Barrio de broncas
Alguien me dijo que el chisme no alimenta, pero entretiene. Lo mismo puede decirse de la política peruana donde no hay pan, pero sobra circo. Sólo en esa clave se puede entender la última pelea Ejecutivo – Legislativo. En el centro de la peor epidemia que asola al planeta, cuando los muertos ya se cuentan por miles y la economía cruje, cuando necesitas que la autoridad al menos acompañe, se arma un desmadre propio del recreo de una secundaria de varones con mucha más testosterona que neuronas.
¿Se necesita reformar la institución de la inmunidad parlamentaria? Si. Hay una razón histórica y toda constitución recoge su propia experiencia. Los congresos han desnaturalizado una protección política y la han extendido a criminales que se refugian en el Congreso. ¿Es necesario cambiar toda la institución? No. Basta con que desaparezca la Comisión de Levantamiento de Inmunidad del Congreso, que responde a las solicitudes de la Corte Suprema para juzgar solo delitos comunes, y la Corte Suprema resuelva, por si misma, la solicitud de los jueces de menor instancia. Eso era todo. Nada más.
¿Qué hizo el Presidente de la Comisión de Constitución? Para decirlo en simple, un arroz con mango en tres actos. Primero, la madrugada del sábado no lograron los 87 votos para iniciar la reforma constitucional en primera votación. El texto, que alcanzó 82 votos luego de que Acción Popular traicionara a su electorado, ya venía con yaya. La interpretación general, de un párrafo añadido, es que ya el problema de la inmunidad es lo de menos. Los congresistas se exoneraban de forma total y perpetua de todo delito cometido en su función. Una “constitucionalización” del tráfico de influencias, la negociación incompatible, el cohecho y hasta la asociación ilícita, sin precedentes.
En el segundo acto, aparece el Presidente el domingo y anuncia que convocará a referéndum. Su proclama tenía dos obstáculos. El primero, que tal referéndum no puede convocarse hasta que el Presidente del Congreso no le remita la autógrafa y el segundo, que el texto venía con una redacción tramposa. A Vizcarra siempre le ha ido bien en la bronca en ese barrio y volvió por más. La tribuna aplaudió sin conocer detalles y creyendo que, una vez más, el Congreso sería derrotado.
Lo que siguió después merece la calificación que un eufórico Omar Chehade le dió. En efecto, “fue histórico”. El tercer acto se desarrolla el domingo en la noche, en un pleno de emergencia. Chehade (un público y notorio beneficiario de la protección parlamentaria en el caso “Las Brujas de Cachiche” que llevó a su hermano a tres años de prisión), presentó en menos de 10 minutos una iniciativa de consenso que se volaba 5 artículos de la Constitución, con el propósito, según estos Atilas de la ley, de dar “balance” a la protección a altos funcionarios. La renuncia de 16 miembros de la Comisión Consultiva de la Comisión de Constitución da cuenta del calibre de la salvajada jurídica.
Pero, ¿no hay algunos abogados en el nuevo Congreso? Entre los que votaron a favor, los hay. La explicación general es que “Vizcarra los pecho” y le dieron su vuelto. Insisten en que toda la culpa es del Presidente. Es difícil entender por qué un mandatario de salida, sin bancada, sin partido y sin proyecto político puede ser una amenaza a 9 partidos con aspiraciones presidenciales a la vuelta de la esquina. Vizcarra ya tiene que lidiar con su propia gestión de las dos crisis inmensas que afronta y sobre las que cabría un debate serio sobre sus carencias.
Al final, todo indica que la bronca se paró a tiempo. Falta ver si a los machitos de los dos bandos se les sanciona o “ahí nomás queda profe, ni pa mí , ni pa él”. Pero, ¿y la reforma?
Columna publicada en el diario La República el domingo 12 de julio del 2020
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