El triunfo de Cerrón
Con 64 votos, el congreso dio confianza al gabinete Torres. Fuerza Popular retiró su moción de censura contra el ministro de salud y la sustituyó por una irrelevante interpelación apoyada masivamente excusándose en un argumento falso y vergonzoso (“primero se tiene que interpelar”) que muestra que no les alcanzan los votos para censurar a un ministro incorregible. La moción de vacancia contra el presidente tal vez pase de los 52 votos este lunes para admitirse a trámite, pero todos saben que no llegará a 87 votos para que tenga efectividad. Castillo, adelantándose al show, se da el lujo de voluntariar para un mensaje desde el congreso el martes. Tres en raya para el gobierno y cero para la oposición.
¿Por qué una victoria tan contundente? El gobierno tiene 44 votos formalmente propios. Conservarlos es un reto. Cerrón espantó a Boluarte, Chávez y Bermejo, que han hecho tienda aparte, pero no los perdió del todo. Castillo se encargó de atraerlos con ministerios o con cuotas de poder. Le dio lo suficiente a la bancada magisterial. Mientras que Cerrón bajaba del coche a los de JPP (salvo al que es ministro, que no es de los de Verónica Mendoza) éstos, novatos, siguieron bien sentados ahí. El socio político sabe como tratarlos. El desprecio los hace más dependientes, como adicto al poder al que secas de golpe.
Consolidada la casa, el asalto en casa ajena era imprescindible. Cerrón anunciaba “curules cautivas” en un profético tuit que borró. ¿Adonde sembrar? Acción Popular, APP, Somos Perú y Podemos se caían de maduros y el perfil de los captados es más o menos el mismo: congresistas de provincia, con poca notoriedad nacional, vínculos anteriores pluripartidarios, intereses locales y no nacionales. ¿Qué ofrecer? Todo lo que el gobierno central puede dar, sea licito o ilícito. Obras públicas, puestos de trabajo, citas prioritarias (para mostrar poder ante la clientela local nada mejor que garantizarles que “el ministro nos recibe hoy mismo”), viajes con el presidente y ministros. Es decir, ser parte del poder de gestión mientras que formalmente eres parte del poder de fiscalización y tu bancada dice ser opositora. El cielo político.
¿Cómo le fue a Cerrón, Castillo y a todos los de esa orilla? Pues, por los resultados, un triunfo redondo. Saltar de 44 a 64 votos de apoyo con una tira de ministros incapaces e investigados por varios delitos es una victoria que no se le puede desconocer a los vencedores. Pero, ¿qué estuvieron dispuestos a sacrificar? Un gobierno de izquierda. Nada más, ni nada menos. No es poca cosa para Cerrón tirar el Ideario Programa comunista marxista leninista modelo cubano de los sesenta por la ventana. Aunque él me responda que solo es “un zigzag para llegar a la cumbre”, ambos sabemos que es falso. Su proyecto de asamblea constituyente jamás pudo recolectar firmas y por ello dejo de buscar votos en el pueblo y pasó a buscarlos, con mas éxito, en el congreso. “Salvo el poder, todo es ilusión”.
¿Por qué perdió la oposición? Porque no hizo política. Sus voceros son limeños, tienen voces prepotentes (Montoya y Alva, solo por poner dos ejemplos), no se dan el trabajo de mapear las necesidades, intereses, debilidades y fortalezas de cada uno de los 130 congresistas, tarea que cualquier líder político hace el día uno. Del fraudismo agotado no han salido, manteniendo el desprecio y la falta de empatía por aquellos que pudieron ser aliados con el acercamiento correcto y cuando todo voto importa. Y, valgan verdades, hay poca autoridad cuando se llenan la boca hablando de lucha anticorrupción. Si no fuera así no se explica el triunfo de Cerrón, un condenado por corrupción. Y de Castillo, que a estas alturas esta inmerso en una cleptocracia que le explota hasta en los baños de Palacio de gobierno.
Así quedamos esta semana. Un gobierno muy incompetente y corrupto, que ya no es una amenaza izquierdista a la economía y una oposición dejada en ridículo. Al medio, nosotros, que seguimos siendo los cautivos.
Columna publicada el domingo 13 de marzo del año 2022 en el diario La República
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