El año que viene
En las últimas semanas, cada vez con mas frecuencia, recibo una pregunta reiterada, supongo por la necesidad de hacer un balance del año 2021 y proyectar el año 2022. Esta es, a veces un reclamo y a veces un ruego: ¿terminará su mandato Pedro Castillo?
De esta se desagregan muchas otras, no menos importantes. ¿Cuándo cae su gobierno? ¿Se disolverá el congreso? ¿Crees que sea corrupto? ¿Qué tan corrupto debe ser para ser considerado incapaz moral? ¿El cisma de Perú Libre es el inicio del fin? ¿Está negociando con la oposición? ¿Qué les ha ofrecido? Si tuviera el don de la profecía, seríamos ricos todos, pero no lo tengo. No queda sino analizar algunos hechos y observarlos en el tiempo. Una atenta mirada puede ser una mejor guía que jugar a la bola de cristal.
¿Cómo termina el año el Ejecutivo? Mal. En lo político, con una bancada dividida y una oposición creciendo. La única fortaleza del presidente radica en que sus adversarios son incapaces de unirse, pero es altamente probable que una traición definitiva de Vladimir Cerrón sea lo único que falte para darle un duro golpe. Los hermanos Cerrón y su círculo intimo prefieren tratar con López Aliaga antes que con Verónica Mendoza. Detestan lo que la derecha bautizó como “caviares” y descalifican a Castillo por haber optado por una izquierda moderada que han despreciado siempre. Mirando con lupa no parece ser, necesariamente, un abismo ideológico el que separa a estos ministros “caviares” sobre representados en el gabinete, según queja constante de Cerrón. Parece ser un asunto mas bien faccioso, donde el clan Cerrón no admite librepensadores, peor aún si son limeños. Francke, Torres, Durand, pero también Chávez y Boluarte y, con mayor razón, Mirtha Vásquez, son cabezas pedidas y hasta ahora no entregadas por el presidente. El verano se los puede llevar, sólo si Cerrón llega a un acuerdo con Castillo; pero esto parece poco probable por ahora.
Con una vacancia frustrada, los precedentes peruanos no impiden que una segunda llegue muy rápido. La excusa se construye en oleadas de sucesivos escándalos y está clara que su construcción esta en auge y se encamina a su cumbre. En Palacio parecen no haberse enterado. Un mutismo absurdo con un presidente ausente y unos voceros poco comprometidos en su defensa, ayudan menos.
Sin embargo, es el plano económico donde las cosas pueden ir peor el 2022 y acelerar los tiempos políticos. Cuatro ex ministros de economía han conversado con el presidente esta semana y lo que le han explicado es lo que cualquiera con un mínimo de sentido común puede ver. Con una inflación que en los dos años de pandemia puede llegar a 8%, un dólar al alza solo por expectativas, ningún proyecto grande que impacte el PBI en el horizonte, un gasto público de pobre ejecución y de mala calidad, carreteras bloqueadas para una minería que puede parar como un dominó (perdiendo el momento de sus mejores precios), su ministro de economía no le está contando bien ni los síntomas, ni el diagnóstico. Muchos menos el tratamiento, que, hasta ahora, solo pasa por repartir bonos y una frustrada, felizmente, alza de impuestos. Bien sabemos los peruanos que no es necesaria una crisis económica para vacar a un presidente, pero que puede ayudar a acelerar el descontento social, no cabe duda. Ayuda a la inestabilidad económica la proyección del BCR para el crecimiento de la inversión privada para el 2022: la mantiene en 0%.
¿Llega Castillo al próximo diciembre? Por ahora, lo protegen dos cosas. La primera, la correlación de fuerzas en el congreso. Sin embargo, esta muta tan rápidamente como el tiempo de vida de un mosquito. Lo segundo es la incertidumbre de una transición y su desenlace desconocido. Mientras no exista acuerdo, un gobierno débil y tambaleante prevalecerá como un juguete porfiado que rebota antes de besar el suelo. Pero cuidado, Castillo debe saber que de tanto rebotar puede terminar con mareo de altura y terminar estrellándose mas pronto de lo que cree.
Columna publicada el domingo 19 de diciembre del año 2021 en el diario La República
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