Rosa María Palacios

Un blog de política independiente


12 noviembre, 2015

¿Dónde esta mi plata? Las AFP, una promesa rota

Como saben ya algunos lectores, mi vida laboral ha sido, por decirlo con elegancia, azarosa. Un día estás, un día ya no estás. En el mundo de los abogados y luego, cuando entré al mundo de los periodistas, viví la mayoría de mis años profesionales como trabajadora independiente, lo que se conoce para efectos del impuesto a la renta, como una trabajadora de cuarta categoría.

Todos los años que me dedique al derecho, fueron verdaderos años de trabajo independiente porque siempre hubo un cliente más que un empleador. Salvo una excepción. Por 12 meses entre 1993 y 1994 si estuve en planilla y aporte a una AFP. Luego, regrese a las contingencias de la vida del profesional liberal que nunca gana lo mismo cada mes.  No supe más de la AFP y me olvide de los aportes.

La vida del profesional de cuarta categoría es dura pero tiene sus contraprestaciones. Nadie te paga vacaciones, CTS o gratificaciones, ni tienes acceso a Essalud, pero a cambio tu no aportas a ningún sistema pensionario. Una por otra y no esta mal.  Eso si, la Sunat viene por lo suyo, como con todos y si las retenciones (antes de 10%, ahora  de 8%) al fisco no alcanzaran para pagar las tasas de 15%, 21% y hasta 30% de tus ingresos puedes regularizar el excedente en abril, pagándolo de sopetón o pidiendo un fraccionamiento.

Los medios de comunicación me han contratado en cuarta categoría desde que en 1999 entre a trabajar, a los 35 años, en ellos. Mis mejores contratos han sido, de lejos, los de palabra. La ventaja para el empleador es que te puede despedir prácticamente cuando le de la gana y si espera el vencimiento del contrato, echarte a la calle sin darte un centavo de compensación alguna a sabiendas de que en realidad la relación laboral nunca fue independiente. Así ha sido y así es la realidad de esta carrera.

En esos azares volví a la Universidad, esta vez a enseñar y trabajar. Y la Universidad, que es una institución formal me tiene en una planilla organizadísima con una boletas de pago perfectas. Al ingresar a trabajar el 2013 la PUCP inmediatamente descubrió en el sistema que yo ya era aportante de la AFP Profuturo, y, como la ley manda, procedió a los descuentos al humilde salario de docente.

También, como la ley manda, la AFP Profuturo se acordó de mi y me mandó un magnífico «estado de  cuenta cuatrimestral» en el que decía que yo tenía ahí mas de 30,000 soles, perdidos para mi en el recuerdo, de ese breve y fugaz paso por la planilla. Contenta, al fin y a cabo, esperé que esa platita – que valgan verdades no alcanza para una pensión – creciera un poquito ¿no?. Total, ¿no me obliga el Estado a entregarla a personas que han estudiado mucho para hacerla crecer?

Hoy me llegó mi «estado de cuenta cuatrimestral» como supongo a millones de trabajadores, aunque en realidad no llegamos ni al 15 % de la PEA porque el resto es informal o son trabajadores independientes.

En resumen,  la cosa viene así:

Saldo anterior: 38, 159.54 soles

Aportes: 1,253. 10 soles

Rendimiento: – 2,401.87 soles

Saldo actual: 37, 010.77 soles

¿Cómo? ¿Tienen – disculparan ustedes el purísimo castellano – la concha de llamar «rendimiento» a una resta? ¿Qué «rendimiento» es ese? No ha rendido nada. Al contrario. Eso se llama decrecimiento.

Mi fondo es chiquitito, pero aquellos que han trabajado 30 o 40 años en una planilla ven con desesperación – acercándose los años de jubilación-  que el dinero prometido se escurre entre sus dedos por la absoluta falta de diligencia en la administración de su plata.

No hay excusas.

Yo, y usted que me lee,  no tendremos un doctorado en finanzas pero le aseguró que usted y yo no perdíamos el doble de la plata que cualquier persona nos hubiera entregado a cuidar en 4 meses. ¿Te doy 1200 soles y tu me pierdes no solo los 1200 soles sino también 1200 soles más? ¿Y tengo que seguir dándote mi plata? Y esto vale para todas las AFP.

¿Se acabaron los años de rendimientos espectaculares? De acuerdo. ¿La Bolsa de Valores de Lima esta en crisis? Te creo. ¿El valor de las empresas, y por tanto de sus acciones, ha caído? Puede ser. ¿Estamos entrenando a un ciclo de recesión mundial y el enfriamiento es su primera etapa? Te atraco. Lo que no te aguanto, mi querida AFP, es que no me explique porque no pusiste mi plata en un banco – cualquier banco o caja reconocida por la SBS –  a plazo fijo para darme  al menos 1% de rendimiento. ¡Por Dios! No necesito una maestría para eso. ¿Verdad?

Lo que tampoco le aguanto a las AFPs es que no se mojen conmigo. Perdemos, perdemos todos. Pero no. La rentabilidad de cualquier AFP en el Perú esta en positivo. Gozan de buena salud. Bien por todas. ¿Y nosotros? Es decir, su plata la invierten muy bien. Mi plata, la invierten pésimo.

Si son unos pésimos inversionistas, como queda demostrado, ¿no tengo derecho a aportar voluntariamente a donde me de la gana? Magnífico el proyecto de ley para que todos tengamos el derecho a reclamar el 95% del fondo a los 65 años (el 5% restante es para asegurar la cobertura de Essalud, lo cual no esta mal) pero, ¿si hacemos una verdadera reforma liberal?

¡Abajo el yugo del aporte obligatorio! ¡Libertad e Igualdad!

Suena bien. ¿No?

En las elecciones del 2011 las AFP mandaron una carta a todos sus afiliados para, con poca sutileza, recordarles cuanto tenían en su fondo y el peligro de votar por el «retroceso» o la «inestabilidad» (no recuerdo las palabras exactas) metiéndose de cabeza en la política local haciendo campaña por Keiko Fujimori contra Ollanta Humala.

Pues bien, esta campaña las encuentra calatas. Y se las va a llevar de encuentro.

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