Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

27 Junio, 2015

El amor todo lo puede

Ayer la Corte Suprema de los Estados Unidos estableció que las leyes aprobadas en diferentes Estados de la unión son constitucionales y por tanto establecen un derecho universal al matrimonio entre personas del mismo sexo.  Con esta declaración,  el matrimonio homosexual es un derecho constitucional y por tanto no puede ser ignorado, censurado o recortado por ninguno de los 50 Estados que conforman los Estados Unidos de Norteamérica.

La decisión, que no afecta en absoluto los deberes íntimos y privados que cada quien tenga en el culto que practique, ha sido recibida con gran alegría (y cierto alivio) por la comunidad gay en el mundo entero.

Aquí, desechada la Unión Civil – por una Comisión de Justicia bastante injusta –  una institución semejante a la Unión de Hecho pero para personas del mismo sexo, la próxima campaña pondrá en debate el tema. Tal vez ya no se discuta  lo que se consideraba un primer paso en una sociedad inmadura para grandes cambios sociales sino que se abra pasó con firmeza la tesis de matrimonio igualitario.

Sobre este tema escribo desde hace dos años. Pienso que es una buena idea recordar algunas columnas escritas en La República y en Exitosa Diario. Mi posición se reafirma aún mas con este triunfo.

11 de Octubre del 2013

Una pelea que vale la pena dar sin miedo

Desde que el congresista Carlos Bruce presentó el Proyecto de Ley para promover la Unión Civil entre personas del mismo sexo, algunas iniciativas en su favor se han desarrollado. He colaborado gustosa en firmar un pronunciamiento de apoyo y he asistido a una sesión de fotos en el mismo tenor. Creo que es un tema de derechos de minorías y que no es inconstitucional, ni ilegal, ni antinatural y, ni siquiera, poco cristiano dar una protección jurídica patrimonial, estrictamente por razones de justicia, a personas que han construido un patrimonio común de idéntica naturaleza al de los gananciales.

Sin embargo el 65% de los encuestados por Ipsos no piensa de esa manera. Mientras más desciende el nivel socio económico mayor es el rechazo. Habría que preguntarse ¿en qué puede afectar a personas heterosexuales el reconocimiento jurídico de una realidad que ya existe en la sociedad sabiendo, además, que es minoritaria? Pues creo que el rechazo se basa en dos problemas extendidos. El primero es la construcción de un único estereotipo del homosexual peruano. El homosexual masculino es una “loca” y se le atribuyen rasgos de travestismo, prostitución, histeria, traición y maldad. La lesbiana es una “machona” que asume características masculinas, es violenta y resentida por fea. Obviamente, el estereotipo se construye del modo más desagradable posible para que se aplique con toda naturalidad la segunda práctica extendida: la discriminación.

La única manera de liquidar un estereotipo y reducir la discriminación es acercando a la gente a la verdad. Miles de homosexuales en el Perú viven en la diversidad. Son abogados, médicos, economistas, empresarios, maestros, obreros, ministros, tecnócratas, militares, periodistas, en fin, gente respetable y seria que trabaja duro y paga sus impuestos como cualquier peruano y que no está vinculada a actos de violencia, prostitución o delito. Gente que, como cualquier heterosexual, tiene afectos, opiniones y vida propia. Y, por supuesto, como entre los heterosexuales, mujeres hermosas y hombres guapísimos, muy cultos y educados que sólo se diferencian de millones de heterosexuales en que no pueden vivir su sexualidad de una forma distinta a la que su propia naturaleza les impone.

Estas personas, muchas rechazadas por sus propias familias, se han abierto pasó en un clima social hostil y han declarado su homosexualidad con toda honestidad a parientes y amigos. Otros, han revelado su conducta sexual a muy pocas personas y, otros más, la mantienen en secreto. Algunos han pagado un precio por su decisión, otros no. Sin embargo, parece que el miedo generalizado subsiste entre muchos de ellos.

¿Por qué lo digo? Si se fijan en el Pronunciamiento que firmamos varios peruanos a favor de la Unión Civil, la gran mayoría somos heterosexuales y esas son las voces que con más fuerza sostienen el debate a favor de la propuesta. El problema está en que, por más buena voluntad que tengamos, no ayudamos a quebrar el estereotipo y los prejuicios hundidos en el alma de ese 65% que se opone. Si la minoría homosexual quiere hacer valer sus derechos, tiene que salir a pelear por ella misma y sin miedo.

No pretendo forzar a nadie, ni mucho menos faltar el respecto a la intimidad personal. Tampoco me quejó de las organizaciones gremiales que han cumplido bien su rol. Lo que me sorprende es el poco activismo de homosexuales cuyo testimonio de vida, estabilidad afectiva y participación en la vida pública del Perú serían ideales para acabar con la falsa y tan extendida idea de lo que es ser homosexual. Entiendo el miedo al estigma, pero las grandes causas exigen grandes sacrificios y esta es, para los homosexuales del Perú, SU causa.

Si no hay quienes den la cara desde su realidad y hagan públicos sus problemas frente a la ausencia de legislación, poco es lo que podemos hacer los demás, de verdadero valor, por ellos.

9 de abril del 2014

Unión Civil, ¿qué nos une?

El debate sobre reconocimiento de derechos civiles a parejas homosexuales ha logrado un salto positivo que hace apenas un par de años hubiera sido considerado imposible. En primer lugar, ¡hay debate! Se acabó el silencio.

Una minoría de la sociedad está pidiendo, en concreto, que sus parejas del mismo sexo – que integran una realidad pública que tiene décadas- tenga los mismos derechos tributarios, patrimoniales, de acceso a la salud pública, de aseguramiento, hereditarios, de disolución el vínculo, entre otros, que tiene un matrimonio civil heterosexual. Víctimas históricas del repudio de sus propias familias, los homosexuales quieren formar las suyas propias -y en los hechos ya lo hacen- pero con respaldo de la ley.

Situaciones de manifiesta injusticia, como la perdida de bienes adquiridos en conjunto o la falta de acceso a decisiones sobre la salud o sepultura de la pareja, ha llevado a parejas homosexuales a desarrollar toda clase de estrategias legales por la vía contractual que dan escasa protección jurídica. Ante esta situación penosa han ganado mucha simpatía pública.

En ese contexto, lo segundo que debe resaltarse, es que la discusión sobre protección patrimonial ésta ganada. ¡El salto es enorme! Hasta un grupo político bastante conservador como el fujimorismo ha propuesto a través del proyecto de la congresista Martha Chávez una protección patrimonial a personas del mismo sexo, sean homosexuales o no. El Congresista Bruce propuso lo mismo en el Congreso anterior y reactivó ese proyecto al inició de este. Nadie lo quiso debatir. Hoy, su proyecto de Unión Civil va más allá.

Sin embargo, siendo ya mucho lo que habría que celebrar, en ambos extremos (básicamente líderes religiosos versus líderes homosexuales) ha aparecido una confrontación de prejuicios, fundamentalismo, descalificaciones personales y bajezas en una mezcolanza de ateísmo versus prácticas religiosas privadas que sólo deterioran la calidad del debate de una ley de carácter no confesional. La discusión sobre si una pareja homosexual constituye o no una familia está avinagrando todo el debate y llamando a una guerra santa.

Que la Unión Civil una y no separe. ¿Sería mucho pedir que estratégicamente se consolide lo avanzado?

26 de abril del 2014

Cuando no existía matrimonio civil para heterosexuales

En estos días he estado pensando en las personas que en 100 años buscaran bibliografía y recogerán las opiniones en prensa sobre los derechos de convivencia otorgados a parejas homosexuales en el año 2014. ¿Se reirán de nosotros? ¿Se quedaran con la boca abierta no pudiendo creer lo que leen? ¿Cómo miraran a los que utilizaron argumentos confesionales para oponerse a una reforma civil?

Para buscar un paralelo me puse a buscar bibliografía sobre los debates que ocasionó, hace más de 100 años, la implantación del matrimonio civil y el divorcio. Encontré el libro de Carlos Ramos Nuñez, “Historia del Derecho Civil Peruano Siglos XIX y XX”. En su Tomo V, Volumen 2, (Fondo Editorial PUCP, 2006) se incluye el capítulo 6, “La secularización del Derecho de Familia, el eclipse de la fe” que contiene un fascinante relato del debate que duró décadas tanto en tesis universitarias, prensa, luchas políticas y ataques de la Iglesia. Se los recomiendo a todos mis lectores, pero en especial a los miembros de la Comisión de Justicia del Congreso que tendrán que decidir cómo quieren que se les recuerde en 100 años.

El Código Civil de 1852 sólo admitió el matrimonio católico, celebrado de acuerdo al Concilio de Trento, como generador de efectos civiles. La llegada de extranjeros no católicos, a raíz del proceso de industrialización de fines del siglo XIX, generó una polémica profunda y durísima sobre la posibilidad de un “matrimonio civil entre no católicos”. En diciembre de 1897, el Presidente Piérola y su Ministro Jose Antonio de Lavalle, promulgaron la ley. Con muchas dificultades y reformas posteriores, este fue el origen del matrimonio civil en el Perú recogido plenamente – y ya no sólo para “no católicos”- en el Código Civil de 1936.

La furia de la Iglesia no fue poca. Manuel Tovar (futuro arzobispo de Lima) se refería indignado en homilía de 1897 “a la moderna herejía, que un resto de pudor legal llama matrimonio civil y cuyo verdadero nombre no puedo ni debo decir”. La iglesia reprodujo estas y otras homilías, emitió severísimas cartas pastorales y pidió recoger firmas para vetar la ley. ¡Y era para los “no católicos”!

¿Suena conocido?

17 de Mayo del 2014

Como a ti mismo

“Ama al prójimo como a ti mismo”. Todo el evangelio, toda la buena nueva de Jesús, esta resumida en una frase bastante sencilla. El amor que tienes por ti mismo, tenlo por lo demás.

¿Y quién es mi prójimo? Esa es una buena pregunta para los pastores y Congresistas Julio Rosas y Humberto Lay. O para los congresistas del PPC, el único partido que lleva a Cristo como parte de su propio nombre. Y para los cristianos de todas partes: ¿Son los homosexuales mis prójimos? ¿O no?

El pastor Rosas se jacta de haber conseguido un millón de firmas para no reconocerles ningún derecho civil a sus prójimos. Habría que ver primero si son un millón. No vaya a ser que después tenga problemas con el octavo mandamiento. Como él sabe bien, nadie va a verificar nunca esas firmas porque los derechos fundamentales no se otorgan por mayoría y la RENIEC no tiene como comprobar lo que no ésta bajo su administración. En todo caso lo que buscaba lo consiguió: un golpe mediático, la fotito del odio, orgullosísimo, para enmarcarla en primera plana.

Porque mucho se debe odiar al homosexual para darte el trabajo de buscar firmas para que no puedan heredar entre sí, ni asegurarse juntos, ni tributar juntos, ni disponer de asistencia hospitalaria mutua. Porque eso es básicamente lo que pide el proyecto de Unión Civil. Una sociedad de gananciales de hecho como se reconoce a los convivientes heterosexuales. Realidad que ya existe. ¿Se les habrá explicado esto a los firmantes? ¿O se les habrá contado el cuento de que hay que detener el avance de pervertidos que hacen cochinadas para destruir a la familia? ¿O que es una plaga contagiosa? Pobre octavo mandamiento, arrasado.

En los últimos 200 años, toda forma de abolición de la libertad y de la igualdad que se ha hecho en el nombre de Dios ha terminado derrotada. Ahí están la esclavitud, el colonialismo, los derechos de las mujeres, de las minorías étnicas, de los discapacitados. Para una persona de fe, Dios debe tener algo que ver en estas derrotas. No debe gustarle que tomen su nombre en vano.

1 de Junio del 2014

Defender lo indefendible

Es muy difícil contra argumentar cuando al frente no se presenta un argumento. Es decir, ¿cómo se puede debatir una idea si en su defensa o su demolición hay prejuicios, ignorancia y creencias pero ninguna certeza?

El debate sobre la inconveniencia o conveniencia de la Unión Civil podría ser motivo de un alarde de argumentación jurídica y, si se quiere, de moral pública. Sin embargo, salvo las excepciones usuales, el debate se desarrolla en un páramo de ideas, liderado por supuestos líderes de opinión que pueden ser líderes en muchas cosas pero no en una confrontación lucida y racional de ideas.

Del lado de quienes apoyan el proyecto de Unión Civil presentado por Carlos Bruce se repite que si este se aprueba las parejas homosexuales adquirirán un parentesco de primer grado. No puede existir disparate mayor. Ni los cónyuges, ni los convivientes son parientes. El primer grado de parentesco corresponde al primer grado en el mismo tronco consanguíneo es decir padre – hijo. La Unión Civil, si quiere ser un espejo de la Unión de Hecho, o del matrimonio civil en derechos y obligaciones, no puede cambiar las reglas de parentesco.

Pero es del lado de quienes se oponen en donde más absurdos se dan. Hemos aprendido que cuando la declaración es absolutamente enrevesada el interlocutor, en realidad, se opone pero no encuentra ningún argumento racional para hacerlo y teme que la exhibición de sus prejuicios le cause la antipatía pública. Es resultado es penoso cuando se trata de congresistas – que son los que van a decidir esto – pero muy cómico cuando Efraín Aguilar o Gisela Valcárcel intervienen.

En el mismo frente los supuestos “cristianos” que intervienen invocando el Levítico (es decir, la ley con la que crucificaron a Cristo) Sodoma, el infierno, y otros literalidades bíblicas fuera de contexto pueden meter miedo a almas frágiles pero son fáciles de rebatir aún en su propia cancha. Los que auguran que luego vendrá el incesto y el matrimonio con la mascota, también.

¿Podrá el congresista Eguren organizar un debate serio de ideas que tenga como norte la justicia? Lo ha ofrecido para este mes. Ojala lo veamos.

11 de noviembre del 2014

Unión Civil ¿Ya?

Pasadas las elecciones, el tema de la Unión Civil vuelve al debate público gracias al programa de TV de Magaly Medina y al debate que promovió. Obviamente el debate debía ser de ser atractivo y se ofreció a dos aparentes extremistas, Beto Ortiz y Phillip Butters. Por lo que he leído, el resultado fue una conversación con argumentos, bastante más sustanciosa de lo que imagino muchos esperaron. No hubo golpes bajos ni cuchillos, ni nada de la sangre y el morbo que gusta al público.

Es muy bueno que estas conversaciones se den en señal abierta en programas de muy alto rating y con personas que puedan defender sus posiciones desde un testimonio de vida. Ortiz señaló algo clave, que como ser humano él no tenía que “mendigar derechos”. Butters aceptó, aunque de una forma acotada – se refirió a contratos – que estos derechos se obtuvieran por homosexuales. Los puntos de disonancia estaban más en las formas (“el escándalo”) que el fondo de la situación.

Algo hemos avanzado. Mucho menos que el matrimonio igualitario pero mucho más que las leyes que ignoraban una realidad humana llena de sufrimiento. Mucho menos que el reconocimiento pleno pero mucho más que una sociedad que no solo discriminaba, estigmatizaba o aún peor, hacia invisible, al homosexual. A pesar de lo que algunos amigos homosexuales sostienen creo que se puede mirar el futuro con optimismo en esta causa legal.

La Comisión de Justicia del Congreso no ha vuelto sobre el tema y debe hacerlo en esta legislatura. Debe hacerlo, pero no lo hará si es que no se vuelve a hacer campaña. Esta para muchos congresistas es una “papa caliente” que quisieran patear al infinito. Aunque parezca mentira, pueden estar a favor, en privado, de aprobar la Unión Civil como plantea el proyecto de Carlos Bruce pero temen que sus votantes en dos años los rechacen por ello o que ellos mismos sean perseguidos o estigmatizados como homosexuales.

No es fácil ser legislador cuando asumes que tu verdadera tarea, la única en la que eres insustituible, es legislar. Se tienen que tomar decisiones que urgen para mejorar la vida de miles de personas. Si no lo hacen, el 2016 tendrá este tema con uno de los puntos centrales del debate y alineará votos en uno u otro sentido.

10 de Marzo del 2015

¿A quién le han ganado estos 7 congresistas?

Hay 7 nombres que todos los activistas recordaran en piedra en la historia de la reivindicación de los derechos de la personas. 7 congresistas peruanos que mandaron al archivo, impidiendo su discusión en el pleno, el proyecto de Unión Civil. 7 nombres por los que se hará activa contracampaña en las elecciones del 2016.

¿Pensaran los 7 congresistas que el votante “anti-mariconadas” lo aplaudirá y lo alzará en hombros hasta el olimpo del poder? ¿Pensará que su nombre no será recordado en una patética nota a pie de página en la historia que leerán con asombro y entre risas nuestros nietos? ¿Pensaran en el dolor de miles de personas reales que necesitan un reconocimiento de una realidad que hace años existe entre nosotros y que no tiene protección jurídica? ¿Pensaran los señores congresistas de la pomposamente llamada “Comisión de Justicia”, alguna vez, en la justicia?

No sé qué habrán pensado, pero se equivocaron. Creyeron, vaya a usted a saber porque, que las personas homosexuales peruanas necesitaban una derrota más, una lección más, una humillación más, una tristeza más, una pateadura más. Lo que no saben es que los homosexuales peruanos acumulan cientos de cicatrices sobre sus cuerpos. Las físicas, de los golpes y heridas que reciben por ser quienes son y las emocionales, que los persiguen toda la vida.

Pero de esos seres marginados, golpeados, humillados nació hace tiempo un murmullo, que se fue convirtiendo en grito y hoy en demanda. Existimos. Aquí estamos. En el escritorio de al lado, en el colegio de sus hijos, en su club de futbol, en su parroquia, en su barrio. Y ellos dicen que ya se hartaron de esconderlo, de avergonzarse, de llorar, de hacer mil y una terapia “curadora”. Tienen parejas, proyectos de vida, hijos. Tienen patrimonio común, decisiones conjuntas que tomar, votan, tributan.

Pero tienen, sobre todas las cosas, la resistencia que se forma en la adversidad. En todas partes han logrado triunfar sobre la base de la perseverancia y aquí no será distinto. Una batalla perdida no pierde la guerra.

Mientras tanto recordar, para su vergüenza, estos 7 nombres y los partidos que los llevaron al poder: Juan Carlos Eguren (PPC) Julio Rosas y Jose Luis Elías (Fuerza Popular) Agustín Molina, Martín Rivas y Ruben Condori (Gana Perú) y Marco Tulio Falconi (Unión Regional).

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