Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

11 Julio, 2018

La señora K

El dominio fujimorista en el Congreso y, por muchos momentos, en otros poderes del Estado, parecía habernos regresado a finales de los noventa. Lejos quedo la Keiko Fujimori de Harvard, la de las promesas de “desalbertizaciòn”, la de la apertura democrática. Al perder las elecciones, lo peor de un rostro que se mantuvo oculto en dos procesos electorales, salió a la luz.

El fujimorismo autoritario, obstruccionista, destructivo, calmuniador emergió con una corte de nuevas figuras reclutada en los sótanos de la indecencia. Incondicionales que escupen insultos impunemente y que todo lo reducen a palabras distorsionadas como “caviar”, “terruco” o “rojete”. Gente, con antecedentes dignos de prontuario ocupa cargos públicos y se aferra a ellos con la anuencia de la lìder Fujimori.  Yesenia Ponce o Hector Becerril representan el nivel académico y ético de este neofujimorismo que, además, se renueva en una versión hiper conservadora (en lo religioso y en lo militar)  y mercantilista, como no fue ni la del padre.

Keiko Fujimori tiene bien definidos a sus enemigos: PPK, su hermano, su padre y la prensa. De todos se ha ocupado con bastante éxito. Al primero lo saco de la presidencia (con su propia colaboración) al padre y al hermano los tiene con un pie en prisión y para la prensa ha usado un espejo del modelo Montesinista. A los empresarios no los compra, los quiebra y a los periodistas no les manda la prensa chicha, sino insultos a través de empleados de sus congresistas en redes sociales.

Su siguiente asalto tenia dos escenarios. El primero, ejecutar una reforma electoral que la favorezca. El rango de opciones va desde eliminar a la competencia hasta eliminar la segunda vuelta por completo. El segundo, limpiar el Ministerio Publico y el Poder Judicial de cualquier proceso iniciado o por iniciarse. Los casos de lavado de activos por donaciones de campañas o la fortuna de Joaquin Ramírez están dentro de los asuntos a “desaparecer”.

Keiko Fujimori ha tenido muchos aliados. Desde la prensa, muchos de sus empresarios apostaron abiertamente por ella. El zarpazo a sus finanzas – diminuto o grande – los agarró de sorpresa. Algunos, que nunca faltan y siempre yerran, creen que es cuestión de botar periodistas incómodos a cambio de recuperar la publicidad del Estado. Otros, están aprendiendo en el bolsillo lo que les dan a cambio del servilismo. Lo mismo ocurre en Confiep. Ya no es todo sonrisas como lo fue en el pasado y hoy sería difícil que Fujimori lograse levantar una chanchita empresarial “para salvar la democracia”.

La fuerza política que mas ha coordinado con el fujimorismo es el Apra al punto de perder agenda propia. Sus 5 votos en el Congreso serán poca cosa pero, no hay duda que Mauricio Mulder es un mejor líder de la bancada de Fuerza Popular que cualquiera de sus integrantes. Sus públicos servicios en la ley mordaza lo han dejado en claro. Sin embargo, es en materia de contactos con el sistema de justicia donde el Apra ha sido siempre una maquinaria indestructible. No en vano la inmunidad perpetua de sus líderes y esa ayuda, para Keiko Fujimori, es invaluable.

En este escenario la presidencia de Martín Vizcarra era una solución transitoria ideal. La única ventaja que tiene es que su sucesora es Mercedes Araoz a la cual Fujimori detesta y no quiere tener de Presidenta. Esto no asegura nada, pero algún tiempo le presta a Vizcarra.

Todo iba entonces muy bien para Keiko Fujimori hasta el sábado.

Como con el primer vladivideo Kouri – Montesinos hace 18 años, a pesar del escándalo, creía que tenia un poco de aire. Sin embargo, ayer el audio de la Señora K le ha quitado oxigeno mientras un tinglado de corrupción cae sobre su cabeza y sobre la de los apristas. Ambos grupos tienen hoy antiguas y elaboradas conexiones que les permiten a todos sacar lo que quieren del mecanismo de corrupción. Los consejeros, prebendas y arreglos judiciales; los jueces y fiscales desde “10 verdecitos”, su permanencia, su ascenso o hasta un viaje a la luna. Todo esta en remate. Los políticos lo saben y lo permiten porque medran del caos. Nunca son acusados, nunca son llevados a juicio, nunca pagan.  Keiko no quiere ser su padre que en ese campo perdió. Quiere ser Alan García.

Como suele suceder cuando hay metástasis no importa que órgano toques. Todo esta podrido. Basto una modesta investigación en el Callao buscando evidencia contra “Las Castañuelas de Rich Port” – un banda del hampa chalaca – para que una sencilla fiscal, un juez de poco rango y un discreto equipo de policías se diera de narices con el más descarado tráfico de influencias, ventas de puestos y de conciencias. La escucha legal – para ira del fujimorismo y aprismo, perfectamente legal – no deja lugar a dudas.

¿Que hacer?

Aunque no lo quieran, aunque se resistan, el Congreso debe destituir a todo el CNM, accesitarios incluidos. No hay nada que salvar ahí. Unos por serlo, otros por parecerlo y otros por no hacer nada para evitarlo. La falta grave es para todos. Remoción inmediata de acuerdo al articulo 157 de la Constitución.

En tanto se reforme el CNM y se elijan nuevos miembros todo el personal administrativo se liquida. Parte de la corrupción transita por esos pasillos paralelos. No hay nuevos concursos y la OCMA suspende magistrados en tanto no los destituya el nuevo CNM o el Congreso.

¿No lo hará el Congreso?

Será el fin de Keiko Fujimori. Ni con todas las trafas del mundo podrá ganar unas elecciones en que sera por siempre la Señora K.

Y esto es sólo el comienzo. La prensa no va a callar nada.

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