Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

13 Mayo, 2015

Arequipa, ¿soy feliz en tu regazo?

Dicen que no hay regionalistas mas amantes de su tierra que los arequipeños, mas cruzados (“con la nevada”), mas emprendedores y mas acogedores si es que el forastero les da su lugar de respeto. Conozco a muchos arequipeños (tercos son), parte de mi familia vive ahí y he visto a la ciudad de Arequipa crecer, prosperar y enfrentar los problemas urbanos del desarrollo. No puedo tener mas cariño por esa tierra hermosa.

Sin embargo, creo que hay ciertas conductas repetitivas en la historia reciente de Arequipa que atan su desarrollo y prosperidad. La hunden en la negrura del pasado.

¿Recuerdan la frustrada privatización de Egasa y Egesur y la capitulación de Toledo? Pues esa historia de destrucción de propiedad pública y privada, irracionalidad y cosecha política se esta repitiendo a causa del Proyecto Minero Tía María. Por un lado una sociedad moderna y comercial que espera y apoya el proyecto porque sabe que lo estándares ambientales pueden manejarse tan bien como se hace en Cerro Verde (el motor del canon arequipeño) y que Tía María significa duplicar ingresos en una región que aun lucha contra indicadores de pobreza. Pero por otro, una hostilidad manejada por empresarios agricultores arroceros del Valle del Tambo que financian actividades de protesta, unidos a políticos y oportunistas de toda laya.

En un pueblo donde el respeto al otro, el honor y la dignidad de las personas era importante han sucedido cosas feas hoy. Pequeños piquetes, pero muy violentos, realizaron actos vandálicos contra propiedad privada en la ciudad. ¿Qué culpa tiene un restaurante del Mall Real Plaza? ¿Por qué destrozarlo y afectar una fuente de empleo? ¿Vale la pena tomar las instalaciones de la UNSA y poner en riesgo la Convención Minera de Setiembre (que mueve millones comercialmente en la ciudad) porque los estudiantes protestan contra la minería? ¿Vale la pena atacar una marcha contra la violencia en la Plaza San Francisco donde familias y jóvenes sólo con polos blancos pedían paz mientras que eran agarrados a golpes por un piquete antiminero? Eso esta viviendo el ciudadano común en la ciudad de Arequipa. Y no es justo.

Hay mucho miedo porque la presencia policial se ha concentrado en Islay y en las salidas a Cusco y a Lima. La ciudad casi no tiene policía. Hoy los heridos reportados, 7, son todos policías en servicio en Islay.

¿Qué va a pasar? Lo mismo que paso con Alejandro Toledo. El Estado y la empresa van a capitular. Van a renunciar, como tantas otras veces al Estado de Derecho y lo van a sustituir por el triunfo de la honda y la pedrada artera.

Al Estado (es decir, a todos nosotros) le cuesta millones de millones movilizar fuerzas policiales y, ahora, fuerzas armadas para establecer un orden que realmente no puede garantizarse porque hacerlo sería victimizar a los que protestan y crear mártires para avivar furias futuras. Simplemente, el uso de la fuerza esta restringido a medidas defensivas y armas no letales. Y no se puede mantener por mucho tiempo porque no hay presupuesto que aguante.

La empresa no puede empezar un proyecto, aunque cumpla con la ley, porque la ley en el Perú no vale nada. Y mientras no valga nada, para grandes o para chicos, no hay democracia, ni civilización. A pedradas, con carreteras cerradas donde los movilizados no responden por los 2 muertos infartados (¿ese no es un daño ambiental bien concreto?), con boicots, con campañas de terror y desinformación, no es posible trabajar en paz.

Nunca entenderé ese odio a la gran minería formal. Se parece al odio a la gran hacienda costera antes de la reforma agraria. No hay nada que se pueda hacer para cambiar un prejuicio o los mitos y temores que genera el éxito empresarial. Son irracionales, pero son los que han definido las desgracias económicas mas profundas del Perú. A eso vamos, de nuevo, en estos desgraciados ciclos de nuestra historia.

El cobre debajo de la tierra no se va a ir a ninguna parte. Como no se fue el gas de Camisea (hoy casi 50% de la generación eléctrica del Perú y energía indispensable para mover la industria en un proceso de crecimiento económico) cuando la izquierda de los ochentas saboteo el proyecto, postergando 15 años el desarrollo del Cusco y del Perú. Lo triste es que esta generación de arequipeños no podrá gozar de los beneficios del cobre de Tía María por el conflicto de intereses locales, el oportunismo político y la corrupción.

Esa corrupción, que no se quiere enfrentar con honor por Tierra y Libertad. Ese pequeño movimiento de izquierda tiene como antecedente ser el gran responsable de la desgracia de pueblo de Cajamarca, que teniendo las mismas posibilidades en recursos naturales que Arequipa, mantiene altísimos índices de pobreza mientras que la primera ya los superó gracias a la minería y al comercio. ¿Habrá leído Marco Arana el estudio comparativo del Instituto de Estudios Peruanos entre Cajamarca y Arequipa? Yo misma se lo entregue a la mano a Gregorio Santos, hoy preso. Tal vez si. Tal vez no. Pero lo cierto es que Arana no quiere que Cajamarca prospere como Arequipa. Quiere que Arequipa se convierta en Cajamarca.

¿Van a permitirlo los arequipeños? Parece que si. Con la capitulación del Estado y el triunfo de la turba sobre la ley, ya esta todo – por ahora- perdido.

Pero tarde o temprano, ese cobre saldrá de las entrañas de la tierra. De eso, que no quede duda.

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