Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

10 Noviembre, 2019

Luces y sombras

Si alguna idea estará presente en las elecciones del 2020 y del 2021 será la de la respuesta política a la corrupción endémica del Estado y de la sociedad peruana. Esa que pone en manos de pocos, millones de dólares y, lo que es peor, destruye el tejido moral de un pueblo normalizando lo que es una aberración.

Se ha avanzado mucho con el develamiento de los casos “Lava Jato” y “Cuellos Blancos”. No son los únicos. La prensa y la policía bautizan a las organizaciones criminales como “Intocables Ediles” o “Temerarios del Norte”, que siguen multiplicándose. Pero los dos primeros casos han tenido un impacto tremendo. Toda la política futura sentirá las réplicas de ese terremoto. El solo hecho de conocer la participación económica de Odebrecht en el financiamiento de campañas ya tiene consecuencias directas en una reforma constitucional y penal, aprobadas abrumadoramente.

Parece haber esperanza sobre lo que seremos como sociedad. Parece que el fatalismo histórico empieza a sacudirse. Aquí las luces. ¿Por qué ocurrió? Porque grupos pequeños, pero determinados, apostaron con insistencia en que así sea. Algunos periodistas, algunos jueces, algunos fiscales y algunos políticos (en distantes trincheras ideológicas) lograron convencer al pueblo que la corrupción era insostenible y que se podía cambiar. Lava Jato y Cuellos Blancos pasó de ser problema a ser oportunidad. No solo de merecida sanción, sino también de un cambio de paradigma. ¿Estamos lejos aún? Sin duda, pero un nuevo camino es posible.

Sin embargo, por más determinación, buena fe y compromiso, si no hay instituciones sólidas detrás, es difícil que un puñado de personas, humanas, al fin y al cabo, no se equivoquen. Y aquí vienen las sombras. Fiscales y jueces están metiendo la pata y en grande. Es feo ser la aguafiestas, pero alguien tiene que advertirlo antes de que los procesos se caigan y las expectativas se estrellen contra la realidad. Una en que este pequeño grupo de jueces, fiscales y procuradores honestos navegan en instituciones corruptas y donde verlos caer será silenciosamente aplaudido y recibido con gran alivio por sus pares.

Los fiscales tienen que acusar pronto y a todos. Si no pueden acusar, tienen que archivar. No pueden tener excarcelaciones por 36 meses en prisión, sin juicio. Es inaceptable para procesos que deben ser ejemplares. Las confesiones de colaboradores no pueden ser un canje entre el mero dicho y la libertad. No puede usarse la prisión preventiva como un adelanto de condena. No pueden salir de pesca, a ver que encuentran. No pueden imputar un tipo penal como lavado de activos u organización criminal a todo el mundo solo porque así alargan los plazos de prescripción.  Todo esto es ilegal y bien lo saben. El fiscal no puede decir “esa es responsabilidad del juez” y el juez de control no puede decir “que apelen, hay doble instancia”. Esta es un conducta extendida e irresponsable que crea falsas expectativas en una sociedad que no entiende nada del proceso penal.

Lava Jato explotó en el mundo en diciembre del 2016. Se van a cumplir 3 años y el Equipo Especial no ha conseguido una sola condena. Es evidente que algunas acusaciones se vendrían abajo en juicio oral. ¿No es hora de sincerar la situación? Acusen o archiven y no manden a la cárcel a todo el mundo sin fundamento alguno para “ver si canta”. La reparación va a salir cara.

Columna publicada el domingo 10 de noviembre del año 2019 en el diario La República

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