Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

13 Julio, 2015

Pobrecitos los dueños ….. ¡como sufren!

Columna publicada en La República 12 de julio del 2015

A la prensa, ¡ni con el pétalo de una rosa!

¡El Presidente Humala nos ataca! Es el grito viril de buena parte de la prensa (en especial, la concentrada) en estos días. Corrí pues a ver el diario oficial El Peruano. ¿Un Decreto Supremo de Urgencia le subió el arancel al papel? No. ¿Una Resolución Ministerial de Transportes y Comunicaciones le quitó la licencia a América Televisión? No. ¿Se expropiaron las rotativas o los locales de producción de algún medio? No. ¿Se metieron los tanques al Jirón Miro Quesada? No. ¿Se presentó un proyecto de ley por parte del Poder Ejecutivo para regular la flagrante violación del artículo 61 de la Constitución – por la cual 8 periodistas venimos siendo desoídos por un juez que no le da la gana de resolver, en primera instancia, ya pronto dos años – y establecer límites a la propiedad de medios de comunicación como lo señala también la Declaración de Libertad de Prensa de la OEA y hasta el Papa? No. Nada. Ninguna de las anteriores.

¿Llamó el Presidente Humala por sí mismo, o a través de terceros, para que despidan periodistas que “lo incomodan”? No. Pero, eso sí lo hacía Alan García como bien le consta al Grupo El Comercio y no recuerdo llantina parecida. Recuerdo obediencia sumisa cuando botaron a Augusto Alvarez de Perú 21 o a Fernando Ampuero de la Unidad de Investigación por haber develado el escándalo de los Petroaudios. Tampoco veo que le recuerden a Keiko Fujimori como así su padre, en sociedad con su Tío Vladi, mando a comprar con edificios de dinero a todos los propietarios de los canales de señal abierta, además de uno de cable. Tampoco he visto mucha cobertura del juicio que al fin se le siguió a Alberto Fujimori por prostituir la prensa escrita a través de ese engendro llamado Prensa Chicha.

Porque, eso sí es atacar a la prensa. ¿O no? Ataques verdaderos, con consecuencias reales en la libertad de informar y ser informado.

Que un Presidente de la República se queje a voz en cuello de estar harto de leer como agarraran a su mujer a periodicazos todos los días sin estar ésta siquiera con proceso judicial abierto ¿debe provocar esta alarma generalizada, ésta condenada unánime, esta llamada al orden a todos los periodistas “violados in situ” por Ollanta Humala? Lo acusan de hacer el ridículo por llevar sus penas internas al exterior. Más ridícula es la llorona montada por tan poca cosa. Salvo, que el Grupo EC muera de miedo por el resultado de una acción de amparo que perderá, tarde o temprano, en la CIDH y esté desplegando la estrategia de agarrar a golpes al Presidente, como si este tuviera la culpa de su compra de Epensa. El desenlace de esta historia ni siquiera ocurrirá en este gobierno, ni en las cortes locales. Así que, un poco de entereza señores. Pasar por damiselas en apuros dramáticos es toda una exageración.

Las relaciones entre prensa y poder siempre tienen que ser tensas, de mala calidad. Si al Presidente no le gusta la cobertura de prensa y su único camino es quejarse en público, ¿qué mejor? Felicitémonos, buen trabajo. ¿Qué prefieren, la llamadita al dueño o al accionista de Graña y Montero amenazándolo con quitarle las obras? ¿Eso es acaso más democrático?

Lo mejor es que reniegue y patalee delante del universo. Nada más. Si algo se le ha criticado a Ollanta Humala es su impericia siquiera para defenderse de los ataques políticos de sus adversarios. Si él considera que un grupo mediático califica como tal, ésta en su derecho de decirlo. Más, no puede hacer, y menos en el estado de debilidad que hoy exhibe.

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