Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

22 Diciembre, 2019

Despidiendo el año

Se acerca el cierre del 2019 y resulta obligado hacer algunas sumas y restas de lo vivido en la política peruana. En ese plano el evento más relevante del año resulta ser, sin dudas, la disolución constitucional del Congreso. La institución, prevista con características parecidas desde la Constitución de 1979 no fue usada en cuarenta años. Con las modificaciones de la Constitución de 1993 y con un escenario de tres años de obstrucción y confrontación (no en vano cayó un Presidente el 2018) su viabilidad quedó establecida cuando el Congreso rechazó los términos de la cuestión de confianza planteada por Salvador del Solar. En este solo hecho se valida el éxito actual de la presidencia de Vizcarra. Puede ser muy poco, pero fue suficiente. Si se suman los Panamericanos, tenemos lo más destacable del año.

¿Se cierra un ciclo político? Las consecuencias finales no podrán ser aquilatadas hasta bien entrado el gobierno que se inaugure el 2021, pero es un hecho que los partidos que provocaron el profundo desprestigio del Congreso (Fuerza Popular y el Apra, pero no los únicos) no volverán a ser los de antes. El suicidio de Alan García (otro hecho de relevancia este año) podría sepultar definitivamente al Apra en unos meses y la desaparición temporal de Keiko Fujimori puede generar un efecto similar en un par de años. La resurrección de Alberto Fujimori, en un audio debidamente filtrado para hacer notar su poder actual, obedece a una estrategia de emergencia que busca una narrativa encaminada a una “restauración” de la apartada vieja guardia. ¿Funcionará? Nadie lo sabe.

Para las izquierdas el año tampoco ha sido bueno. Lograron el cierre del Congreso, pero nada más. Verónica Mendoza demostró su inmadurez política buscando una alianza con un condenado por corrupción que no le sumaba nada más que una radicalización de discurso. ¿Qué obtuvo? La renuncia de sus mejores cuadros que habían dado pelea en el Congreso (Glave, Huilca, Pariona, Arce) más cercanos a posiciones liberales que a la retórica misógina, homofóbica y xenofóbica de Cerrón. El que va cosechar del descalabro de Mendoza es Marco Arana y con creces el próximo enero.

Para la derecha más conservadora y radical, el 2019 fue un año de exhibición pública. Su visibilización utiliza la religión como arma de ataque. Tan extremistas como la izquierda más radicalizada, construyen una narrativa basada en miedos y en ataques violentos en espacios públicos y privados. “La resistencia” es un brazo activista de Rosa Bartra, cabeza de lista por Lima. Expulsados de Fuerza Popular se han agrupado en los escombros de Solidaridad Nacional, el partido de Castañeda (investigado por corrupción). No parece que el futuro cercano les sonría electoralmente. A Dios gracias.

¿Deja muertos políticos el 2019? Aunque siempre cabe la resurrección, los elegidos (después de varias consultas) son Alfredo Barnechea (su terrible discurso en el entierro de Alan García lo aleja de la posibilidad de ser candidato presidencial), Pedro Olaechea (su pésimo manejo de la sesión del pleno del 30 de setiembre costó un Congreso) y, por supuesto, Mercedes Araoz cuya juramentación espuria no será olvidada, como tampoco su renuncia inconclusa 24 horas después.

¿Políticos que se proyectan a futuro? Hay consenso entre mis entrevistados que el discurso de Salvador del Solar frente al Congreso el 30 de setiembre fue el mejor del año. Las encuestas reflejan la simpatía que le tiene el público. ¿Bastará para el 2021? Muy pronto para saberlo.

Columna publicada el domingo 22 de diciembre del 2019 en el diario La República

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