Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

29 Octubre, 2018

Un cuco de ocasión

En el derrumbe, voces del fujimorismo articulan un nuevo discurso – similar a los muchos que la elite peruana conservadora ha cargado por años para satisfacer sus renovados prejuicios – que advierte los maleficios que caerán sobre el Perú por el vacío que dejará Keiko Fujimori. Ya no es Velasco, ni Castro, ni Chávez. Esta vez, Antauro Humala es lo que nos espera. Si revisan los mensajes de twitter del Almirante Tubino, congresista de Fuerza Popular, verán a que me refiero. Pero no es sólo él. Es un discurso que ya he escuchado en estos días con tono preocupado.

Los Fujimori como mal necesario para contener “la marea roja” que amenaza el “orden natural de las cosas”, es un argumento que se ha usado para manipular el voto popular desde el 2011. Como dice Alberto Vergara, dados los acontecimientos recientes, para la opinión pública peruana este mal es ya, innecesario. Caben dos preguntas: ¿Quién o qué fuerzas reemplazaran al fujimorismo? ¿Este reemplazo es definitivo?

El fujimorismo de Keiko nunca fue liberal, ni siquiera en lo económico, como intentó el de su padre. Ha sido un movimiento de derecha conservadora y mercantil que pretendía ser popular, pero, lo que es grave, sin ninguna propuesta de cambio en un país que necesita muchos. La estabilidad concebida como inamovilidad ha sido su bandera. No creo que ese espacio tenga futuro alguno. No hay nada que llenar. Su veloz caída lo confirma. Tampoco el dirigir una organización que se desenvuelve como una secta. El chat “La Botica” no tiene, aunque suene a contradicción, remedio alguno. Menos aún, vincularse con entusiasmo a la corrupción del sistema de justicia.

El votante de derecha, supuestamente huérfano, buscará sus líderes económicos y políticos en opciones más al centro del espectro y las encontrará. No tiene por qué hipotecarse frente a una opción que ha hecho exactamente lo que detesta: confrontar y obstruir sin motivo alguno generando la caída de un Presidente que no le molestaba. La idea de que ese votante corra detrás de Antauro Humala es un absurdo.

¿Ha muerto el fujimorismo? No volverá a ganar 73 de 130 escaños, eso es seguro. Pero su salida definitiva dependerá de cómo administren este tránsito. Si la bancada de Fuerza Popular mantiene la misma agenda están acabados. Tal vez, antes del 2021. Pero si pasan de una estrategia de confrontación (abandonando el plan de vacar a Vizcarra) a una de colaboración, pueden salvar algo. En ese camino están algunos congresistas, políticos, al fin y al cabo, que saben que puede haber una vida pública más allá del estigma de una camiseta. Saben que Keiko Fujimori irá presa un tiempo breve, apelará y seguirá su proceso en libertad. Pero ya nada será igual. ¿Cómo limpiarse de estos dos años?

Hay varios temas en los que se puede obtener consensos. Temas populares que se caen de maduros. En el Ministerio Público la salida de los fiscales supremos vinculados a intereses políticos corruptos. Empezar con Chavarry pero ir a fondo con una reforma total será aplaudido. Indispensable sacar, lo más rápido posible, la Ley Orgánica de la Junta Nacional de Justicia (reemplazo del CNM que votaremos en el referéndum) para que se apruebe apenas pasada la votación.

El compromiso debe incluir la remoción de figuras controversiales de puestos públicos y entregarlos a la justicia, levantando inmunidades de inmediato. Desde el General Donayre, hasta Yesenia Ponce pasando por José Chilmper. Archivar de plano el informe de la Comisión Lava Jato de Rosa Bartra – un monumento a la sinvergüencería que excluye a los Fujimori y a García – tampoco estaría mal.

En materia legislativa, no insistir con la ley del grillete para Alberto Fujimori y regresar a comisiones para un debate sin nombre propio. Obviamente, derogar la inconstitucional reforma al reglamento del Congreso que limita el mecanismo de la cuestión de confianza. Pero ¿qué pueden ofrecer las demás fuerzas políticas a cambio de todo esto? Un caramelo que todos quieren: la bicameralidad. Con 87 votos y dos legislaturas pueden comprarse un ticket a la reelección para senadores siempre y cuando regresen al proyecto que envió el Ejecutivo y no metan de contrabando la derogación práctica de la cuestión de confianza.

¿Les conviene esta agenda? A todos los congresistas. Ciertamente, no al pensamiento dual del “universo Keiko Fujimori” que vive de trompearse e inventar cucos. Pero, a estas alturas, parece que ella va camino a bailar sola.

Columna publicada el domingo 28 de octubre del 2018 en el diario La República

 

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