Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

9 abril, 2015

La sopa de Herodes

Acallado el grito parlamentario opositor: “¡Cateriano no!” y ya habiendo éste juramentado el Jueves Santo, no queda más al Congreso que fijar fecha para recibirlo en menos de 30 días.

Cateriano va constitucionalmente a:

exponer y debatir la política general de gobierno y las principales medidas que requiere su gestión. Plantea a ese efecto, cuestión de confianza”.

Es decir, su mera investidura merecerá o no la confianza del Congreso. Pero más adelante en el artículo 133 de la Constitución se señala lo siguiente:

“El Presidente del Consejo de Ministros puede plantear ante el Congreso una cuestión de confianza a nombre del Consejo. Si la confianza le es rehusada o si es censurado o si renuncia o si es removido por el Presidente de la República, se produce la crisis total del gabinete”.

Es decir, además del voto de la investidura Cateriano puede llegar con uno o más Proyectos de Ley y hacer cuestión de confianza de ellos. Puede pedir facultades extraordinarias para legislar y si, antes del 28 de julio, el Congreso decide censurar a uno de sus Ministros puede plantear la permanencia de ese Ministro como cuestión de confianza para todo el gabinete.

Hay un antecedente clave. Cateriano es el único Ministro, en la toda historia republicana que, por sí sólo, sin el Presidente del Congreso de Ministros, ha hecho cuestión de confianza para el otorgamiento de facultades ante el Congreso para reformar el sector Defensa. Ante la sorpresa de los desconcertados parlamentarios, la obtuvo sin siquiera haberlo consultado. Todo hace prever que arrojó no le va a faltar para volverlo a hacer si necesita defender un Ministro o aprobar un paquete de medidas.

Cabe advertir que con un gabinete censurado (no Ana Jara como ministra como le leído a  algún congresista despistado o arrepentido) el artículo 134  de la Constitución es contundente:

“El Presidente de la República ésta facultado a disolver el Congreso si este ha censurado o negado su confianza a dos Consejos de Ministros”.

Vamos ya con un gabinete censurado. Basta una negación de confianza, nada más, para que el Presidenta pueda (no deba) disolver el Congreso y convocar elecciones en 4 meses para completar el periodo parlamentario. Gobernará el Ejecutivo por Decretos de Urgencia dando cuenta a la Comisión Permanente.

Sin embargo, el Congreso no puede ser disuelto el último año de gobierno. Así que, este periodo de gracia para Cateriano tiene fecha de expiración. A partir del 28 de julio lo pueden mandar a él, y a cuantos gabinetes forme Humala, a su casa.

El cargo de Ministro de Estado es el más vulnerable de nuestro orden jurídico. Te puede botar el Presidente y te puede botar el Congreso. Sin embargo, esa segunda parte del contrapeso de poder ha desaparecido para Cateriano y su Consejo. Es hoy y por 4 meses el hombre más poderoso e inamovible del Estado, después del Presidente.

¿Qué puede hacer Cateriano con ese poder regalado por el Congreso? ¿Ser conciliador? ¿Tímido? ¿Mostrarse temeroso? O ¿proponer un paquete de normas que jamás serían aprobadas por Congreso alguno? Desde la reforma electoral hasta la reforma económica. Un “todo lo que usted siempre quiso reformar y no se atrevió a proponerlo”.

¿Con cargo a futura derogatoria? Por cierto.

Pero por ahora, para el Congreso, Cateriano es la sopa de Herodes. ¿O no?

 

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