Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

22 marzo, 2017

Bondad

Se que las buenas noticias no son noticias. Para un público alimentado de morbo y adicto a éste, esta columna sera muy aburrida. Pero aquí, entre nosotros, hay drama verdadero, no un montaje para el entretenimiento pasajero. No hay peliculina, hay tragedia y respuesta. Y es de la respuesta de la que quiero escribir.

He visto en menos de una semana cosas que no creí ver nunca en Lima. Virtudes que creía cultivadas por pocos en una sociedad en donde, siempre lo he repetido,  «el otro no existe». Una Lima egoísta, hostil, de malos modales, tacaña, demoledora del espacio público o usurpadora de éste para beneficio propio. Conchuda, insensible. En esa Lima he vivido y esa Lima se esfumo.

¿Un milagro pasajero? No lo sé. Lo cierto es que me han llegado mensajes viralizados con textos dignos de una estoica sociedad escandinava. «¿No tienes agua en el caño? No te quejes. Hay gente que lo perdió todo». Y lo que es mejor, efectivamente, pocas quejas para una ciudad de 10 millones de habitantes con el servicio de agua parcial o totalmente interrumpido por lo menos por 4 días. Las familias han desarrollado, de acuerdo a la experiencia de los mayores, estrategias de recojo de agua a través de pozos y cisternas y ahorro y reutilización de ésta, como si se tratará de una batalla en contra del desperdicio. Organización, austeridad y fortaleza. ¿En Lima? Si, aunque parezca increíble. Una ciudad en donde el civismo es escaso mostró otra cara. Sera el susto, serán los malos recuerdos, será que queremos que nuestros hijos sean mejores sacando lecciones de una tragedia nacional. No lo sé. Pero es otra Lima.

No conozco familia que no haya revisado su ropa, mucha o poca, pobre o rica, para regalar algo. Se ha recibido tanta que ya no se puede recibir más. Por ahora. Se han organizado ciento de grupos de todo tipo. Colegios, universidades, parroquias, grupos familiares o de amigos, oficinas, paisanos de las zonas afectadas y de las no afectadas, medios de comunicación, ONGs y hasta empleados de instituciones públicas han puesto lo que han podido para recolectar víveres, medicinas, útiles de aseo y todo lo que fuera solicitado por grandes acopiadores como Caritas, Adra, las Fuerzas Armadas y tantos otros que están llevando la ayuda ahí donde se requiera. Desde un humilde garaje hasta el Patio de Honor de Palacio de Gobierno. En todo lugar he visto un voluntariado insospechado. Entusiasta y generoso, con una energía inacabable. Escolares reclutados por sus madres para hacer cajas y clasificar lo donado, madres reclutadas por otras madres para hacer fuerza y organizar toneladas de ayuda que van llenando camiones, barcos y aviones.

La empresa privada, con increíble discreción, ha transportado por tierra, mar y aire lo que se ha podido. Han suspendido producción de bebidas comerciales para envasar gratuitamente millones de litros de agua. Han donado sus productos por millares. En silencio.

Las Fuerzas Armadas y Policiales, con orden de inamovilidad, sin ver a sus familias, se están moviendo por todo el Perú para que no lleve la desesperación al caos. El Estado ha impuesto orden y paz en zonas casi sin esperanza de ser auxiliadas y ese es un gran merito a reconocer. Asimismo enorgullece la pericia de pilotos y rescatistas. 18,000 personas han sido evacuadas, a veces en situaciones de gran peligro. No se ha perdido una sola nave en los rescates. Hay profesionalismo y hay compromiso.

Un espíritu de voluntariado gigantesco recorre a esta hora Lima. «¿Qué más puedo hacer?», «¿Donde necesitan ayuda para ir?». Un espíritu que ha sustituido nuestra habitual indiferencia y el acaparamiento individualista de las primeras horas. Hoy Lima, es otra. La bondad la ha sometido. Ojala dure por mucho tiempo, pero por el tiempo que esta durando nos demuestra lo que somos capaces de ser y de hacer en tiempos difíciles.

La tragedia ha sacado lo mejor de cada uno. Bueno, siempre hay excepciones, pero dejemos eso para otro día. El amor todo lo puede y eso es la bondad. Conmoverse es moverse con el otro. Y hoy, el otro, por fin, existe.

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