Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

21 Mayo, 2015

¿Toda mina contamina?

Nadie – menos aún en Tierra y Libertad – podrá decir que el Presidente Rafael Correa del Ecuador es un neoliberal, peón del imperialismo yanqui, promotor del capitalismo o fujimorista encubierto. Nadie.

Correa, del mismo club de la reelección semi perpetúa y las nuevas Constituciones que Evo Morales, Hugo Chávez, Nicolás Maduro o los Kitchner no es púes, un gran demócrata. En su izquierdismo justifica su permanente acoso a la libre empresa, la separación de poderes o a las libertades de opinión e información como lo hacen sus pares del mismo club de Sud América.

Sin embargo, el Presidente Ecuatoriano es mucha cosas, pero no tonto – se ha educado en Harvard – y ha cortado por lo sano con los grupos antimineros de su país de una forma en la que el Presidente Humala nunca se ha atrevido.

En su cara, les ha dicho que no son promotores del cuidado del ambiente sino que son promotores de la informalidad mas contaminante. Al desenmascararlos, les quitó apoyo popular, salvó las rentas del Estado, cuidó del ambiente y también, porque hay que decirlo, neutralizó a una competencia de izquierda medio ambiental que es la mas mentirosa que existe.

El video a continuación corresponde a un presentación de Correa el 2011. Cualquier parecido con la realidad peruana no es coincidencia. Es calco perfecto.

No dejen de verlo. Bueno fuera que Ollanta Humala vaya a Islay, a Cocachacra, o al menos a la ciudad de Arequipa y le hable a la gente con esa misma convicción y verdad. Una visita televisada y guiada del Presidente por Cerro Verde ayudaría a aclararle las cosas a los que verdaderamente tienen dudas o desconfianza ambiental.

Pero los antimineros, no tienen dudas. Simplemente, no quieren minería. ¿Por qué? Por que el Perú es un país minero, rico en esos recursos y bendecido con una cadena de cordilleras aún inexploradas, que, a veces, sustenta buena parte de presupuesto nacional en los buenos ciclos de los precios de los minerales. Destruir ese desarrollo, es destruir “el modelo”. Y la destrucción del modelo es un imperativo político para llegar al poder para la izquierda radical. Siempre lo ha sido. Se necesita del descontento popular porque, donde hay prosperidad económica, no hay muchas ganas de andar haciendo revoluciones sangrientas. “Destruyamos la prosperidad, lleguemos al poder”. Tan simple como eso, aunque no sea el discurso que intentarán venderle a usted o al poblador de una zona de influencia minera. Le hablaran de lagunas impolutas y pececillos muertos. Le pintaran un “locus amenus” inexistente pero ilusionante.

Con los de las lentejas, nada se puede hacer. Sólo prisión hasta que sean sentenciados. Y, ¿con el resto de los antimineros? Es indispensable una respuesta política no represiva.

He aqui un buen ejemplo:

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