Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

10 Agosto, 2015

La paradoja de la vaca cubana

Das Casaverde ist eine kubanische Privatpension in Havanna, ein staatlich lizensiertes, sogenanntes Casa Particular.Mit dem Komfort eines kleinen Sternehotels bieten Rafael und Tatiana dem Städtereisenden Erholung und Entspannung von
den Erlebnissen des Tages. Es warten auf Sie klimatisierte Doppelzimmer zur Übernachtung und großzügige Aufenthaltsräume. Mitten im Herzen des Stadtteils Centro Habana liegt das frisch renovierte Haus im Kolonialstil.Es ist eine Oase im pulsierenden Leben des Mythos Havanna.Wir sind der deutsche Familienzweig des Casaverde und vermitteln hier die Buchung.Yoli + Jens WillebrandKuenstrasse 1350733 KölnDeutschland+49-221-9352048Email:wohnen@casaverde-havanna-kuba.de[© (c) Jens Willebrand; Kuenstrasse 13, 50733 Koeln, Tel. +49-221-9352048, Fax. +49-221-9352053, Email: studio@willebrand.com, http://www.willebrand.com, Veroeffentlichung nur gegen Honorar, Urhebervermerk und Belegexemplar / permission required for reproduction, mention of copyright, complimentary copy, Bankverbindung / bank account: Jens Willebrand, Deutsche Bank Köln, Konto / account: 2327864, BLZ - sorting code: 37070024, SWIFT code: DEUTDEDBKOE, IBAN code: DE77370700240232786400, Steuer-Nummer / tax number: 219-5361-0355, Ust- / V.A.T-ID: DE122726284], Das Casaverde ist eine kubanische Privatpension in Havanna, ein staatlich lizensiertes, sogenanntes Casa Particular.Mit dem Komfort eines kleinen Sternehotels bieten Rafael und Tatiana dem Städtereisenden Erholung und Entspannung von
den Erlebnissen des Tages. Es warten auf Sie klimatisierte Doppelzimmer zur Übernachtung und großzügige Aufenthaltsräume. Mitten im Herzen des Stadtteils Centro Habana liegt das frisch renovierte Haus im Kolonialstil.Es ist eine Oase im pulsierenden Leben des Mythos Havanna.Hier können Sie im Zentrum Havannas bei Rafael und Tatiana wohnen und Kuba geniessen.Der Übernachtungspreis pro Zimmer bis 2 Personen beträgt 35 Euro inklusive Frühstück.Gerne bieten wir Ihnen auch

La leche en Cuba se importa, en polvo, desde Canadá. Un país con gran extensión para la agricultura y la ganadería (1200 kilómetros de largo tiene la isla mas grande del Caribe) no tendría porque importar leche para las necesidades de sus 11 millones de habitantes. Tampoco tendría que importar carne de res. ¿Por qué lo hace? Porque los animales domésticos  mayores son de propiedad del Estado. Es decir, un campesino puede ordeñar la vaca y tomar su leche pero no puede sacrificarla para comer su carne o venderla. Tiene que entregarla al Estado. Si sacrifica ganado ilegalmente la pena de cárcel es de 15 años. El Estado por su parte no tiene ni la tecnología, ni la inversión, ni la capacidad de gestión, para sustituir al campesino. ¿Resultado? A falta de incentivos, la leche y la carne de res se importan. ¿Vacas? Pocas.

Esta pequeña historia gráfica la vida cotidiana del cubano y sus enormes contradicciones. Escribo a 24 horas de llegada de Cuba adonde prometí no ir hasta que no fuera un país libre.  Circunstancias familiares, una invitación y el atractivo de verla en un proceso de acercamiento diplomático con Estados Unidos (“ver la Habana Vieja antes que lleguen millones de turistas gringos”) me tentaron. Eso fue suficiente para pasar ahí casi una semana.

Todo resulta una paradoja para el visitante curioso y preguntón, como yo. Tuve un guía que era profesor de literatura inglesa, otro que tenía una maestría en educación física y otro que era ingeniero eléctrico además de ex piloto de guerra educado en la ex Unión Soviética y retirado del servicio porque no tuvo, ni tendría ya, ningún avión que volar. Todos hablaban francés, inglés, portugués y ruso, además del español. Esta población educada en los mas altos niveles de la educación superior  ¿no desarrollará tarde o temprano una conciencia crítica sobre su entorno, su calidad de vida, su posibilidades de progreso? Eso, creo, es inevitable y esta en marcha.

Una naturaleza bendita en extrema belleza, una gente cálida, alegre, chispeante, que dentro de su pobreza puede cantar y bailar  como ningún pueblo en medio del hermoso malecón en esta semana de carnavales; y una ciudad colonial, parcialmente restaurada con ayuda internacional, que ofrece al turista vistas inolvidables. Añada un tráfico y una delincuencia casi inexistente para estándares limeños. ¿No es el paraíso?  Caminé por zonas muy parecidas al puerto del Callao, a Barrios Altos o a las zonas tugurizadas del Rímac. No pasa nada. Hay mendicidad, si, por supuesto. Pero es una mendicidad “empoderada”. Es curioso. No hay suplica a la limeña, hay exigencia al turista por las cosas que se pueden sacar de un hotel de lujo para regalar (jabones, shampoo). Pero si del mismo modo contestas, pues no pasa nada.

Sin embargo, no hay paraíso en esta tierra. Como me lo explicó en una línea uno de mis guías “el socialismo se define por la propiedad de los medios de producción en manos del Estado”. Y aquí, todo, hasta la vaca, es el del Estado. Un Estado que derrumbó la producción de azúcar y de todas aquellas industrias que expropió hace 55 años. Sin nueva tecnología, sin recursos, sin capacidad de gestión, el mercado ha tenido que abrirse de a poquitos y a cuenta gotas para darle un respiro al pueblo.

Las nuevas normas han permitido la compra venta de casas y automóviles, prohibida hasta hace pocos años. También se ha autorizado la apertura de pequeños negocios privados como restaurantes (“paladares” se les dice aquí). El turismo ha jalado a sus filas a miles de trabajadores altamente calificados porque lo que se saca en propinas es una fortuna para un cubano. El negocio de Varadero es a medias con el Estado, pero se parece mas a una relación tributaria que a la de una de propietario Estado – concesionario privado. La gestión es íntegramente privada.

El sueldo promedio de un profesional calificado, aprobado y pagado a todos por el Estado, no pasa de 150 dólares al mes. Eso no es ni un tercio de su necesidad, a pesar de que la salud y la educación sean gratuitas.  Su tarjeta de racionamiento le ofrece comestibles que no alcanzan ni para la sobrevivencia. Es penoso leerlo, mas penoso verlo.  ¿Y el resto? Sale del dinero que envían parientes de los Estados Unidos, del turismo que funciona como enclave en Varadero y en parte, en algunos hoteles de lujo en La Habana y de estos pequeños negocios privados que empiezan a florecer.

Comprar un carro nuevo es posible desde hace poco pero sus precios están tan fuera del alcance de un profesional que la mayoría se transporta a pie a su trabajo o “botellea” (tira dedo). Esa escasez de sedentarismo y una dieta sana a punta de racionamiento ha logrado que Cuba sea uno de los países con mayor esperanza de vida. Hasta de las desgracias se puede sacar provecho para la salud. También de la alegría de vivir. Porque los cubanos se ríen de la ausencia de pescado en una isla, de los condones chinos y por supuesto,  de los carros rusos. Se ríen de si mismos, sin mayor problema. Esa libertad, ante el turista, habla de un Estado menos omnipresente y mas tolerante de lo que se creía o tal vez, de uno que ya se cansó de ser el policía por 60 años y que ya tiró la toalla con un sistema que naufraga. Las Damas de Blanco se reúnen los domingos en una iglesia en la hermosa e intacta Quinta Avenida (lo que fue la Avenida Arequipa en los años cuarenta) donde hoy están muchas de las embajadas, y nadie las molesta.

La publicidad no existe, salvo la propaganda política del partido único con lemas de un retórica tan gastada que parece que se estuviera viendo una película vieja: “Ordene usted comandante”, ¿hoy? ¿de verdad? La apatía política es generalizada en la gente con la que pude conversar. Le echan la culpa de su suerte a los soviéticos que se fueron (“en esa época si alcanzaba el sueldo”) y a los gringos y al embargo, con todas sus enmiendas, sobre todas las cosas. Veneran a Fidel Castro pero como quien venera una estampita. Hay un cierto fetichismo hacia su figura casi mítica. Nadie sabe donde vive y donde esta.

Lo curioso es que hoy este país quiere comerciar con todo el mundo y más que nunca con los Estados Unidos. Llama en su propaganda política “genocidio” al embargo. Otra paradoja, de las muchas del cubano, que lo único que quiere es comerciar con “el enemigo que no pasará”.  ¿Tu enemigo o tu socio comercial? ¿Cómo haríamos? La libertad de comercio con Estados Unidos, solo por razones de flete, liberalizaría la economía de tal forma que la libertad de todos los mercados sería su consecuencia natural. El exilio cubano republicano tiene un punto de vista distinto pero el camino para terminar con la dictadura socialista es el libre comercio. Ojala el Presidente Obama pudiera convencer al Congreso. El pequeño ejemplo de la vaca lo explica todo. Las libertades políticas serían la consecuencia final del proceso y con ella el fin de las violaciones a los derechos humanos y la libertad de todos los presos políticos.

Sin embargo, para ser competitivo en mercados exigentes, a pesar de su gran potencial y fortalezas (población altamente calificada, disciplina laboral, recursos naturales y turísticos) Cuba esta lejos de llegar hoy al estándar internacional aún en servicios locales. En turismo compite con el resto del Caribe y en los nichos de lujo Bahamas, Jamaica y otras islas mas pequeñas, le sacan ventaja en la relación calidad/precio con idénticas playas.  Hay otros servicios turísticos fuera de los enclaves que son de muy mala calidad y a  veces, hasta abusivos monopólicamente contra el turista. El Aeropuerto Internacional es bonito en la foto, pero es un hervidero de moscas y no hay casi que comer.  Se parece al Aeropuerto Jorge Chávez en el primer gobierno de García. El esfuerzo en mejorar competitivamente será enorme. No se diga en innovación y desarrollo tecnológico.

Los cubanos que han crecido con este Estado propietario perpetuo y omnipresente tienen temores a la apertura. Temen perder la enseñanza y la salud gratuita, temen la delincuencia y la violencia que sufren sus parientes en Estados Unidos, temen el tráfico, el deterioro de la calidad de vida, aunque, de nuevo, parezca paradójico. Ser libres da miedo. Si lo sabrán los países del este europeo. Pero es inevitable que en diez años la Cuba que dejé ayer sea otra. Su libertad, esta a la vuelta de la esquina.

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