Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

10 Diciembre, 2018

Las elecciones de Vizcarra

Si hoy domingo el país respalda las propuestas de reforma constitucional hechas por el Presidente el pasado 28 de julio, y vota en los mismos términos que él ha propuesto, le estaría concediendo un gran triunfo político. Entiéndase que este es un mandato muy acotado. Primero, el respaldo es al Presidente, no necesariamente a sus ministros o su gobierno. Segundo, el respaldo es a una causa, no a una idea vaga. Vizcarra se ha mimetizado con su bandera: acabar con la corrupción en el Perú. En la medida en que mantenga firme ese rumbo sostendrá el respaldo popular. Pero, tendrá que mostrar resultados. Si no los hay, la ilusión se acabará pronto.

Hay varios campos de batalla simultáneos para Vizcarra en esta materia. En cada uno hay intereses múltiples que a veces convergen y a veces divergen. Las batallas no tienen los mismos escenarios ni los mismos actores, pero lo que sucede en cada una de ellas tiene un impacto en la otra.

Primer escenario, el Congreso. La rebelión de Salaverry, Presidente del Congreso, contra la ley que crea un tipo penal atenuado para el lavado de activos dentro de los partidos políticos puede tener consecuencias muy positivas para Vizcarra. Se está pronunciando contra su partido, contra el cogollo de la guardia pretoriana de Keiko Fujimori y contra ella misma que, desde la cárcel, promueve estos disparates. El asunto es que Salaverry no está solo. Si consolida un grupo mayoritario rebelde, logrará, paradojas políticas, lo que Kenji Fujimori (a quien él sacó del Congreso) no logró: plantear una agenda propia, empática con los intereses de la población y sumarse a la popularidad de Vizcarra. ¿Qué consecuencias puede tener esto? Una acusación constitucional contra Chavarry podría prosperar al perder la protección numérica del fujimorismo.

Segundo escenario, la Corte Suprema. La elección de Lecaros es una derrota para la lucha contra la corrupción. Si de 18 votos sacas 7 y los demás son blancos o nulos, el mensaje que mandan sus pares a la sociedad es aterrador: el electo no es digno de la confianza de la mayoría de los jueces que trabajan con él. No pasaron ni 24 horas para que nos entregue su tarjeta de presentación: no encuentra nada irregular en las conversaciones entre Hinostroza y Chavarry. Por supuesto, omitió las sistemáticas mentiras de Chavarry negando tales conversaciones.

Tercer escenario, el Ministerio Público.  Es probable que cuando usted lea esto ya esté aprobado el convenio Odebrecht – Perú de colaboración penal. Esta puerta abierta a miles de datos, testimonios de todos los involucrados en Brasil, cuentas secretas y demás elementos para construir los procesos en el Perú pende de un hilo. La primera quincena de enero está programada una semana de diligencias en Curitiba y Sao Paulo con actores claves donde el papel estelar lo tiene Jorge Barata. Pero el Fiscal Chavarry se va a jugar un todo o nada. Va a sacar a los fiscales Rafael Vela y José Domingo Pérez para sustituirlos por otros afines a los intereses del Apra o el fujimorismo, probablemente para – como ya sucedió – se les dé instrucciones conminatorias sobre qué no preguntar.

Cuarto escenario, las escaramuzas de los investigados. Es evidente que Alan García y Keiko Fujimori no han podido entender las grandes ventajas de una confesión. En otros casos puede ser que tengamos buenas noticias y, vista la colaboración integral de Odebrecht, las confesiones se acumulen. Pero tanto García como Fujimori seguirán acusando a Vizcarra de persecución política y harán todo lo posible por mantener a “sus” fiscales y jueces en sus puestos. Como lo escribió Rosa Bartra en el chat “La Botica”, “es una cuestión de sobrevivencia”.

Ganada la elección, es imprescindible que el Presidente continúe a la ofensiva. Tiene que convocar a legislatura extraordinaria para que, en la semana del 17 al 21 de diciembre como plazo máximo, se apruebe el proyecto de ley orgánica de la Junta Nacional de Justicia y se instale la Comisión de Selección la primera semana de enero para convocar el concurso público de méritos. Debemos terminar el verano con una Junta revisando los nombramientos del último CNM. Mucho se puede limpiar a partir de ese punto.

Si Chávarry ataca primero destituyendo a los fiscales Vela y Pérez, tocará al Presidente marchar al Congreso, denuncia constitucional en mano, a pedir la destitución del propio Chávarry por abuso de poder y obstrucción de la justicia. Y no sería extraño ver a Salaverry a su lado y a un país indignado, también.

Columna publicada el domingo 9 de diciembre del 2018 en el diario La República

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