Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

29 julio, 2024

Votos que valen oro

La Mesa Directiva del Congreso fue elegida el pasado viernes con una votación récord desde que se instaló este parlamento el 2021. El más votado, hasta ayer, era Alejandro Soto quien había logrado 77 votos un año antes; pero Eduardo Salhuana lo desplazó con 95. Al frente, una izquierda disidente de Perú Libre postulo una lista simbólica, sin ninguna posibilidad, que logró reunir apenas 17 votos.

95 votos para colocar en el manejo administrativo y político del Congreso a los congresistas Salhuana (APP), Juárez (FP), Cerrón (PL) y Cavero (Avanza) no es un dato menor. La supuesta fragmentación se convierte en un frente unido para la administración del poder. Quien se pone fuera, no gana nada. Quien se mete adentro, tiene un espacio de negociación. El hallazgo del portal El Foco, quienes lograron fotografiar los mensajes de WhatsApp, luego de la votación, entre Esdras Medina y Richard Acuña, dan cuenta del reclamo de Renovación Popular. Se pusieron públicamente en contra (su candidata Norma Yarrow señaló que Salhuana era el candidato de Boluarte) pero, a la hora de votar, apoyaron. Por supuesto, nada es gratis y, con audacia, Medina reclamaba nada menos que la joya de corona: la presidencia de la Comisión de Presupuesto. Un finísimo Richard Acuña le recordó cuanto lo quería, pero de la comisión, nones. Esa cuenta, no le tocaba pagarla.

Estos incidentes dan luces sobre varios procesos en el poder. Lo primero es que, por ahora y aquí todo es efímero, la alianza de APP con Fuerza Popular o de las familias Acuña y Fujimori, es sólida. Richard Acuña administra acuerdos con Luis Galarreta o con Miguel Torres y a ese núcleo se une lo demás para repartir los saldos, o mejor dicho, las presidencias de comisiones. Si estás con nosotros te damos una de las buenas. Si no estás en la foto, chau. Esto implica llevar una contabilidad de acuerdos, pactos secretos y, sobre todo, votos. Cuentas que cobrar y cuentas que pagar que se actualizan año a año.

Lo segundo es que los 4 elegidos son populares entre sus pares porque representan muy bien todos sus vicios y su entusiasmo por no cambiar nada de lo que opera tan soberanamente bien para los intereses de todos los involucrados. Por eso, ese 90% de rechazo popular les es irrelevante. No van a preocuparse de tomar una sola medida que revierta ese vergonzoso resultado. Así, Salhuana es un símbolo exitoso para todos los que tienen intereses en economías criminales; Juárez, la campeona de modificar la Constitución sin pasar por un proceso de reforma constitucional (para eso tienen su TC); Cerrón, el santo y seña de los prófugos y de los futuros congresistas procesados y tal vez condenados;  y Cavero, “para mis amigos todo”, el protector de Manuel Merino en la Sub Comisión de Acusaciones Constitucionales que ha demostrado cómo usar como arma política una acusación constitucional. El elenco lo tiene todo.

¿Qué viene ahora? Más de lo mismo. Nada de lo que diga Dina Boluarte este 28 de julio va a cambiar el status quo. Como lo señalan en su estupendo ensayo “Democracia asaltada”, Alberto Vergara y Rodrigo Barrenechea, los dos ejes de la crisis democrática, vaciamiento de la representación política y erosión del Estado de Derecho solo se va a profundizar.

Pero, en estos días aciagos para el Perú, hay un fenómeno que no solo viene del poder hacia el ciudadano. Ya conocemos a los políticos que hoy nos gobiernan y a tres años de su llegada toditos los trucos se los hemos visto, mas aún cuando el 85% del Congreso no tenía experiencia previa y mucho menos quienes han ocupado la presidencia. Lo que también hay es otro fenómeno que va desde la ciudadanía hacia el poder. Del rechazo a los poderes del Estado y de la simultánea apatía ciudadana que ve pasar estos acontecimientos con hartazgo y desinterés se están discutiendo varias hipótesis: el miedo a participar (49 muertos de Dina Boluarte son un disuasivo poderoso) por la represión indiscriminada y letal; la perdida de aprecio por la democracia registrada por sucesivos años en el Latino barómetro; la pandemia y la perdida de la confianza interpersonal, entre otras razones.

Esto, también lo conocemos y padecemos. Lo que es nuevo y creo que ha reventado en nuestra cara con la elección de Salhuana es la desaparición de la sociedad civil organizada. Gremios, sindicatos, iglesias, asociaciones de muy diversos intereses inyectan, a una ciudadanía decaída y que no encuentra representación política, ideas, energías y un nuevo aire para luchar porque aquello que nos hace ser mejores. ¿Dónde han estado? Y aquí me quiero referir específicamente a los gremios empresariales, los principales afectados por la minería ilegal. Salvo la excepción de Comex, el gremio de los exportadores, los demás han estado mudos.

¿Por qué? Varias hipótesis y poca claridad. La primera, en un país donde la ley se acata, pero no se cumple ¿ya se arreglaron con las economías criminales? Entonces, los que sí vemos sufrir, como La Poderosa en Pataz ¿son parte de una heroica resistencia? Es decir, el concesionario minero ya acepta al ilegal en su concesión y ¿negocia? O, como me lo resumieron esta semana: si eliminas la ilegalidad, medio Perú no come. A hacerse los locos, caballero.

Segunda hipótesis, las prioridades son otras. Al empresario peruano, que rumia su ira pero no despega los labios, lo único que le interesa es el cuco comunista que le venden unos entusiastas consultores (trabajar con los fantasmas ajenos, rinde) que ven Antauritos en todas partes con carita de Pedro Castillo. La única prioridad es que se le prohíba a Humala postular con una ley que el Congreso debe darles. Por eso, “no te pelees con el Congreso”.

La tercera, es la de la simple cobardía. No hay que descartarla del todo. Ese vicio se expande a muchos en la sociedad. Pusilánimes hay de todos los colores. Una pena y una vergüenza.

Columna publicada el domingo 28 de julio del 2024 en el diario La República

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