Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

9 Septiembre, 2015

Desde lejos

People holding mobile phones are silhouetted against a backdrop projected with the Twitter logo in this illustration picture taken in Warsaw September 27, 2013. Twitter Inc, the eight-year-old online messaging service, gave potential investors their first glance at its financials on Thursday when it publicly filed its IPO documents, setting the stage for one of the most-anticipated debuts in over a year. Picture taken September 27. REUTERS/Kacper Pempel (POLAND - Tags: BUSINESS TELECOMS LOGO)

Washington DC.-  Desde enero de este año, cuando comenzaron las denuncias contra Nadine Heredia, le he hecho muchas preguntas por DM en twitter. Sus respuestas han sido publicadas en mis columnas en Exitosa Diario y en este blog, desde abril.

No siempre tengo la suerte de obtener respuesta. A veces, sí. Sólo he tenido una conversación personal con ella en su despacho en febrero de este año, sobre las mismas denuncias. Una  columna en Exitosa del día de la reunión da cuenta de sus respuestas. Jamás he hablado por teléfono con ella, no hago vida social con ella, no es mi amiga, ni yo soy su abogada. La última vez que la ví, antes de febrero del 2015, fue en febrero del 2012 en una reunión con varios periodistas y en octubre del 2011. A su esposo, el Presidente, no lo veo desde que inició su gobierno. Por eso, y a pesar de los esfuerzos desplegados por gente de mala entraña – que no falta –  no han podido encontrar foto alguna.

Los periodistas y los políticos en el poder no pueden tener amistad porque sus roles son antagonistas. Si un político le da información a un periodista lo hace para que su versión se publique. No para que sea su confidente. Se guarda el trato cordial, respetuoso y horizontal donde preguntar no significa una falta de respeto, ni callar un asentimiento.

Salvo, claro, una excepción. Cuando la fuente pida el “off the record” y el periodista se lo concede. No es un pacto implícito, por el contrario, lo implícito es publicar. El “off the record” no se impone al periodista, éste lo concede explícitamente. Hay pues un pacto que sólo ocurre de manera excepcional para pedir protección extraordinaria frente a una amenaza real y porque hay un bien mayor (el interés público) que debe ser servido.

De enero a la fecha, he pedido corroboración a Nadine Heredia en varias oportunidades publicando sus respuestas a mis preguntas. Reitero que la vía utilizada ha sido siempre la misma, el DM del twitter. Y jamás me ha solicitado o yo he concedido un “off the record”. Nunca. Si hubiera sido así no hubiera podido publicar respuestas a preguntas muy específicas. Si eso no sucedió con otros colegas ¿tengo yo la culpa?

A pesar de que mis colegas me han imputado un insulto en particular – sigo esperando disculpas – no soy abogada de Nadine Heredia. Si lo fuera, estaría, ahí sí, obligada por el secreto profesional, a no revelar toda información proporcionada por ella. Tan no lo soy, que no revelar una información relevante en una investigación fiscal me convertiría a mí en cómplice de encubrimiento, si es que, eventualmente (aunque lo dudo) se le condenará por algún delito. De ahí la urgencia de publicar.

Cosa distinta es haber estudiado derecho y que esto genere – no se porque – la ira de los que no entienden un procedimiento y por tanto no puedan explicárselo al público. Tampoco es mi culpa.

Le he reiterado a Nadine Heredia, decenas de veces, que me diga la verdad y se defienda públicamente con esa misma verdad. Todo periodista debe buscar las multiples versiones de una historia, pero su lucha es encontrar la verdad, hasta donde ésta sea visible.  No inventarla, sospecharla, suponerla. Investigar significa corroborar, preparar un cuestionario informado y no hacer emboscadas (o mentir flagrantemente sobre quién paga qué) para lucimiento personal y agravio al prójimo.

La respuesta de Nadine fue que nadie le había enseñado las famosas libretas (otro error más de la “investigación”,  enviar una hoja cuando quieres atacar por el contenido entero de cuatro libretas) Hubiera sido mejor que se las enseñarán. Al no hacerlo, ella  podía decir, con todo derecho, que no conocía su contenido. Y sus adversarios, soltarle contenido a cuenta gotas por semanas.

Me dijó el 22 de agosto, ante mi insistencia de una aclaración para que no hubiera ambigüedades: “De las portadas mostradas no puedo reconocer como mías y menos reconocer así todo el contenido”. Esa es una respuesta contundente. Pero luego, al conocerse el recurso de su hermano Ilan y al publicarse en Utero.pe el contenido completo de 3 de las 4 libretas insistí de nuevo. Tengo reiterados mensajes sin respuesta, o sin una respuesta directa, a la pregunta los días 2, 3, 4, 6 y 7 de setiembre.

Ante mi reiterada insistencia y luego de leer su respuesta, el día 7,  le contesté que iba a publicar su contenido. Espere dos horas y lo publique.

Lo de la “coma” es penoso y da vergüenza ajena. Exonérenme de un comentario, por no unirme a una discusión ridícula.

Estoy muy orgullosa de lo que logrado. Con respeto y sin agraviar, he tenido una declaración contundente sobre un hecho controvertido. Cosa que nadie más ha obtenido con paciencia. Aunque se niegue, eso fue lo que ella escribió.

Y cómo he señalado anteriormente sigo creyendo que a la esposa del Presidente le están dando un apanado inmerecido al que yo no me uno. No trabajo haciendo emboscadas ni revisando closets o ropa interior.  Si por eso voy a seguir recibiendo insultos, pues a mucha honra bloguera.

La experiencia ha sido valiosa. Así como el Caso Petroaudios fue  un parte aguas para saber quién era quién en el periodismo nacional, estos acontecimientos lo vuelven a probar, pero ésta vez  con insólitas y lamentables sorpresas.

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