Rosa María Palacios

Un blog de política independiente

9 Mayo, 2015

Un mes con motivos para celebrar

Foto: La Mula

Cuando usted lee sobre coimas, cohecho, peculado, en fin, todas las formas de corrupción que vinculan a altos funcionarios del Estado con organizaciones criminales privadas, usted se indigna. Cuando ve la infiltración del narcotráfico en la vida política y social del Perú, usted se preocupa por el futuro sombrío que nos espera. Cuando usted ve, a quien sabe es un delincuente, caminando por la calle con total impunidad un grito se ahoga en su garganta, un grito de rabia, de furia.

El periodismo no da noticias buenas. Se nos acusa de sólo informar sobre lo peor de nuestra sociedad. Sólo explicamos con detalle los actos de corrupción, apuntamos a los personajes públicos enredados en ella, nos regocijamos con las capturas y nos engolosinamos con las persecuciones. Es verdad, salvo en un detalle.

Las noticias sobre corrupción no son malas noticias. Son magníficas noticias. ¿Por qué lo afirmo?

El bien y el mal están con nosotros desde el inicio de la humanidad. Son intrínsecos a la naturaleza humana. Podemos educar, civilizar, compartir y respetar valores comunes de convivencia pero aún en la sociedad mas honesta surgirá él, o los marginales, a los cuales el mal atrae y conquista. No hay forma de ser humano sin aceptar esa realidad. El bien no podría relucir sino existiera su contraste, el mal.

Las magníficas noticias sobre corrupción permiten que el bien en el Perú reluzca. Como en el 2000 y 2001, con la caída del régimen fujimorista, hoy altos funcionarios del Estado están expuestos ante los ojos del pueblo para que su conducta sea procesada y condenada con justicia. ¿Qué puede ser mejor que eso?

Sería mejor que no existiera corrupción, es verdad. Pero si sabemos que su germen estará ahí, por siempre, esperando al acecho ¿no debemos alegrarnos porque el sistema sea capaz, con todas sus debilidades y carencias, de expulsar de sí mismo al corrupto?

Hoy el Fiscal de la Nación, el titular mas alto de la acción penal en el Perú, el hombre que debería ser un ejemplo inmaculado de rectitud, esta acusado de recibir pagos del jefe de una organización criminal. Se trata de coimas de hasta 300,000 dólares recibidas a través de su hijo para separar a fiscales incomodos a los intereses de la banda. ¿Saber esto es deprimente? No lo creo. Es un golpe tan grande a la corrupción institucionalizada en la Fiscalía -la institución, si cabe señalar sólo una, hoy mas corrupta de todo el sistema de administración de justicia- que debemos celebrarlo.

El suspendido Fiscal de la Nación, Carlos Ramos Heredia recibía plata de Rodolfo Orellana. Eso es lo que ha probado el propio Fiscal encargado Pablo Sánchez, con la ayuda de colaboradores eficaces. El expediente ya fue remitido al Consejo Nacional de la Magistratura para su evaluación, y esperemos, definitiva expulsión de Ramos Heredia quien tendrá que se procesado y eventualmente condenado por estos delitos.

¿Qué estos procesos de limpieza y purga son muy lentos? De acuerdo. ¿Qué en el camino muchos inocentes han perdido su libertad, su vida o sus propiedades? Nadie lo duda. Pero hoy no se puede decir que en el Perú la impunidad gana. No señor. Esta vez, no.

Rodolfo Orellana y muy buena parte de su organización criminal privada esta en prisión. Aplausos por eso. ¿Qué faltan capturas? ¿Qué algunos se escapan? ¿Qué se caen las colaboraciones eficaces? Por supuesto. Pero el norte esta fijado. Todo aquel que quiera robarle al Estado a través de licitaciones amañadas, arbitrajes comprados, cartas fianzas falsas, ya sabe lo que le espera. Cualquiera que se quiera pasar años robándole sus propiedades al Estado y a particulares con alquileres amañados para quedarse vía “arbitrajes” (que no eran mas que montajes) sabe que Piedras Gordas lo espera con los brazos abiertos.

¿Qué nos sorprende ver quienes caen? Claro. Es penoso ver a un ex Vocal de la Corte Suprema enmarrocado. Ninguna sociedad puede pasar por eso sin perderle el respeto a las instituciones. Estos funcionarios no sólo le hacen daño a sus víctimas directas, le hacen daño a la confianza que debemos tener en ciertas instituciones básicas para la convivencia humana. ¿Qué más esencial que la administración de justicia para no hacerla con mano propia?

Estoy sin embargo, satisfecha. Esta página cumple un mes, viendo caer esa costra de corrupción que carcome todo y sacando a la luz lo mejor del sistema. Porque para que un Carlos Ramos caiga, se necesita un Pablo Sánchez que no se amilane y lo investigue. Y así, por cada delincuente y por cada delito, tiene que haber, del otro lado, dosis mayores de rectitud de bondad y de bien.

Yo soy de las que todavía cree que la verdad triunfa sobre la mentira, el bien sobre el mal, la bondad sobre la maldad. Y que la inmensa mayoría de la sociedad peruana es esencialmente buena. ¿Cuesta detectar lo podrido? Mucho. Mucho tiempo, mucho compromiso y mucho valor. Pero de eso, aunque a veces la indiferencia nos gana, hay de sobra en el Perú.

Aunque no conozcamos los nombres de todos esos héroes anónimos que hoy conforman equipos de investigación policial y fiscal, a esos jueces que pese a todo actúan con rectitud, debemos decirles: Muchas Gracias.

Mi país es mucho mas grande y hermoso gracias a ellos. No los olvidemos.

(Fiscal de La Nación Pablo Sánchez en foto de La República)

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