Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

30 Diciembre, 2020

Cierre de año

“Es verdad que a éstos habrá que soportarlos año y medio, pero el daño que pueden hacer sigue siendo inmenso. También, pueden hacer mucho bien, si escogemos lo mejor. No hay mucho, por eso hay que buscar”.  Con estas palabras terminaba mi última columna de diciembre del 2019 refiriéndome a las elecciones parlamentarias del hoy muy lejano enero del 2020. Ni había mucho de dónde escoger, ni escogimos lo mejor. Consecuencia lógica, el daño ha sido inmenso como, lamentablemente, anticipé.

Lo que nadie pudo predecir es que los daños del parlamento se superpusieran a los daños de una pandemia global feroz y virulenta que trajo muerte, pobreza y recesión al mundo entero. La vacancia por “incapacidad moral permanente” del presidente Martín Vizcarra es la noticia política más relevante del año y es obra exclusiva de un congreso codicioso, mezquino y populista que quiso y quiere medrar de la desgracia de sus compatriotas.

De otro lado, el balance del manejo de la pandemia durante el gobierno de Vizcarra solo puede definirse con una palabra: fracaso. Un desastre en el frente sanitario y otro desastre en el frente económico. El combo Zevallos – Zamora impuso una doctrina basada en culpar al enfermo, infantilizar al adulto y castigar a los ciudadanos con un gran desprecio por la ciencia. Ni pruebas moleculares, ni rastreo de contactos. Cuarentenas medievales en hogares hacinados, en pobreza, sin agua y desagüe y sin refrigeración. Personas forzadas a hacer colas en bancos y mercados infestados o perseguidas por tratar de ganarse la vida en la informalidad o por tratar de regresar a pie al campo, donde tenían más esperanza de sobrevivir. El cambio de julio fue esperanzador. Pero nada cambio. A noviembre, 40% de Lima esta contagiado. De ellos, el 50% del NSE C y D.

El desempeño de Pilar Mazzetti como Ministra de Salud no cambió mucho cuando se esperaban grandes cambios. Es una pena, pero el fin de año ha sido, para su gestión, otro desastre. Ante la ausencia de vacunas (que ya están aplicando Chile, Colombia, México y Costa Rica) y las mutuas acusaciones, se volvió a radicalizar el enfoque absurdo – punitivo que castiga, sobre todo, al pequeño comercio y a las familias. Se prohíben los carros, se ponen más horas al toque de queda, se prohíben las playas. Mil quinientos kilómetros de costa, la mayoría desierta e imposible de patrullar, están prohibidos de ser usados como espacio público privilegiando los espacios aglomerados del centro comercial, el transporte público y los hogares hacinados.

Jamás debió cerrarse el 40% de la economía en marzo y abril. Absurdos como cerrar la minería y demonizar el delivery ha tenido un alto costo en tributos y en enfermedad. Ningún país de la región actúo tan tontamente, con un sesgo anti empresa, que no aceptaba recibir ni las donaciones de oxígeno y que se negaba a escuchar los pedidos de la Iglesia Católica para salvar las vidas de los presos que el propio Estado hacinó. Es duro vivir esto, porque sabes que hay un camino mejor, pero ves, todos los días, al gobierno equivocarse y persistir en el error, incluso con gran demagogia como cuando Vizcarra anunciaba la falsa expropiación de las clínicas privadas.

Nos deja el año maldito. El 2020 se va, pero deja sus secuelas. Nos deja un nuevo gobierno temporal que, ante la desesperación, reemplaza la ciencia por política para dar una falsa sensación de un gobierno que “te cuida”. La salud mental nunca tan deteriorada entre la depresión y la ansiedad, contribuyendo el gobierno a crear, todos los días, penosas situaciones de incertidumbre ya sea laboral, comercial o social. Miles de familias que aún hoy esperan despedir a sus muertos con los rituales sanadores a los que tienen derecho. Una vacuna que no llega y una elección general a la vuelta de la esquina que, con tristeza, va a repetir los mismos nefastos resultados de enero, porque no se ha realizado la reforma política en la que tanta esperanza pusimos.

Columna publicada el domingo 27 de diciembre del año 202o en el diario La República

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