¿Y si ocurre?
El lunes 28 de marzo el congreso debe debatir y votar la moción de vacancia por “permanente incapacidad moral” admitida a tramite con 79 votos. Como se ha repetido hasta la saciedad, se necesitan 87 votos para vacar al presidente de la república por disposición de una resolución del Tribunal Constitucional que, en el 2003, lleno un vacío respecto a mayorías calificadas.
¿Basta con tener 87 votos? No. Pero, desde los casos de Kuczynski y de Vizcarra, el congreso ha hecho lo que le ha dado la gana y lo que el Tribunal Constitucional ha tolerado que haga. Han inventado un juicio político exprés por delitos no sentenciados (prohibido por la Constitución) y nada hace pensar que esta distorsión de las instituciones y ese grave sabotaje a la forma democrática de gobierno vaya a cambiar en los próximos días. Mientras esto no se solucione, el presidente será siempre un rehén de una dictadura parlamentaria. Basta juntar a 87 de 130 y largarlo.
Castillo no debería tener de qué asustarse. Tiene 44 votos de las izquierdas y unos más de “los niños” de AP y afines de Podemos y Somos Perú. También puede contar con que los 3 votos del Partido Morado no votarán a favor por razones institucionales. Lo harán, como debe ser, cuando se introduzca el juicio político al presidente en ejercicio o se derogue el artículo 117 de la Constitución que protege al presidente de toda acusación durante su mandato. Así, la votación del lunes no debería pasar de 80 votos.
Sin embargo, el presidente tiene miedo. Anuncia audios, videos y montajes. ¿Sabe algo que los demás no sabemos? ¿El factor Pacheco está fuera de control? Supongamos que en efecto ocurre algo que hace inevitable que hasta los de Perú Libre voten a favor, que Juntos por el Perú se harte de ser ninguneada o que Perú Democrático se vengue por lo de Valer. En el mundo de la fantasía, ¿qué ocurre después?
El martes juramenta, si no renuncia, Dina Boluarte. Pero no es del agrado de Perú Libre, como ya se ha hecho público en todas las formas. Ella ya se fue del partido y puede que, con los votos de las izquierdas, la vaquen mas rápido que a Castillo. Su supervivencia depende de un pacto político para gobernar. ¿Es ese pacto necesario? Absolutamente. ¿Es posible? No lo parece.
Saliendo Boluarte y juramentando como presidente uno de los 130 congresistas (ponerse de acuerdo en quién será muy difícil), si en el Congreso creen que puede gobernar sin convocar a elecciones generales, están perdidos. Su impopularidad es de larga data y no va a mejorar hasta que entiendan y practiquen su real función. Ya tuvimos dos presidentes con un congreso elegido en fecha distinta: Vizcarra, vacado y Sagasti aguantó 7 meses con un congreso opositor que le hizo la vida imposible. El parlamento actual, no es mejor. Basta recordar la mediocridad y mezquindad de Alva impidiendo el ingreso de Sagasti a dejar la banda presidencial. Ese gesto inaugural, simbólico, al fin y al cabo, dejó huella.
Las elecciones generales, respetando plazos, tendrían que convocarse para abril del 2023. El nuevo gobierno y congreso se instalaría el 28 de julio del próximo año (por mandato constitucional solo puede ocurrir en esa fecha). ¿Será ese gobierno muy distinto al de Castillo? Si se elige con las mismas reglas, el resultado será parecido. Y siguiendo la línea del tiempo, cada congreso es peor que el otro, así que todo anticipa que así será.
¿Hay consenso para una reforma política en serio? No lo hay. Solo se desmantela, mes a mes, lo poco que se avanzó. ¿Hay consenso para un pacto político, aunque sea solo por la mejora de la gestión pública en salud o educación? ¿Acaso lo hay para que los valores de la transparencia, la meritocracia y la honradez en el uso de recursos públicos sea norma de vida? ¿Comparten los partidos políticos las más elementales nociones de bien común, justicia y de verdad? ¿Hay siquiera lideres que encarnen estos valores? Todo puede cambiar, para nada cambiar. Ese parece ser nuestro triste destino, repleto de crisis múltiples y perpetuas.
Columna publicada el domingo 27 de marzo del año 2022 en el diario La República
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