Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

2 Septiembre, 2015

Que la ira no nuble la razón

Foto EC

¿Quién no ha sentido el terror primero y la impotencia después, al ser asaltado? Esa sensación de orfandad total,  de desamparo absoluto, mezclada con el miedo, la desorientación, la descomposición instantánea al pasar de un estado de alerta por la sobrevivencia, durante el asalto,  a un estado de fragilidad y vulnerabilidad, cuando éste termina. ¿Quién no ha tenido pesadillas después de ser victima? ¿Cuántos peruanos hoy tienen que llevar a sus hijos o ir ellos mismos a tratamiento psicológico o psiquiátrico para superar el trauma y las secuelas que un acto de violencia dejó en su vida?

No es fácil vivir en el Perú. Desconfiamos de todos. Nos encerramos, amurallamos, enrejamos. Perdemos el espacio de encuentro público a tal punto que toda una generación tiene que ser educada para compartirlo. Todo esto es fruto de la violencia.

¿Da cólera? Claro, que da cólera. Cuando, por pura casualidad se atrapa y se desarma a un ladrón, ¿que hacen los vecinos? Descargan sobre él toda la rabia de los vivido ¿verdad? El que menos lo patea en el piso. Dan ganas. Y por eso esta “Fuente Ovejuna, todos a una” nunca ha sido ni social ni judicialmente condenada. Hace algunos años, en “Prensa Libre” hicimos una larga serie de reportajes sobre el fenómeno de la violencia por mano propia que se extendía del campo (ronderos, por ejemplo) a la ciudad y de la periferia urbana a su mismo centro. Hoy, encontramos en las redes una campaña que incita públicamente no a la defensa propia (que tiene características particulares para ser admisible) si no a la violencia urbana en un sistema de “vigilante” muy peligroso.

He escrito muchas veces sobre el tema pero ahí voy de nuevo con lo que NO funciona. Tal vez por machacarlo, lo comprendan.

a) Militarizar las calles. El militar no es policía. Es otra carrera, otra especialización. El militar esta entrenado para matar, no para detener.

b) Aumentar las penas. El Código Penal aprobado en 1991 ha tenido mas de 500 modificaciones y no tiene más de 500 artículos. ¿Resultado? El mismo.

c) Tomar la justicia con las manos. Pésima idea. Primero, porque arriesgas la vida y la de los tuyos. Segundo, porque puedes terminar preso. Cualquier ciudadano no tiene la preparación, ni el derecho, a convertirse en  policía, fiscal, juez y verdugo en cuestión de minutos o segundos y disponer de la vida ajena, por mas rabia que  tenga. Tercero, porque el que toma la justicia en sus manos también puede equivocarse.  Por eso,  la violencia es monopolio  del Estado en una sociedad democrática y así debe continuar.

¿Usted no quisiera matar a quien asesino a su hijo?  – me han preguntado. Si. Claro que quisiera hacerlo. Sería mi instinto de sobrevivencia, mi mas profundo dolor el que me movería, pero no mi razón. Y si eso pasará, estaré rodeada de gente que no ha perdido temporalmente el juicio y que podrá detenerme y contenerme. Eso espero.

¿Qué SI funciona?

a) El trabajo penitenciario serio. Segregación por edades y tipos de delito. Inteligencia dentro de penales para reconocer organizaciones criminales y sus actos y operadores fuera del penal.

b) La inclusión juvenil a través del estudio o el empleo Si sabemos que el perfil del delincuente de poca monta (arrebatos, uso de arma blanca, robo de autopartes)  es joven, pobre, desocupado, hogar destruido, ataquemos ahí. El trabajo municipal es casi nulo en este aspecto. Sin alternativas, sin oportunidades, con familias en situación también de violencia, ¿Por qué no vamos a la raíz? Esos jóvenes son los soldados rasos que se incorporan al delito, si no cortas la cadena, el siguiente eslabón es ingresar a una organización criminal, y al poco tiempo, tendrá un arma de fuego en las manos.

c) Una Policía de verdad. No quiero faltarle el respeto a nadie pero aquí esta, sin exagerar, las tres cuartas partes del problema. No sólo es incapacidad. Tenemos una policía corrupta de arriba a abajo. Tenemos policiales ¡de policías! El policía choro ya es un personaje local. Aquí hay que empezar casi de cero. Licenciamiento por tramos, educación especializada de alto nivel, y limpieza profunda.

Estas tres medidas son viables si se tiene el carácter y el respaldo para hacerlo. Ningún candidato que ofrezca “militares a las calles” merece ser escuchado. Es un demagogo barato. Ninguna oferta en redes para “chapar tu choro” es seria. Es un peligro y debemos estar advertidos.

La ira temporal puede nublar la razón de una persona. Pero no puede hacerlo de forma permanente, ni colectivamente.

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