Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

26 Julio, 2015

El discurso que quisiera escuchar

Este año no tengo la obligación de escuchar atentamente el discurso presidencial de 28 de julio para emitir una reacción instantánea a anuncios, medidas, recuento de logros y gasto público, así como traspiés, propuestas insólitas o intrascendentes. Puedo leerlo después (siempre la versión leída es mejor que la locución del Presidente) y tomar mi tiempo para escribir.

Sin embargo, he escuchado 3 discursos de Fiestas Patrias de nuestro actual Presidente y podría escribir hoy lo que supongo dirá el 28. No quiero que mueran de aburrimiento como lo he tenido que hacer yo por muchos años así que gastemos la tinta en algo mejor. Quiero escribir acerca del contenido del discurso que si quisiera escuchar.

Primero, quiero que mi Presidente me explique porque tengo más miedo que antes y qué piensa hacer para ayudarme. Miedo de salir a caminar con cartera, miedo a tomar un taxi de la calle, miedo porque mis hijos no regresan y el celular no contesta. Todos, todo el tiempo, con miedo a ser una víctima más de la violencia. ¿Por qué tengo (tenemos todos) que vivir de esa manera miserable? ¿Qué falta? ¿Qué tiren una granada en un cine o una iglesia? Todos los indicadores de la violencia se han disparado. Sé que el Ministro tiene buenas intenciones y hace un esfuerzo digno de elogio, pero ¿para cuándo la limpieza de una policía corrupta? ¿Para cuándo poder ver en la policía a una autoridad que pone orden y no a un potencial coimero?

Segundo, quiero que mi Presidente me explique qué hace el Estado para ayudarme a crecer económicamente. A mí, a usted, a cada uno de los peruanos en su particular circunstancia. Si el 18% de todo lo que compró se va en IGV, si se llevan en promedio el 25% de mi sueldo en IR, si pagos impuestos municipales, es decir, si trabajo 4 meses al año para el Estado, ¿podría decirme que hacen por mí? ¿Van a darnos una mejor salud, educación, justicia, infraestructura? ¿O la vamos a seguir pagando cada uno como pueda? ¿Me van a seguir mandando a la Sunat para hostigarme y apropiarse de lo que le es ajeno o van a dar reglas de juego que promuevan el desarrollo de las millones de pequeñas empresas que se ahogan en obligaciones tributarias?

Tercero, quiero que mi Presidente, el Presidente de mi país, me diga a donde ésta yendo el Perú. ¿Cuál es el rumbo? ¿Cuál es la meta? ¿Cuál es el sueño común? El Perú no para de crecer pero lo hace casi por inercia a un ritmo de moribundo, donde todos esperan que el agonizante expire. Porque, como vamos, llegará ese momento aterrador en que no se crecerá más. Eso ya lo hemos vivido y a ese lugar ningún peruano quiere volver. Las palabras recesión, devaluación, inflación, crisis, rompimiento de la cadena de pagos, salieron de nuestro vocabulario hace casi 15 años. ¿Ahí nos ésta llevando? Si no es ahí, ¿a dónde? ¿Quién quiere invertir en un país violento? ¿Quién quiere invertir en un país cuyos permisos tardan años? Si dependemos solo de los precios de minerales e hidrocarburos ¿Qué hacemos como país para romper esa dependencia? ¿Dónde ésta la diversificación de la oferta exportable? Mejor dicho, ¿dónde ésta la oferta exportable?

Cuarto, quiero que mi Presidente diga la verdad y toda la verdad. Porque si toca dar explicaciones, hay que darlas al menos una vez. Completas, bien dadas. Sin medias verdades, sin trucos, sin escamotear pedazos. Hay una duda popular y legítima sobre sus ingresos y su estilo de vida familiar. El ataque directo ha sido a su esposa pero él es parte de ese matrimonio, y como tal haría bien en aclararlo todo o fijar una fecha próxima y cercana para hacerlo.

Pero sé bien que ese no es el discurso que éste Presidente, por última vez, dará. Será uno ajeno y lejano. Uno que no permite llamar al Presidente “mi Presidente”. Lleno de millones de millones de burbujas de jabón en el aire que flotan y desaparecen al instante.

 Columna Publicada en el Diario La República el 26 de julio del 2015

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