Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

16 Diciembre, 2015

Prensa y elecciones

El proceso electoral nacional del 2016 tiene varios desafíos para la prensa especializada en política.

  • 16 Candidatos Presidenciales que representan 22 partidos.
  • 2240 candidatos parlamentarios en 26 jurisdicciones. Cada partido debería presentar 140 candidatos para 130 escaños. Aunque es posible no presentar candidatos en una región y seguir participando, asumamos que el potencial es el total.
  • Candidatos, en su mayor medida, no militantes. De acuerdo a la ley vigente 25% de los candidatos presidenciales o parlamentarios pueden ser “designados” por las instancias del partido que indiquen los estatutos. El otro 75% debe pasar por un sistema de elección interna (directa o por delegados) pero estos postulantes no tienen, por ley, que ser militantes. Pueden serlo o no serlo. Lo único que no pueden, hoy, es estar inscritos en otro partido político. Así, tenemos hoy que la mitad del Congreso no milita.
  • Un “elenco estable”. Alan García postula a la Presidencia por cuarta vez, Alejandro Toledo por tercera (o quinta si se cuenta el lejano 1995 y el nulo 2000), PPK  y Keiko Fujimori por segunda. Los punteros, salvo Acuña – que tiene varias elecciones parlamentarias, locales y regionales ganadas – no son primerizos. Por el contrario. El despliegue de experiencia les permitirá conocer como saltar el marco regulatorio a su favor y utilizar argucias que deberían estar vedadas.
  • Un marco regulatorio muy deficiente, en donde la prensa presenta como “denuncia”, implicando conducta delictiva, lo que tiene apenas una sanción administrativa pecuniaria y que encima,  no se paga. Las “actividades” de financiamiento privado como rifas, cenas, etc, el militante – aportante, el aportante que nunca aporto, los nombres y DNIs que ni siquiera existen en el RENIEC, son todos estratagemas conocidas, que se han usado por todos los partidos (Ver Resoluciones de la Gerencia de Supervisión de Fondos Partidarios de la ONPE, ahí están todos con nombre y apellido, ¿cual es la novedad?) para esconder dinero privado cuyos verdaderos aportantes no quieren aparecer. Si son de origen lícito, por miedo a las represalias. Sin son de origen ilícito, para ser indetectables. Lamentablemente, el Congreso no ha querido reformar lo central y sobre este gravisimo tema, prometo, volveremos muchas veces este año.
  • La prensa escrita, concentrada en un 80% en una sola familia, que además controla un canal de televisión que tiene mas del 30% del mercado publicitario de tv. Una concentración altísima para cualquier estándar  mundial, que no se resuelve hasta hoy pese a los esfuerzos de quienes nos oponemos a ella. El peligro de esta concentración es que puede elegir  o vetar candidatos abiertamente o veladamente. La única resistencia contra esta práctica de la familia – propietaria será la integridad de sus periodistas, que esperemos, como el 2011, estén a la altura. Pero son circunstancias difíciles y de enorme presión, las que se vivirán adentro.
  • La televisión de señal abierta comercial, con todos los espacios políticos cerrados de lunes a viernes. Esto también es grave. Los noticieros no alcanzan a cubrir una historia completa y suelen cubrir la política de manera fragmentada. Las horas dedicadas el domingo son pocas y se mezclan con otros contenidos. Se anuncian cambios con motivo de las elecciones. Ojala que lleguen y pronto. La principal, y a veces, única, fuente de información de millones de peruanos es la señal abierta.
  • El cable tiene una oferta diversa en Lima, pero sobretodo fuera de la capital, donde los canales locales llenan una vacío informativo. Sin embargo, son dependientes de la publicidad estatal (regional, provincial, local, empresa de agua) lo que las hace sumamente vulnerables en tiempos electorales, restando independencia,
  • Radios habladas, en Lima, hay 3.  RPP, Capital (del mismo grupo) y Exitosa.  Las tres cumplen su papel, sin embargo no toda su programación esta orientada a la política, ni siquiera en campaña.  En el resto del país, la explosión informativa a través de radios locales en enorme, pero, también muy vulnerable a la publicidad estatal.

En este contexto, las carencias del periodismo especializado en política, para enfrentar un proceso tan complejo como éste, son las siguientes:

a) Falta que los periodistas nos capacitemos mejor en el conocimiento de la Ley de Partidos Políticos, y en general, en las normas del proceso electoral peruano. Se reitera información falsa por absoluta ignorancia, la cual es aprovechada por los propios candidatos o por facciones en conflicto. No  nos podemos sumar a la desinformación por flojera. Esto, lamentablemente y con mucha vergüenza, es muy común en estos días.

b) Una tarea, casi obligatoria, es leer las Resoluciones de la Gerencia de Supervisión de Fondos Partidarios de la ONPE y la auditoria que sobre el tema de financiamiento que hizo la ONPE el 2014. Los pedidos de reforma no se han hecho en el aire. La investigación, a profundidad, ya esta hecha. Recortar y pegar lo investigado contra un solo partido – cuando todos están en la misma falta y todo ya esta reportado hace años – es una estafa al público. No hay primicia. Hay veto. Y se nota.

c) Otra tarea es conocer algo de derecho penal y derecho procesal penal. No es lo mismo investigación, acusación, proceso o sentencia. Los medios usan la palabra “denuncia” que tiene una connotación penal que nos convierte en fiscales, jueces y verdugos. Hay conductas reprobables, pero no son delito. Y hay que saberlo explicar, para que la indignación de la población no se ensañe contra el Ministerio Público o el Poder Judicial, que nada puede  hacer si el delito no esta previsto en la ley, sino contra el Congreso, que es el único que puede determinar que es delito y que no lo es.

d) No podemos afirmar lo que no podemos probar. Esto es elemental. Pero se viene perdiendo a toda velocidad ese mínimo rigor. Se ensucia nombres de la manera mas desprolija, atentando sin ningún pudor contra la honra de personas a las que no se les ha siquiera denunciado penalmente. Es como si el periodismo político se hubiera “farandulizado” y en vez de seguir la verdad, siguiera guiones donde lo divertido para la audiencia es ver quien le suelta al otro la acusación mas descarada, el agravio mas abyecto. Y ahí estamos nosotros, de claqué del espectáculo. ¿Que nos esta pasando? ¿No podemos a hacer investigación política como la del Caso Ancash o la de Narcoindultos? Esos casos, bien trabajados, han terminado con procesos abiertos o sentencias condenatorias. Volvamos al camino serio y tengamos agenda propia.

e) Hace mucho años decidí no hacer periodismo de periodistas. Contestar agravios, ¿para que? Mejorar ignorar el agravio y a la persona que lo emitió por siempre. Sin embargo, la gran mayoría de periodistas que conozco y con los que he trabajado duro son magníficos profesionales, buenas personas que se matan trabajando en empleos precarios y sueldos bajos o a veces, miserables. Ellos son el alma de la información, gente que tal vez usted no vea jamás y que guardan aún, la pasión por hacer bien las cosas. Pero, como en todas partes, hay gente mala, muy mala, tanto personal como profesionalmente. El problema es que el daño que pueden hacer teniendo un micrófono, una pantalla, una columna o una libreta de apuntes es mucho mayor al daño que otro profesional puede hacer a la vida, honor o intimidad de los demás. Entre nosotros, sabemos quién es quién. Solo confió en la sabiduría de la audiencia para hacer la distinciones y creer a quien merezca ser creíble e ignorar a quien no lo merezca. Ese es el único y mejor castigo que puede recibir un “periodista mentiroso”, aunque la frase sea una contradicción en si misma.

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