Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

10 febrero, 2016

La hora crítica de Julio Guzman

Ser un desconocido y estar hoy, 10 de febrero, a 60 días de las elecciones generales, en el segundo lugar de intención de voto, con 16 puntos (con blancos y nulos) debe ser la gloria para Julio Guzmán. La encuesta de GFK daba un triple empate en el cupo del que competiría en segunda vuelta con Fujimori. Hoy, Datum, recogida ya la caída de Acuña por sus plagios y su pésima defensa, aclara el panorama.

Keiko va con 31 puntos, Guzmán con 16, PPK con 11, Acuña con 7, García con 4, y ¡sorpresa! Barnechea asoma con 3. Nada está dicho. El margen de error es +/- 2.8%. Dos meses de campaña en el Perú es la vida eterna. Pero mediados de febrero comienza a ser la fecha critica para surgir o hundirse del todo.

Pero la gloria de Guzmán y su muy meritorio ascenso en una campaña, todavía, sin publicidad en televisión, puede durar poco. Hoy es también el día en que se puede definir definitivamente el futuro político de Guzmán.

El Partido de Guzmán, (pocos recuerdan el nombre) Todos por el Perú, no es – como en casi todos los casos de nuestros sistema – un verdadero partido. Ni de bases, ni de cuadros. Es, a lo más, la voluntad primigenia de Drago Kisic y otros colegas por participar en política con marca propia. Marca que pudieron, por las permisivas leyes electorales que tenemos en el Perú, mantener a lo largo de más de una década, a veces sin tener uno sólo candidato electo. Esas son las reglas, nos gusten o no. Y esa la explicación de porque tenemos 19 postulantes a la Presidencia de la República.

Julio Guzmán, si es el idealista que conversó conmigo hace unos días, debe tener poco cuidado en las formalidades. Los grandes soñadores suelen tener grandes problemas de organización personal. Sin embargo, esta falla puede pasarle la factura mas seria de todas. ¿Es posible que el JNE lo saque de carrera por ser elegido con un Tribunal Electoral (del partido) no reconocido por el Registro de Organizaciones Políticas? Es posible.

¿Antecedentes? Existen algunos, en elecciones municipales, pero ninguno en nacionales. El caso de desembarcada mas dramático y reciente fue el de Alex Kouri en las elecciones municipales del 2010 – que marcó un antes y un después en esa campaña – pero ese ejemplo no es aplicable a este caso. Esa fue una tacha por la calidad del candidato respecto a su domicilio real. Lo de Guzmán es una formalidad que debió cumplir el partido, no él.

El caso de Guzmán plantea varias preguntas que el JNE tendrá que resolver:

¿No es acaso la primacía de la voluntad popular lo que debe resguardar el Jurado? ¿Sacar a Guzmán de un pase muy expectante a segunda vuelta no es violentar esa voluntad? La respuesta es sí.

¿Se agravió a algún competidor partidario de Guzmán, si este era candidato único? La respuesta es no.

¿Asunto arreglado? No es tan fácil. A pesar de que la falta de formalidad sea del partido, no hay otra forma de sanción que la que se ejecuta sobre sus candidatos. Es injusto, pero es legal. Es decir, el partido no puede ser multado, por poner un ejemplo, por no respetar sus propios estatutos. La sanción va a la raíz del acto de incumplimiento y a las consecuencias que este genera. Si se modificó mal el Estatuto, si por consiguiente se eligió mal al Tribunal Electoral y si como consecuencia este Tribunal «no nato» proclamó a un candidato ganador, los actos del Tribunal deben considerarse inexistentes. En pura ortodoxia, funciona así.

¿Qué privilegiará el JNE? ¿La ortodoxia, la legalidad, la formalidad o la expresión de la voluntad popular? A esta hora, nadie lo sabe. Lo que si podemos advertir es que si Guzmán sale del juego, mañana empieza otra elección. Si se queda, puede que sea para siempre.

 

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