Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

6 octubre, 2016

#TuNoHasCambiadoPelona

El lunes caminaba por el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires – bien contenta y alejada de Lima – cuando entro un pedido urgente por Whats App. Me bastó ver el twitter para leer que Luz Salgado, Presidenta del Congreso, anunciaba, no tan veladamente, una interpelación y posible censura al Ministro de Educación Jaime Saavedra. ¿Motivo? La falta de ejecución de obras para los  Juegos Panamericanos el 2019.

El olfato no falla ni a miles de kilómetros. Es obvio que al fujimorismo y al aprismo, el deporte nacional le interesa poco menos que nada, como política pública. Salvo esfuerzos individuales muy encomiables, no hay una posición política descollante en ninguno de los dos partidos que, sumando sus periodos presidenciales, han gobernado el Perú más de 20 años. Es decir, de 1985 al 2016 (periodo de 31 años) el país ha sido gobernado ¡dos tercios de ese tiempo! por los ahora entusiastas partidos preocupados por el deporte. A los resultados en el deporte competitivo me remito. En medallas, goles o cualquier otra forma en que pueda medirse un triunfo deportivo. ¿Qué les puedo decir que ustedes no sepan?

¿Cuál es entonces la bronca? Lo primero, regresar al punto de tensión con el Ejecutivo que se ha sostenido durante todo agosto y setiembre, primero con la investidura y luego con las facultades delegadas. Terminado ese acto la semana pasada es evidente que la demostración de poder del fujimorismo virará ahora a censurar ministros, uno por uno. ¿Favorito? Jaime Saavedra. Lo curioso es que se le aprecian las cualidades que le han permitido servir al Estado como Ministro en dos gobiernos. Lo que sucede, es que él representa un obstáculo a cualquier modificación a la Ley Universitaria sacada adelante en el gobierno anterior.

A raíz de la liberación para la creación de universidades en el gobierno de Alberto Fujimori, el sueño del cartón universitario se convirtió, en los últimos años, en una pesadilla. De un lado universidades públicas de papel, creadas por presión parlamentaria y de otro, universidades privadas con  títulos que no servían para conseguir trabajo – salvo en el Estado – por carecer de todo prestigio. Por cierto, la casuística es muy diversa y admite casos exitosos, pero lo que es cierto es que la universidad privada como sociedad anónima se volvió un negocio de retorno extraordinario.

Converse hoy con Daniel Mora en Radio Santa Rosa (pueden buscar la entrevista en mi timeline de twitter), ex congresista, quien fue el gran promotor de la reforma universitaria. Los intereses de los dueños de universidades con parlamentario propio son tan descarados hoy, como lo fueron en el quinquenio pasado. En el mundo de las universidades públicas, los enemigos de la ley son los que han perdido poder a raíz de nuevas elecciones de autoridades. En el mundo de las universidades privadas, los propietarios de sociedades anónimas temen reducir su rentabilidad por las obligatorias inversiones que tienen que hacer en capital humano e infraestructura sólo para cumplir estándares mínimos.  De otro lado,  la norma de la ley que más problemas ha generado a las universidades privadas asociativas (sin fines de lucro) es la que les prohíbe convertirse en sociedades anónimas. Esto se hizo (y bien que así fuera) para evitar que se vendan sin dar un centavo a los fundadores.

Eso es todo. Dinero que sale del bolsillo de millones de padres de familia que creen estarse rompiendo el alma para que sus hijos sean profesionales y así tener una mejor vida que ellos. Esa promesa fallida, que esta tratando de recomponerse con una reforma, es a la que quiere volver la oposición al gobierno.

La pregunta es ¿por qué? Basta fijarse en los congresistas electos en cada bancada y sus relaciones universitarias. Una fuente de financiamiento de sus partidos ha salido de estas universidades de medio pelo e inmensamente rentables. La interpelación de Saavedra cumple dos objetivos políticos. Pagar favores (aunque sólo serán pagados por completo con la derogatoria de la ley) y mantener un estado de tensión con el Ejecutivo, que parece ser el objetivo permanente del fujimorismo y el aprismo.

Desde Buenos Aires, es poco lo que podía hacer. Sentada en una banca del museo escribí #TuNoHasCambiadoPelona . Eso bastó para armar un laberinto en el twitter del que me alegro mucho a pesar de las quejas del sorprendente congresista oficialista Juan Sheput quien ha exigido al Ministro, del gobierno al cual él pertenece, no escudarse en sus «amigos columnistas» entre los que parece que me encuentro, luego de escucharle en una entrevista con Patricia del Río en RPP. Me encantaría que el Ministro Saavedra fuera mi amigo y me encantaría haber escrito esta columna el lunes. Lo siento, señor congresista, ninguna de las dos cosas es cierta. Pero si un hashtag es suficiente para pincharle el globo a un sinvergüencería lo vuelvo a escribir aquí:

#TuNoHasCambiadoPelona

P.S, Hoy,  noche del 7 de octubre, los que hace unos días amenazaban con una interpelación al Ministro Saavedra, han retrocedido. Vencidos quedan antes del combate. Pero que nadie se engañe. Volverán.

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