Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

4 Octubre, 2015

Keiko Kaviar

Foto Perú 21

Keiko Fujimori puede mirar su futuro político con optimismo. Aunque nada ésta dicho, el último 34% que le da GFK la pone definitivamente en la segunda vuelta y a muy poco de ganar en primera vuelta. Si se restan los votos blancos y nulos ésta en 49%. Triplica al segundo contendor, PPK. En el sector rural y en el D/E tiene 38%. Su bastión de votos esta ya con los más pobres y será difícil sacarla de ahí.

En la campaña del 2011 los resultados en las encuestas de Fujimori fueron, de principio a fin de la campaña, casi los mismos en primera vuelta. Se graficaban en una línea horizontal mientras que sus contrincantes Toledo, Castañeda, PPK y Humala subían o bajaban en una montaña rusa. Ella no. Tenía y creo que mantiene un votante duro de 20% popular y con una demanda autoritaria de orden más urgente que en el 2011.

Steven Levitsky, su anfitrión en Harvard, dijó el 2011 una frase lapidaria “de Humala tenemos dudas, de Fujimori, tenemos certezas”. Keiko Fujimori ha escogido el escenario que este académico le brindó para mostrar una versión menos dura y autoritaria, más “moderna” y acomodada a los tiempos. Sabe que hoy un 30% de sus votantes no cambiará su voto y probablemente aspira a incrementar la votación del centro político que podría llevarla a ganar en primera vuelta en 6 meses.

¿Cuáles son las grandes debilidades de Fujimori en un auditorio internacional pero proyectado al Perú? Su falta de compromiso con la garantía a libertades fundamentales. Eso, en Estados Unidos y en cualquier democracia moderna te convierte hoy en un proyecto “a lo Chávez”. Es decir se asocia autoritarismo a socialismo. Internamente, sabemos que el autoritarismo de Fujimori, fue en lo económico, liberalizador de mercados, la gran contradicción política de su legado. No se puede ser, por mucho tiempo, un autoritario político y un liberal económico. Ambas plataformas van a chocar y naufragar.

Si Keiko Fujimori ha aprendido esa lección, y cree que ésta es su indispensable “hoja de ruta” en buena hora. Si se acordó de sus años universitarios en Boston y pensó que una conducta intolerante con la comunidad LGTB es inadmisible en estos tiempos, pues qué bien. Sí de verdad cree que el trabajo de la CVR es positivo entonces deberá mostrar con sus actos que no avaló el tarro de pintura naranja que sus huestes tiraron al “Ojo Que Llora” en el Lugar de la Memoria o que asistirá a la inauguración del Museo de la Memoria o que responderá a las sentencias de la CIDH con el acatamiento debido si llega a ser Presidenta. Es decir, todo lo su padre no fue, no hizo y más bien combatió.

¿Se le puede creer? Pues su congresista, Julio Rosas, Pastor Evangélico y promotor de la campaña anti Unión Civil le renunció al día siguiente a la bancada. Entonces, digamos que los suyos, le creen. ¿Los demás? Faltarán muchos actos y pasos firmes para ver si habló en serio. Por ejemplo ¿su bancada presentaría, otra vez, el archivado proyecto de Carlos Bruce y lo haría suyo? Si vemos eso, sería ya otra historia.

Creo yo, que hay otro objetivo en Fujimori. A diferencia de su padre sí cree que debe haber una organización partidaria que sostenga su gobierno. Ella no tendrá un pacto de facto con las Fuerzas Armadas y un “Montesinos” que se la maneje. Necesita bases en todo el país y el trabajo político de 5 años le ésta resultando. Ha creado un partido popular con sectores liberalmente económicos. Si quiere terminar psicológicamente con el padre tiene que terminar con los rostros que representaron al padre por muchos años y cuyas lealtades están con él y no con ella.

¿Qué mejor que imponer el tema de derechos humanos sobre su bancada? Es como echarles ácido muriático. Muchos no van a sobrevivir y no estarán en las listas parlamentarias que se inscriban el próximo febrero. Creo yo, para beneplácito de Keiko Fujimori.

Columna publicada en el Diario La República el Domingo 4 de Octubre del 2011

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