Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

16 Febrero, 2017

El escándalo es tapar el escándalo

Un nuevo informe sobre el Sodalitium de Vida Cristiana (SVC) se ha hecho publico. Esta vez, el SVC encargó a una nueva Comisión (es la segunda que nombran) un informe sobre los abusos perpetrados en la organización a lo largo de cuarenta años. Esta vez fue integrada por extranjeros que supongo, actúan con la distancia necesaria como para juzgar los hechos.

Del informe, tres conclusiones resultantes preocupantes:

a) No se admite una culpa institucional. Se admite un “ambiente o cultura” que generó el resultado, pero las culpas son individuales. No se admite conspiración entre los miembros, pero incongruentemente se admite abuso sexual de una misma víctima por parte de dos autoridades.

b) Se hacen públicos los nombres de Figari, Doig, Daniels y Levaggi pero no se hacen públicos los nombres de personas que aún están en el Sodalitium y que perpetraron abusos físicos y psicològicos. No se entiende el porque de la diferenciación, salvo la de la protección de los abusadores (y por ende del SVC) y la no reivindicación de sus víctimas. No basta con decir que estas personas no tienen hoy cargos de dirección o no están cerca a menores.  “Hay cinco que son, pero no te digo quienes son”. ¿Es en serio? ¿Que credibilidad puede tener este argumento frente a los padres de familia?

c) El SVC ha ocultado la situación por años. Si no fuera por la publicación de Pedro Salinas y Paola Ugáz “Mitad monjes, mitad soldados” nada se hubiera hecho público. Todo tendría el mismo manto de secreto e impunidad. Trataron de manejar la situación tapando todo para evitar el escándalo y el escándalo es y ha sido mucho peor. La palabra del SVC esta pues seriamente dañada y cualquiera que la contradiga será mas creíble que la organización. Con ese dato en contra tienen que defenderse y parece que no lo entienden.

En este contexto parece que el objetivo del SVC, mas que ayudar a las vìctimas, es salvarse de la disolución. Para hacerlo han utilizado una estrategia que se hace evidente en el documento.

a) Figari y los otros tres actuaron solos. El SVC esta “limpio”.

b) Todo ha prescrito. Los hechos son muy remotos. Imposible seguir un curso de acción penal.

c) Vamos a reparar con 2,8 millones de dólares a las víctimas.

Las tres premisas son débiles. Si Figari conocía de los abusos sexuales de Doig (ambos compartieron una víctima), Daniels y Levaggi; y los tapó, como afirma el documento, ese solo hecho implica una conspiración. Correspondía la denuncia penal inmediata y no se hizo. Otros miembros de la organización también conocían de los ocurrido por las medidas tomadas contra los victimarios mientras permanecían en el SVC tal cómo lo relata el mismo documento.

El  propio documento indica que hay reportes informales desde muchos años atrás sobre estos abusos. En el caso Daniels y Levaggi dan cuenta que estos reportes no fueron debidamente atendidos. El total de victimas no hace sino crecer, informe tras informe. El primer reporte formal, ante autoridad de la Iglesia Católica es del 2011 y no se ha hecho nada hasta el 2017. ¿Prudencia? ¿Respeto por la identidad de las víctimas? Pamplinas. Si sabían. Lo ocultaron y jugaron a la prescripción y al olvido de las víctimas.

Lo del dinero es vergonzoso. SVC es hoy una organización muy rica. Sus inversiones inmobiliarias en colegios, cementerios y en Inmobiliaria Miraflores, desarrolladora de un proyecto de habilitación urbana en Piura podrían ponerla en una situación complicada si las víctimas optan por la vía civil. Pero no es dinero lo que piden. Lo que exigen es que se reconozca el daño que se les hizo y se pague sus tratamientos así cómo los estudios que se les prohibió seguir.

Pero también piden justicia. Lamentablemente el Vaticano no se ha pronunciado sobre un asunto que es grave. Si se reconoce las culpas de Figari y se le impone un castigo administrativo (laxo según las víctimas, severo según el abogado de Figari) – aunque no penal – se esta reconociendo implicìtamente la falta de carisma en la fundación del SVC. Y si no hubo “carisma” la fundación es nula. Lo nulo, nunca existió y no tiene efectos jurídicos en el derecho canónico, ni en el derecho civil. Para explicarlo en términos muy sencillos, las verdaderas intenciones de Figari al fundar el SVC no fueron santas. Fundó una organización para la satisfacción de sus apetitos personales (sexuales, de poder, de sumisión) y ese acto de fundación tiene vicio de origen.

El castigo administrativo no se pronuncia sobre este punto pero pronto el Vaticano debería hacerlo. Sospecho que la lucha del SVC es salvar el acto fundacional. No veo, a la larga como eso sea posible. El camino mas corto es reformar la organización y refundarla con un verdadero carisma cristiano. Seguir tapando el escándalo sólo genera mas escándalo.

Unas palabras finales para las víctimas: su valor será premiado. Aunque hayan perdido la fe por causa de lo sufrido, hay una promesa para ustedes. “Bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia porque de ellos será el reino de los cielos”. Espero que encuentren toda la justicia que merecen.

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