Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

13 Enero, 2020

Tiempo de elegir sin miedo.

En un lugar de esta campaña, un candidato cuyo nombre no quiero recordar, dejósu marca. Se lució, para mal, ante sus electores como un hombre tonto, banal y, sobretodo, racista. Un comportamiento infantil trajo a la semana frases y conductas propias de nuestra sociedad, pero ajenas al sueño de un futuro mejor. Y de eso se hacen las campañas, de sueños compartidos, no de pesadillas apocalípticas. ¿O me equivoco?

Es cierto que el miedo puede ser un gran movilizador.  Los de estos días están vinculados a una supuesta homosexualización de los niños en las escuelas y al regreso de Sendero Luminoso a la actividad terrorista. Dos mentiras gigantescas que no merecerían ni la molestia de un debate. Sin embargo, sus promotores deben creer que algún redito les dará. Si no, no las venderían tanto. ¿Cuál es el origen de estas creencias y su posible eficacia?

“Yo soy el único (o la única) que puedo parar al comunismo” ha sido una receta eficaz de recaudación de millones de dólares de fondos de campaña no declarados. En el 2006 y en el 2011 el cuco era Humala. ¿Funcionó? Para aterrar empresarios desinformados, sin duda. ¿Para ganar una elección? Esa es otra cosa. Para que funcione tiene que generarse un miedo real, aunque el espejismo sea fácil de desbaratar. Y a eso juega una campaña negativa. A prevenir al elector de un daño que hoy no ve, pero que se le dice es inminente y destruirá de una manera profunda su vida. Los mayores se acordarán del “no shock” de Fujimori contra Vargas Llosa en 1990 y del “o Chávez o el Perú” de García contra Humala el 2006. Ni García era el Perú ni Humala era Chávez, pero funcionó. Ejemplos, hay. Pero contraejemplos, también y muchos.

Hay fanatismos que a veces encuentran en estas campañas políticas negativas un vehículo efectivo para propagar sus fetiches que, por lo general, se discuten en círculos privados y pequeños.  Se encuentran el hambre de atención pública y la necesidad de votos. Tal es el caso de la sexualización de esta campaña, la más procaz que se recuerde en el Perú. Pero, ¿funcionará? Lo dudo. Nadie ha visto jamás a una niña de 9 años discutir sobre masturbación en clase con juguetes sexuales con navajas y tornillos. No solo es falso, es muy enfermo incluso para una sociedad enferma como la nuestra.

¡Regresa el terrorismo!, ¡Los socios de Abimael Guzmán quieren tomar el poder! Ya es como el cuento del pastor Pedro y el lobo. Existen condenados por terrorismo purgando su prisión, pero eso no quiere decir, ni remotamente, que éstos tengan actividad política o sean hoy el peligro que fueron para la democracia. Hay una masa electoral con edad y memoria suficiente para que la mentira haga agua.

“Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol”.  Para entender la sabiduría de estas palabras del antiguo testamento, tan obvias a simple vista, es necesario preguntarnos ¿en qué tiempo estamos? Los que tienen la respuesta correcta sabrán aprovechar mejor ese momento que, bajo el mismo sol, volverá en apenas unos meses. No es el tiempo de votar con miedo, ni con rabia. Es tiempo de compartir un sueño, pero parece que nadie tiene uno a mano. Quedan solo 15 días.

Columna publicada el domingo 12 de enero del 2020 en el diario La República

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