución pública que conforman el sistema de defensa judicial de los intereses del Estado. Por eso, y con toda razón, éstas abogadas son hiper sensibles al trato que reciben del Ejecutivo. Aunque no son más que una de las partes en el proceso – abogadas de una parte, el Estado –  y no tienen capacidad de decisión fiscal o judicial, su proactividad en los pedidos y su proclividad a reclamar públicamente contra decisiones judiciales adversas las hace mediáticamente visibles y muy odiadas por las peores y más feroces organizaciones criminales. Requieren protección del sistema, mas que ningún otro funcionario.

Es pues una torpeza del Ministro Adrianzen, conociendo estos antecedentes- y los de la salida de su antecesor – enviar un oficio a la Procuradora Príncipe pidiéndolo explicaciones sobre sus declaraciones en el caso Heredia. Es cierto que una ley obliga a pedir permiso a los procuradores para dar declaraciones, pero – gracias a Dios- esa la ley no la cumple nadie. Si fuera lo contrario, los periodistas nos quedamos sin una de las mejores fuentes abiertas que hay para conocer los expedientes mas importantes en curso.

También es cierto que la Procuradora no puede afirmar que jamás pidió permiso en el pasado para hablar públicamente, porque sí lo hizo. En un contexto de defensa de su honor, es verdad,  pero lo hizo, siendo éste un derecho constitucional que no requería solicitud expresa. En todo caso, el oficio del Ministro molestó de sobremanera a la Procuradora y lo hizo público. Otra persona pudo mandarlo al archivo sin hacerle caso alguno, respondiendo alguna de las formulas burocráticas de ocasión y seguir adelante, pero ella eligió otro camino y está en su derecho.

¿Ahora? Pues lo más sano y rápido es que el Ministro renuncié.  Las torpezas se pagan. Pero también es probable – y sería una pena – que con el Ministro se vaya la doctora Príncipe. La semana pasada se excedió afirmando que había una persecución contra ella desde Palacio y que era una persona “incomoda”. Pedirle explicaciones fue una torpeza pero no es una persecución. Esa sí es  una acusación muy grave para justificarse con un sólo oficio. Ahora el ofendido puede ser el Presidente de la República y su puesto depende de él.

Lamentablemente, ella al tratar de defender su independencia, ha sido funcional a la agenda del Apra por destruir lo poco que quede de éste gobierno a cómo de lugar sin entenderse aún del todo el porque si ya se van. A la prensa que supuestamente la “defiende” lo único que le interesa es que ella declare contra el Presidente y su esposa. No que ella mantenga lo altos estándares profesionales que siempre ha tenido. Ojala se de te cuenta a tiempo y no les baile a la música que le tocan. No estarán después de su salida.

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