Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

8 Octubre, 2017

¿Es viable la vacancia presidencial?

En los primeros años de la Presidencia de Toledo un grupo de periodistas especulaba – como hoy se hace – que no llegaría al final de su mandato. La apuesta era casi unánime.  El escándalo de su hija Zaraí, cuya paternidad fue sistemáticamente negada por el entonces Presidente, hizo que su popularidad bajara a un dígito. Pero ese era sólo uno de sus muchos problemas. El Perú salía de una recesión económica y una crisis política sin precedentes y era evidente que Toledo, elegido democráticamente, no daba la talla.

Sin embargo, la Presidencia de Toledo prevaleció hasta el final. A pesar de todas las acusaciones y de una moción de vacancia que llegó a circular, su mandato concluyó dentro de los límites impuestos por la Constitución. Con este siglo se inició un ciclo de alto crecimiento económico impulsado por la minería y de gran estabilidad política: cuatro veces se ha transferido el poder de forma democrática. Este hecho, no tiene precedente en nuestra historia.

El ciclo de gran crecimiento concluyó. Entramos, en el gobierno de Humala, a un ciclo de crecimiento modesto, insuficiente para sacar al íntegro del país de la pobreza y, tal vez, de mantener a los que salieron de ella en una mejor situación. La sombra de la recesión ha regresado, como un mal augurio, aunque aún no como una realidad concreta.

Nuestra política, a pesar de ser estable en cambios de mando, es ruidosa. Tal vez todas las democracias del mundo lo sean. Es parte de vivir en un mundo donde la libertad prima. La política peruana no escapa a las luchas caníbales e infraternas, a los recurrentes oradores de la payasada, ni a los pesimistas, alarmistas, oportunistas y todas las demás especies que conforman la cara visible y pública de una sociedad que es demócrata, pero, paradójicamente carece de partidos.

Toledo se salvó porque una vacancia, tan cerca de la caída de una autocracia, hubiera sido una derrota no de él mismo, sino de toda la sociedad, incapaz de procurarse un gobierno. Ese argumento, el de la “gobernabilidad” fue el que lo sostuvo. También el que, a pesar de no tener mayoría parlamentaria y a la rápida diáspora de sus congresistas, mantuvo un apoyo razonable del Congreso, durante casi todo su mandato.

Kuczynski es emplazado por un escenario distinto. Con una bancada microscópica – con riesgo de partirse – enfrenta a una bancada abrumadoramente mayoritaria en su contra, liderada por una vengativa perdedora a la que le arrebataron la Presidencia por 40,000 votos. La conducta de Keiko Fujimori en este último año demuestra que hubiera sido una pésima Presidenta, pero eso no le quita su capacidad de destruir al actual Presidente. En alianza con el Apra y con parte de la izquierda, tiene los votos para vacarlo y obtener las renuncias de los Vice Presidentes bajo amenaza de inhabilitación. Esta posibilidad, presente desde el primer día, exigía una estrategia política que no podía agotarse en una oferta de indulto ilegal, que la misma hija de Alberto Fujimori desprecia.

Juegan a favor del actual Presidente dos hechos que pueden ser anecdóticos pero que tienen relevancia política. Si la Selección Peruana de Futbol logra ir al Mundial de Futbol 2018 tendrá un año se respiró. Si capitaliza ese hecho y la visita del Papa con una impecable organización, tendrá el mismo efecto favorable de las lluvias de marzo y abril. Nuestro actual Presidente carece de malicia política, pero debe ser el político más “suertudo” que he conocido. De pura leche es Presidente y, tal vez, de pura leche, persevere su Presidencia hasta el final. Si llega a julio del 2018, el calendario electoral regional/municipal lo sacará del ojo de la tormenta y podrá llegar a la mitad de su mandato. De ahí, todo puede ser cuesta abajo en las encuestas, pero el interés de adelantar elecciones nacionales habrá disminuido entre los actores políticos que quieren competir el 2021. ¿Se puede gobernar el país con menos de 10% de aprobación? Se puede. En el Perú, en este siglo, a diferencia de otras democracias de la región, está más que probado que es posible.

Kuczynski sin embargo debe enfrentar algunos hechos de grave importancia. Ha descuidado el tema anticorrupción dejándolo en manos del sistema judicial. Es una mala idea. Es cierto que, por su propio carácter y edad tiene pocos deseos de pelear contra otros políticos, pero debe hacerlo. Si no lo hace, dará la impresión que las feroces acusaciones de Alan García son ciertas. En lo económico – uno de sus atractivos como político – tiene que conseguir resultados pronto, antes que las expectativas negativas se coman el poco crecimiento. Y, finalmente, en lo político tiene que definir una estrategia que hoy es invisible. No basta con que le censuren Ministros y él los reemplace con dificultad. Tiene que tener un gabinete de guerra y sigue teniendo uno de paz.

Ese es el camino y no el de un indulto a Alberto Fujimori que lo llevará, inevitablemente, a que se demuestre una farsa médica que lo hará, ahí sí, vulnerable. El país que lo eligió le dará la espalda y el que no lo eligió lo vacará bajo las ordenes de Keiko Fujimori.

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