Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

18 agosto, 2016

Honor y buen periodismo

Milagros Rumiche Saavedra, joven tumbesina, trabajadora del grupo Carsa, madre de familia, se hartó de los maltratos de su pareja Carlos Feijoo Mogollón, miembro del Serenazgo de la ciudad de Tumbes. Lo denunció ante la policía el fin de semana, pero, como suele pasar, no le hicieron caso. El día 15 de agosto el sujeto la sacó de su trabajo con amenazas y la llevó a la zona de Playa Hermosa donde la golpeo, desfigurándola de forma brutal.  Según el testimonio de la sobreviviente, él la ahorcó y ella perdió el conocimiento. Creyéndola muerta, la tapó con los matarroles espinosos que ahi encontró y huyó. Ella recobró el conocimiento y pudo caminar hasta la carretera Panamericana donde un patrullero la vio. Así, llegó  al hospital Regional de Tumbes. Ayer, ante la necesidad de ser examinada por un cirujano especialista en cabeza y cuello – que para escándalo no hay en toda la Región Norte según testimonio de la doctora Edith Sólis –  fue trasladada a Lima.

El caso, en el contexto de una protesta nacional contra la violencia hacia las mujeres ha sido cubierto con amplitud por los medios, como rara vez sucede. La empatía con la víctima, la necesidad de justicia, ha motivado, ahora si, una movilización policial en Tumbes – a instancias del Ministro del Interior que ha señalado habrá una investigación sobre los agentes policiales que no atendieron debidamente a la señora Rumiche – y también movilizaciones de protesta social en la calles de la ciudad de frontera.

Esto, esta muy bien. Atención médica, atención policial, protesta y solidaridad. Esperemos, pronto, captura y proceso judicial. Hasta aquí, un gran avance.

Sin embargo, veamos que hicieron los medios de comunicación. Para empezar, un titular de RPP resulta sublevante: «Mujer denunció a su pareja motivada por Ni Una Menos y él la desfiguró». ¿Quién tiene la culpa de la agresión? ¿La motivación que la protesta dio a la mujer? Lean despacio. Eso es lo que dice el titular. La culpa es de #NiUnaMenos. Eso es, francamente, repulsivo.

Pero lo peor vino después. La Médico Legista, Joyce Lama, hizo su trabajo. Examinó a la víctima e hizo una contabilidad pormenorizada de sus múltiples lesiones. Eso es, exactamente, lo que tiene que hacer.  La lista de lesiones es extensa. Entre las lesiones que encontró, anoto en su informe un «TEC leve», es decir un Traumatismo Encéfalo Craneano Leve.  Para explicarlo en sencillo, recibes un golpe en la cabeza, que puede ser severo, pero no pierdes el conocimiento por ese golpe. Cuando pierdes la conciencia directamente por el golpe, se le califica como «TEC severo». El testimonio de Milagros Rumiche relata que ella es asfixiada y es por esa razón que pierde la conciencia y su agresor presume que esta muerta.

Vamos a aclarar algo de entrada. Los médicos legistas NO establecen el tipo penal por el cual se acusa a un criminal. NO son competentes para eso. Hacen una pericia y le señalan al fiscal lo que encuentran. Esa pericia es una de las muchas que puede pedir un fiscal antes de formular una acusación. El médico legista enumera las lesiones, recomienda, de ser el caso, más estudios y concluye con un número de días de descanso médico en ese acto, pero que pueden ser ampliados si hay nuevos hallazgos.

Este es parte del informe del médico legista de Tumbes:

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En ningún lugar se lee que la doctora Joyce Lama dice que las lesiones de la señora Rumiche califican en el tipo penal «lesiones leves». La única vez que aparece la palabra «leve» se refiere al TEC, que como se ve, es sólo una de las múltiples lesiones encontradas. Es más, se piden otros estudios (radiografías) para poder tener un mejor diagnóstico. Reitero, no se lee «lesiones leves» porque NO corresponde al médico indicar cual es el tipo penal aplicable. Eso es tarea del Fiscal, no del médico.

Pero es aquí cuando  llegó la pesadilla de la doctora Lama. Algún periodista ignorante decidió modificar todo el sistema procesal penal peruano y se olvido de las competencias del fiscal. Y todos como monitos amaestrados lo repitieron «muy indignados».  El titular de la «indignación» de los mohines en cámara, de los reclamos de periodistas airados, de las portadas estridentes, era decir- como si tal mentira fuera cierta – palabras mas o menos, en que la médico Lama había calificado las lesiones como leves para bajarle la pena al agresor. ¿Cómo soltaron ese disparate al unísono y por horas? Hasta el momento, no lo sé. ¿No pueden consultar a un abogado? ¿Ya no se usa eso de llamar al consultor si no sabes? ¿Es pereza o negligencia?

Aquí, para muestra, un botón:

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Aterrados en el Ministerio Público, supongo que por la vorágine mediática,  se ordenó separar a la doctora Lama del caso. ¿Qué había hecho mal? Nada. Sólo hacer un trabajo que la prensa no esta preparada para entender. ¿Eso la perjudico? Por supuesto.

El fiscal del caso en Tumbes ya acusó. No por lesiones, ni graves, ni leves. Ha acusado por tentativa de feminicidio. El es el que califica la denuncia, basándose no sólo en un peritaje sino en otras pruebas (testimonio de la víctima, inspección al lugar de la escena del delito, etc.).

¿Y como queda la doctora Lama? Difamada por toda prensa peruana, con parlante nacional. Así de brutal. ¿Eso no es acaso un acto de violencia?

Dice la Constitución del Perú que «toda persona tiene derecho al honor y a la buena reputación».  ¿Ha tenido la doctora Lama ese derecho? No.  Y no, por su culpa sino por la culpa de la ignorancia supina en la que se mueven las redacciones del país que sólo quieren generar estructuras dramáticas artificales. Si les quitas el morbo, creen que van a morir. ¿Y que puede ser mas morboso que una cara desfigurada y una médico «complice» de un agresor?

¿Dónde queda aquí la verdad? ¿La libertad de expresión no garantiza un derecho a ser informado por lo menos con veracidad? Hoy, ya todos los medios sabían que habían cometido una terrible difamación. ¿Alguien ha pedido disculpas?

Dice la Constitución que «toda persona afectada por afirmaciones inexactas o agraviada por cualquier medio de comunicación social tiene derecho a que éste se rectifique en forma gratuita, inmediata y proporcional, sin perjuicio de las responsabilidades de ley». ¡Y hasta Ley de Rectificación tenemos!

No conozco a la doctora Lama, pero me alegraría mucho saber que puede darles una lección de ética básica a los propietarios  y directores de medios de comunicación exigiendo las rectificaciones proporcionales (me encantaría ver esas portadas) y que, si persisten en su soberbia, los querelle. Porque una cosa es robarle el honor a alguien por ignorante y otra muy diferente es robárselo a sabiendas de lo que se esta haciendo. A estas alturas, ya lo saben. La embarraron.

 

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