Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

12 Abril, 2015

Un viaje al interior

Huancayo. 3256 metros de altura. Ese sólo dato podría haberme disuadido. La altura se ha convertido en una barrera médica para mí. No lo fue en mi infancia – aunque recordar el sabor de la pastilla gigante de Coramina Glucosa que mi mamá nos hacía chupar en Ticlio ya me está produciendo nauseas – pero con los años se manifestó de manera aterradora. Un viaje al Cusco hace 15 años fue el final. El abrazo al water y el balón de oxígeno, mi único refugio.

Fue así que apareció el Diamox primero y luego el Acetac (por su nombre de marca) en mi vida. Estos medicamentos son usados para rescatistas de alta montaña y para el glaucoma. Son la salvación del viajero, pero hay que tomarlo desde el día antes de viajar y tienen en mí dos efectos secundarios. Primero, cambian el sabor de las bebidas y segundo, el Acetac es un potente diurético. Me conozco todos los baños de todas las rutas de subida a la sierra peruana.

Juan Carlos Tafur (a quien la altura no le hace ni cosquillas, camina en camiseta en Huancayo de noche y se puede arrimar un chorizo, una trucha y un cuy apenas aterriza) me animo a ir a dar unas charlas remuneradas en la Universidad Continental. El viaje sería en avión vía  Jauja y habría que preparar dos conferencias. Una para el viernes y otra para el sábado.

Con el Acetac encima emprendimos el viaje. El avión era una sonaja y yo dije algunas palabrotas demás mientras Juan Carlos estaba muerto de risa. Apenas baje del avión noté que me iba a faltar abrigo para la ocasión. Una salvadora capa de lana hizo el milagro. Nuestros anfitriones nos llevaron con velocidad a Huancayo, distante a una hora. Apenas salimos del aeropuerto todos mis miedos fueron vencidos.

Hay muchos lugares bellos en el Perú, es cierto. Pero la belleza del valle del Mantaro puede competir con cualquiera. Debe ser que a los costeños que vivimos en el desierto nos falta el verde. Cientos de tonos de vegetación nos circundaban. El río ancho y el valle enorme nos dan una bienvenida que ningún aeropuerto da en el Perú. Todo lo que ha puesto Dios aquí es perfecto. ¿Lo que ha puesto el hombre? Bueno, esa es otra historia. La agricultura, ahora con sus hermosas y gigantescas alcachofas de exportación, siempre es bella. Es en la arquitectura donde se están realizando los peores crímenes estéticos. Para empezar debería haber una cruzada para prohibir el uso de vidrio azul, verde o negro en esas bellas casas blancas andinas. ¿Se puede justificar en algún edificio? Tal vez. Pero la belleza de las casas blancas de teja andina ésta desapareciendo en el valle reemplazada por patrones estéticos que se multiplican por todo el país, como los muros de ladrillo sin tarrajear.

Al llegar a Huancayo debíamos empezar la conferencia de inmediato. Fueron tres horas de entusiasmo y atención dedicada de 280 alumnos de comunicaciones. También se inscribieron periodistas locales, incluso una vino desde Pasco. Como yo estaba un poco verde, preferí empezar. No fuera a ser que desmayada no pudiera. Pero apenas me senté (si uso el podio me vengo abajo) y tomé el micrófono,  todo fluyó. Yo les hable de una caso de comunicaciones de gran preocupación: el financiamientos de partidos políticos y su, hasta ahora, imposible reforma en serio. Tomando como ejemplo el caso del 2011 y las resoluciones de la ONPE plagadas de hallazgos de múltiples ilegalidades les hice un panorama de lo que nos espera el 2016. Juan Carlos abordó el problema político en las regiones, con la solvencia que lo caracteriza y parado en el podio en camiseta como si estuviera frente al mar.

Luego vinieron las preguntas para los dos. Como una hora de preocupaciones compartidas por las amenazas al periodismo independiente. Nuestra periodista de Pasco le dijo a Juan Carlos que el panorama aterrador (criminalización del Estado vía corrupción, “institucionalización” de actividades ilícitas como contrabando, narcotráfico, trata, minería y tala ilegal, nacionalismos desbordados y radicalismos anti mercado) que había propuesto a futuro era el presente de Pasco. Con su ex Presidente Regional preso, las presiones anteriores y posteriores sobre los apenas 40 periodistas que trabajan en la zona son duras.

Salimos a comer con nuestros anfitriones a un lugar ¡de parrilladas! Olía delicioso pero yo tome sólo caldo de pollo. No les cuento lo que comió mi co-panelista por pudor. Después de un sueño indispensable regresamos a la mañana siguiente a la Universidad Continental donde nos esperaban los alumnos inscritos por talleres. Los míos – mayoritariamente mujeres – escucharon una charla de una hora sobre las amenazas y los retos que estos plantean a la profesión. Las preguntas, por más de una hora fueron variadas  y algunas sorprendentes. Les interesaba mi opinión sobre ciertas teorías de la conspiración – muy populares en las redes – y tuvimos un buen intercambio sobre lo que es periodismo y sobre lo que es literatura fantástica.

Uno de los problemas que tiene el periodismo local es su falta de autonomía económica. Como nos dijeron: “a ustedes les pagan en Lima, nosotros pagamos aquí por un espacio”.  El periodista compra un espacio radial o de TV de Cable local y es independiente en su espacio. ¿Y de que vive? De la publicidad que él mismo debe conseguir. ¿Quién es el principal anunciante local? El Estado. Sea el Gobierno Regional, la Municipalidad, la empresa de agua municipal o un proyecto especial. ¿Y a quién tiene que fiscalizar el periodista? Al Estado. Pero ¿si el Estado le paga directamente? Las consecuencias no son difíciles de imaginar. Periodismo sobón y mermelero con el poder y cuchillero con los colegas y adversarios del que paga. O periodismo extorsionador, salvajemente fiscalizador en busca de una paga que lo acalle.  O, felizmente periodismo en serio, sufriente, aislado y perseguido pero sirviendo a su pueblo con la frente en alto. Que sean pocos o muchos es irrelevante. Los encontré en Huancayo, y los encuentro en todo el Perú.

Después de cumplir con el ritual de las fotos – que organice según me aconsejo mi amigo Augusto Alvarez hace años, con una fila y yo parada como novia en el altar – y las entrevistas para alumnos y medios locales, partimos raudos al aeropuerto. Almorzamos cerca a Ocopa y ahí si fui tentada por una trucha y una alcachofa de bandera. Y por supuesto una papa a la huancaína hecha en batán porque, felizmente, no había luz.

Llovía y el temor a que el avión no entrará se disipó al llegar al aeropuerto. Nos despedimos de nuestros anfitriones y minutos después un magnifico arco iris, promesa de tantas cosas buenas, nos despedía de Jauja.

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